“Se lo llevaron”. Esa frase sencilla y brutal resume la única certeza que parece dispuesta a compartir una decena de personas de las que se espera puedan dar alguna cuenta de lo que ocurrió con Loan, el niño de cinco años que todo un país necesita encontrar.
Para la Justicia, Loan Danilo Peña ha sido víctima de una “sustracción”. “Sustracción y ocultamiento de un menor” es el cargo por el que están detenidos ocho adultos, entre ellos tres parejas relacionadas por vínculos de parentesco y/o amistad.
“Creo que se lo llevaron”, declaró Bernardino Antonio Benítez. “No sé qué pasó, dónde está, ni quién lo llevó”, dijo en su declaración indagatoria.
Benítez es pareja de Laudelina Peña, tía de Loan, convive con ella desde hace 15 años y tienen dos hijos. Según Benítez, como “tiene una buena relación” con su mujer, es imposible pensar que él tenga algo que ver en el caso. Tiene 37 años, escasa instrucción escolar y antecedentes por hurto de ganado.
El tratamiento mediático del caso Loan devino en un patético reality a cielo abierto. Los protagonistas principales del drama giran en torno a una vertiginosa multiprocesadora de mentiras y ocultamientos que solo aportan oscuridad, alejando la verdad.
María Victoria Caillava, la única funcionaria detenida, dice que a ella la involucraron a modo de venganza porque es informante de la fuerzas de seguridad y habría aportado datos sobre vecinos vinculados a la venta de estupefacientes. Su esposo, el marino retirado Carlos Pérez reforzó los dichos de su mujer y se declaró inocente.
Daniel “Fierrito” Ramírez, otro de los indagados, se excusó diciendo que ni siquiera conocía el nombre del chico.
“Se fue con ellos, no se que hicieron con él”, fue la demoledora frase con la que Laudelina Peña tomó distancia de su esposo Benítez, el “fierrito” Ramírez y a la mujer de este último, Mónica Millapi, ubicándolos en el peor de los escenarios.
Es tan enredada y confusa la trama de esos vínculos que la jueza a pedido ahora le elaboren un perfil completo de la intimidad de esas relaciones que incluya aspectos conyugales, emocionales y económicos.
Cristina Pozzer Penzo necesita una hoja de ruta, un mapa de los vínculos, que le permita avanzar en la maraña de ocultamientos y mentiras, inconsistencias y contradicciones en la que la causa está empantanada.
La magistrada quiere conocer acerca del contexto social de los comensales del fatídico almuerzo del 13 de junio. En el requerimiento a los investigadores del Comando Unificado, incluye al círculo más próximo a Loan, padres, docentes, preceptores. Incluso solicita que registren sus cuadernos y pertenencias.
Necesita saber todo. De todos y cada uno. Separaciones, divorcios, eventuales paternidades impugnadas, transacciones económicas, uso de billeteras virtuales y movimientos en las redes sociales. Parece mucho, pero la orden da cuenta del tremendo enredo que se fue generando a fuerza de falseamientos, invenciones y embustes de diversa laya.
“La vida mentirosa de los adultos”, el revulsivo título de la novela de la italiana Elena Ferrante bien podría servir para intentar comprender las razones de tanto enredo y desazón.
Verdad y mentira se resignifican en el contexto de una causa penal. Quienes son sometidos a indagatoria pueden falsear la realidad e incluso mentir sin sufrir consecuencias legales. Los asiste el derecho a no declarar en su contra. Son las reglas del juego.
En el caso de las declaraciones meramente testimoniales, por el contrario, se está obligado a decir verdad y atenerse a las consecuencias en caso de prestar falso testimonio. Por todas estas razones, la consistencia de una verdad se diluye en el trasiego de las declaraciones.
Son muchos los motivos por los que se miente. Se miente para safar y se miente para encubrir, se miente también para proteger al poder de turno. Hoy mentiras piadosa y otras decididamente crueles. Se miente para ocultar un delito o se delinque mintiendo.
Se miente por obsecuencia debida, sea para conservar un trabajo, un privilegio o una amistad. También están los que mienten por un sesgo cultural que en general anida en la ignorancia. Es un círculo tan vicioso como perverso. A fuerza de devaluar los relatos, los límites entre lo verdadero y lo falso devienen borrosos.
“Tengo miedo porque todos mienten”, dijo Camila, prima de Loan, hija de Laudelina.
“Me negué a que me manipulen. Me quiso manipular la Justicia, a los once días de la desaparición, aparecieron cuatro personas y quisieron manipularme para que culpe a cualquier persona”.
Benítez, su padrastro y pareja de su madre, aseguró ante la jueza que en la comisaría de 9 de Julio los apremiaron para que mienta. “Sabemos cómo hacer hablar”, dice que le dijeron.
Verdad, mentira o consecuencia.
El protagónico de la mentira se lo lleva Laudelina Peña, tía de Loan, hermana de su padre José, quien en su declaración ante la Justicia federal reconoció que mintió al sostener que Loan fue atropellado accidentalmente y trasladado en la camioneta del matrimonio Perez Caillava quien sabe a donde.
“Perdón por haber mentido”, fue lo primero que la madrina de Loan dijo ante la jueza Federal. La declaración de 67 fojas sirvió para desnudar la estrategia de encubrimiento de la política que hoy descoloca al mismísimo gobernador.
Ahora se sabe que fue una mentira guionada por quienes le ofrecieron una casa, dinero y una moto y la acompañaron en plena noche a presentar una denuncia ante un fiscal.
Madre e hija introdujeron la escandalosa participación de la política provincial en el pantanal. La política como parte del problema, no de la solución.
Nadie cree que el gobernador Gustavo Valdés sea complice de una red de trata ni esté involucrado en un caso pedofilia, pero todo hace suponer que su desesperación por salir indemne del ojo de un huracán pudo haber inspirado a sus adláteres a diseñar una trama de siniestras falsedades que no solo complicaron la investigación, sino que hundieron al mismísimo Valdez en arenas movedizas de las que dificilmente logre emerger.
Gustavo Valdés comunicó exultante el esclarecimiento del caso Loan apenas tomó estado público la tramoya supuestamente pergeñada por dos de sus conocidos, el senador Pellegrini y el abogado Codazzi.
La participación activa de allegados al poder político provincial en la falsa denuncia en la que Laudelina Peña inculpó al matrimonio Perez-Caillava de haber atropellado a Loan, dejó al gobernador pataleando en el aire.
La obsecuencia debida implica riesgos. Confiar en mano de obra barata para tareas políticamente sucias tiene costos ilevantables. Ya deberían saberlo.
La remoción del ministro de Seguridad, Buenaventura Duarte, fue la primera reacción de Valdés, tras quedar esta semana a la intemperie. Con un comisario y un suboficial retirado presos en la causa, el nuevo ministro, Miguel Angel Leguizamón, descabezó a la cúpula provincial.
Valdés intenta despegarse del atolladero en el que se encuentra. “Tratan de desestabilizar a la provincia de Corrientes”, dijo el jefe de estado provincial en conferencia de prensa. Denunció que “caranchos políticos”, hacen una utilización maliciosa de una desgracia para arruinarlo políticamente.
Nada de lo que diga o disponga Valdés logrará, al menos en los inmediato, enmendar lo actuado por el abogado José Codazzi, ni por el senador Diego Pellegrini, quienes diligentes, llevaron a la buena de Laudelina a contar la versión del accidente frente a un fiscal entre gallos y medianoche. ¿Cuáles serían las razones que llevaron a estos personajes de la arena política correntina de montar toda esta intriga aún a riesgo de quedar involucrados en la causa? ¿A quién salieron a encubrir? ¿A quién proteger desviando la atención hacia una pista falsa?
La declaración de Laudelina Peña no sólo complicó el caso con la irrupción de personajes de la política sino que precipitó la detención de un octavo involucrado en la causa: el ex policía Francisco Amado Mendez.
La declaración de este viernes del comisario Walter Maciel fue precedida de seis nuevos allanamientos simultáneos en la localidad de 9 de Julio.
Embrollada entre lo verdadero y lo falso, la jueza está llamada a encontrar algún viso de verosimilitud en la maraña de los testimonios. La causa sigue por el momento en la Justicia Federal de Corrientes. No se descarta que por presión del abogado Fernando Burlando, la causa pase a Comodoro Py.
Atrapada en la vida mentirosa de los adultos se esfuma la vida de Loan. Pasan los días y la huella vital de un niño se va diluyendo. Así de cruel. Así de triste.
Ocupados en salvar la propia piel los involucrados se van olvidando de Loan. Rescatar a Loan de un destino incierto ha dejado de ser una prioridad. Algo está funcionando muy mal en una sociedad donde un niño desaparece de entre los suyos sin que nadie pueda dar explicación alguna de que pasó con su vida.