Pelota de trapo o visión de futuro

La Argentina es una usina de talentos deportivos, pero la discusión sobre las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) divide opiniones

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El debate por el gerenciamiento del deporte (Imagen Ilustrativa Infobae)
El debate por el gerenciamiento del deporte (Imagen Ilustrativa Infobae)

La Argentina es una usina de talentos y mega estrellas deportivas, y las Sociedades Anónimas Deportivas se convirtieron, por estos tiempos, en una discusión tan extraña como contradictoria. En esta lógica binaria que constantemente nos acorrala a los argentinos, caemos en el pensamiento de que no se puede combinar la pasión con la gestión exitosa. Es allí donde aparecen las erróneas interpretaciones sobre un plan de desarrollo deportivo, el cual debe ser expansivo al crecimiento humano, económico y cultural.

Cuando nos enamoramos excesivamente del espíritu amateur, romantizamos el debate, y en consecuencia, nos sumergimos en el pobrismo, caemos en nivelar para abajo, en lugar de buscar la excelencia. La diferencia de resultados es abismal: mientras una sociedad de la Premier League o el calcio profesional italiano busca el crecimiento de sus rendimientos deportivos a través de trabajos universitarios y científicos para el estudio genético de sus deportistas, en el fútbol local la inmensa mayoría de los clubes hace malabares para pagar las cuentas de luz, agua y el aporte sindical de los ticketeros o controles de admisión.

A grandes rasgos, existen tres ámbitos definidos dentro del deporte: formativo, recreativo y competitivo. El primero es clave en el desarrollo mental, espiritual, físico, humano y social de los niños y adolescentes. El segundo segmento cubre la necesidad de diversión, esparcimiento y cuidado de la salud a determinada edad. En el área de alta competencia, es donde encontramos quizás el desafío más complejo por el crecimiento exponencial de las tecnologías y por las necesidades económicas para el desarrollo de infraestructuras modernas y de programas profesionales de alto rendimiento.

Para dimensionar las exigencias en el deporte de elite, basta con comparar una rutina de entrenamiento de hace 50 años con una de estos tiempos y notaremos que las diferencias son titánicas. La alta competencia requiere algo más que un buen olfato para tomar decisiones a la hora de interpretar un plan de entrenamiento; se necesitan números, estadísticas, mediciones, aseveraciones fácticas que constituyen la información en elementos objetivos, y en consecuencia, taxativos. Para subirse a una pista de F1 y obtener logros, no basta con tener un buen auto, un buen piloto y algunos mecánicos solamente bien intencionados. Se necesita un equipo de profesionales que analice, procese, desarrolle y comparta información, tecnología, simuladores, inteligencia artificial, para operar procesos que bajen una milésima de segundo el “pit stop” en boxes. El dinero bien aplicado es una materia prima fundamental si de desafíos deportivos hablamos.

Visión de Futuro y Cambio de Paradigma

El deporte es, junto a la educación, una de las herramientas de transformación humana más trascendentes y poderosas que puedan existir en términos sociológicos. Allí se aprende disciplina, respeto, integridad, pasión, solidaridad, trabajo en equipo y la significación del esfuerzo. Si logramos que la alta competencia se convierta en el apalancamiento del ámbito formativo de nuestros jóvenes, nuestra sociedad y nuestro país serán mucho mejor. Clubes y escuelas con mejor infraestructura, mejor tecnología, mejores gimnasios, mejores programas de entrenamiento y mejores condiciones para los profesionales y educadores. El deporte puede y debe ser una gran política de Estado, es quizás una de las materias más transversales en un sistema público y privado, mejora las condiciones nutricionales, previene la obesidad, previene el consumo de drogas y de sustancias problemáticas, aleja a los niños de la ludopatía digital, siendo en definitiva un factor determinante de salud pública.

¿Cómo Implementamos las SAD en Argentina?

Para pegar un salto de calidad, no es necesario desplegar un gran plexo normativo, sino un poco de decisión política y determinación para modificar la ley de sociedades, la cual le dará la posibilidad optativa a cada club de explorar este futuro realmente desafiante. No solo el fútbol necesita esta herramienta jurídica de aplicación inmediata, sino también el rugby, el básquet, el vóley, el hockey, el waterpolo y todas las disciplinas que pretendan cruzar la barrera hacia el primer mundo. Otra clave es la transparencia, para que ningún subsidio de una entidad de segundo grado compre voluntades e incline la balanza en decisiones supra institucionales. También el control del lavado de activos, el mercado de pases y fundamentalmente la desaparición de fondos por arte de magia de las cuentas de las asociaciones civiles sin fines de lucro.

¿Cómo Fueron las Experiencias de Este Modelo Alrededor del Mundo?

Los inversionistas, ya como accionistas, son quienes controlan los destinos a través de un consejo de administración. Estos pueden ser empresas, individuos o entidades, y los casos más emblemáticos son el modelo inglés y el italiano. Familias reales y compañías multinacionales encuentran un negocio altamente escalable y es por eso que en pocos años se constituyó el “Big Six” (Chelsea, City, Manchester United, Arsenal, Liverpool y Tottenham), un grupo muy poderoso en términos de resultados deportivos, que derrama de manera positiva en las segundas y terceras ligas. Y así el caso de Inter de Milán (Italia), Paris Saint Germain (Francia), Atlético de Madrid o Valencia (España), o el Internacional de Miami (USA), equipo donde despliega sus habilidades el rosarino Lionel Messi, mejor futbolista del planeta y quien a sus 37 años continúa rompiendo todos los récords que se puedan imaginar dentro de la cancha, y respecto a las facturaciones por representación, sponsoreo y licencias deportivas. También el caso de otro rosarino como Ángel Di María, y de todos y cada uno de los jugadores de la selección argentina, último campeón de la copa del mundo FIFA. En América Latina podemos mencionar a México, Brasil y Chile como grandes exponentes de ese camino.

Algunos Números para Comprender el Mercado y su Potencialidad

La Argentina es el tercer país del mundo en cantidad de equipos profesionales de fútbol, según el ranking FIFA. Cuenta con 103 equipos de alta competencia, detrás de Turquía (126) e Inglaterra (111), pero duplica y algo más a Chile (42), solo por mencionar un país vecino. El mercado de pases es altamente escalable, para potenciar la economía deportiva y sus satélites, ya que los movimientos de hace 5 años atrás solo ascendían a U$S 86 M en compras y U$S 200 en ventas. AFA tiene registrados 26 equipos en la Superliga, 25 en la Primera Nacional y 20 en la Primera B Metropolitana. Cuatro de cada 100 chicos llega a la primera división, siendo que casi la totalidad de los niños argentinos nace con una pelota de fútbol en sus pies, hoy con el crecimiento del fútbol femenino que es otro gran pozo de petróleo a explorar y explotar. Claramente que si se tiene la materia prima, y se transitan procesos profesionales, se obtienen resultados como el de Argentina con sus mega estrellas, logrando los 4 títulos de máximo nivel en solo 3 años (Campeón del Mundo, Bicampeón de América y ganador de la Finalissima). El 95 % de estos actores argentinos y de otros países provienen de ligas ultra profesionales donde operan administrativamente las SAD.

Hoy puede verse como un juego de inmersión o realidad virtual, pero la realidad es que nos encontramos ante una oportunidad histórica de generar riqueza material y humana en Argentina, mejores estadios, negocios, deportistas y personas, generación de nuevas empresas y emprendimientos, mayor flujo de fondos, mejores standards de calidad de vida y por sobre todo, inclusión de miles de personas a un círculo virtuoso. La República Argentina debe ir por un gran modelo de desarrollo deportivo, el desafío es extremadamente aterrador, pero definitivamente excitante.

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