AMIA: un enfoque alternativo

El atentado terrorista más trágico de América Latina y cómo se explica en la actualidad con la guerra en Medio Oriente entre Israel y el grupo terrorista Hamas

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El ataque dejó un saldo
El ataque dejó un saldo de 85 muertos y de ciento de heridos (Foto AFP)

AMIA fue el atentado terrorista mas trágico de América Latina por el número de víctimas inocentes. AMIA fue, además, parte del escenario de un conflicto mucho mayor. La guerra de Medio Oriente, que también se manifiesta entre Israel y las organizaciones armadas Hezbollah y Hamas, que recurren al terrorismo en distintas regiones del mundo.

Al respecto deseo destacar cuatro aspectos: a) Contexto de guerra en Medio Oriente y acción de la Cancillería; b) Escenario internacional del momento; c) Enfoque predominantemente interno del atentado y consecuencias d) Hipótesis, por qué en Argentina.

a) Contexto de conflicto/guerra Medio Oriente: Este aspecto central fue rápidamente asumido por la diplomacia argentina. A los pocos días del atentado se iniciaron consultas con las cancillerías, encabezadas por Guido di Tella, con la aprobación del Presidente Menem. Se consultó a Hans Blix, de Suecia -experto en negociaciones y arsenales nucleares-, que al momento asesoraba a la Argentina para la firma del Acuerdo Nuclear con Brasil y a los diplomáticos familiarizados con seguridad y desarme, en particular con Irán. Este ultimo país había sido identificado como sospechoso por la SIDE en razón de sus antecedentes y de movimientos inusuales en su Embajada.

Como resultado de las conversaciones con cancillerías, los técnicos de Naciones Unidas en temas de seguridad y terrorismo, Guido Di Tella envió una sustancial carta al Secretario General de las Naciones Unidas. La carta fue entregada formalmente por el Representante Argentino, Embajador Emilio Cárdenas (Doc. A/49/284. 29 de Julio 1994). En dicho documento, además de informar sobre la tragedia, reafirmaba la tesis de que el objetivo del atentado había sido el descarrilamiento del proceso de paz en Medio Oriente. Años mas tarde, el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton en sus memorias (“My Life”. Vintage 2004) corrobora esto, señalando que el ataque en Buenos Aires y otros atentados como los ocurridos en Panamá y Londres, responsabilizaban a Hezbollah y eran un castigo por la paz firmada entre Rabin y el Rey Hussein de Jordania.

b) Escenario internacional del momento: se transitaba el fin de la Guerra Fría. Los países blanqueaban sus programas nucleares y adherían a los tratados específicos. El Secretario General de las Naciones Unidas Boutros Boutros-Ghali publicaba la “Agenda para la Paz” y la “Agenda para el Desarrollo”, en razón de la reducción de los gastos de armamento. El Presidente Yeltsin suprimía armas nucleares en Ucrania, Bielorrusia y Kazastán y no continuaba su cooperación con Irán. Estados Unidos acompañaba el nuevo “clima” de distensión” sin necesidad de presionar. En misma sintonía y para poder vender abiertamente reactores nucleares, Argentina ratificó Tlatelolco y el Tratado de No Proliferación Nuclear, antes duramente criticado. Dentro de esas líneas se iniciaron conversaciones con Irán para suspender el acuerdo de cooperación. Participaron la Cancillería y la CONEA, pagándose una indemnización importante. Las relaciones con Irán en lo comercial, siguieron aunque con frialdad, y se mantuvieron las respectivas embajadas. Otros países también le redujeron su participación.

Siempre en este contexto de conflicto internacional, Di Tella solicitó y obtuvo una reunión del Consejo de Seguridad. Los miembros del Consejo y la Secretaría estudiaron el requerimiento y coincidieron con su enfoque, ataque terrorista en contexto conflicto de Medio Oriente. Fue de gran ayuda Madeleine Albright, representante de Estados Unidos, sosteniendo que el terrorismo requiere acciones enérgicas (bolder actions) ya que la justicia ordinaria es lenta (A Memoir, Miramax, 2003). El representante británico Sir David Hannay, en igual sentido.

El Consejo de Seguridad aprobó una Declaración ( S/PRST/2994/40, 29 julio. 1994) condenando los ataques terroristas en Buenos Aires y Londres, este último los días 26 y 27 de julio de 1994. Claramente el contexto indicaba una serie de atentados dentro del conflicto de Medio Oriente y en modo alguno una situación exclusiva entre Argentina e Irán por la suspensión de un contrato, como ligeramente se ha sostenido. La Cancillería estaba convencida que una adecuada acción internacional permitiría llevar a los responsables a una condena mayor y posibilitar un juicio y reparación. Así había sido el caso de Rafic Harari, Primer Ministro del Líbano asesinado por terroristas, o la indemnización ordenada por la Justicia norteamericana por el atentado sufrido en el Líbano muchos años antes (NYTimes, 24/3/14). Con la Declaración del Consejo en el bolsillo, Di Tella se reunió con el Canciller Iraní, Velayati, en Copenhague, aprovechando la reunión sobre Desarrollo Social de las Naciones Unidas. Las autoridades iraníes daban a entender que cooperaban con Hezbollah en su rama politica. Al ingresar Argentina al Consejo de Seguridad en 1999, el Representante de Irán en las Naciones Unidas, Nejad Hosseinian, me invitó a una comida privada, cónyuges incluidos. El tema del atentado no surgió, pero, era claro, les preocupaba que el Consejo retomase la iniciativa argentina y fuesen pasibles de sanciones u embargos. En el año 2001, el Consejo de Seguridad adoptó la Resolución 1373/2001 declarando al terrorismo “amenaza contra la paz” y “el derecho individual o colectivo aplicando la legítima defensa de combatirlo por todos los medios (by all means)”. La Resolución hizo igualmente responsables a quienes organicen, instiguen, asistan, participen o den refugio a quienes cometan actos terroristas. Esta Resolución es obligatoria para todos los Estados. Es más, el Consejo de Seguridad creo el Comité contra el Terrorismo para, entre otras cosas, cooperar con los gobiernos en la investigación y persecución de quienes cometieran dichos actos (no consta que se haya requerido su asesoramiento). Esto no fue todo. Durante el Gobierno de Eduardo Duhalde, siendo Canciller Carlos Ruckauf, se creo el Grupo “Cuatro más Uno” (Argentina, Brasil , Paraguay, Uruguay y EEUU) para controlar la Triple Frontera y corroborar las sospechas y constataciones que la Justicia y la SIDE habían obtenido.

c) Ámbito Interno: no obstante este cúmulo de elementos y antecedentes internacionales en la materia, en la Argentina se inclinó la balanza hacia un problema más “doméstico”, el incumplimiento de un contrato entre dos países. No se recurrió a los órganos de las Naciones Unidas creados para combatir y aclarar los actos terroristas. Ello generó el riesgo de utilización política y dilaciones, como había reflexionado Madeleine Albright. De ese modo, se le restó trascendencia al hecho terrorista, se lo redujo a una cuestión de menor nivel y se afectó aun más a las víctimas. Recuerdo que Koffi Annan hacía presente este riesgo a cuantas autoridades argentinas lo visitaban (reunión con el Ministro de Defensa, Jorge Domínguez).

En síntesis, el atentado a la AMIA fue resultado de un contexto internacional violento y trágico, sin lugar para “virtuosos”. La opinión de Bill Clinton y del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas fueron inequívocas. En modo alguno el atentado se habría motivado por la suspensión de la cooperación con Irán, país al que se le pagó una solida indemnización. Los motivos posiblemente fueron otros, pero nunca justificables. Esa suspensión no sorprendió a Irán, atento el clima post guerra fría señalado anteriormente (Ver Javier Sinay “Despues de las 09.53″, Sudamericana, 2024 y también, María Zupello, Informes Mossad, Infobae, 8/7/2024 y Gabriel Levinas, “La Ley Bajo los Escombros”, Sudamericana, 2014).

d) Cabe ahora preguntarse por qué -además de hacerlo en otros países- se decidió atacar comunidades argentino-israelíes en nuestro territorio. Volvamos al contexto y a la historia, imprescindibles para entender la política exterior. Al fin de la Primera Guerra Mundial la comunidad judía eligió a la Argentina para establecerse. Mucho antes que Israel pudiese constituirse como Estado. Famoso el debate entre el Barón Hirsch y Teodor Herzl sobre Palestina o la Argentina. Argentina fue uno de los países que mas refugiados recibió perseguidos por el nazismo (James Mc Donald, “Advocated for the Doomed”, 2007, Alto Comisionado Liga de Naciones para Refugiados, destacó el rol de Dreyfuss, Bunge y Born el Dr. Aleman y otras personalidades. Ver también Ronald C. Newton, Stanford, 1992, citado por Juan B. Yofre). El Gobierno de Juan D. Perón estuvo entre los primeros en reconocer al Estado de Israel y designar un importante embajador. La Fundación Eva Perón, desde 1949 en adelante, envió ayuda de todo tipo a Israel (Ver, Mariano Caucino, “El Perón que no miramos”, Arete, 2021). La Resolución 242/67 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que dio status a Israel respecto del Grupo Árabe y puso fin a la Guerra de los Seis Días, fue redactada por Argentina (Embajador Hugo Gobbi), que consistentemente respaldó la seguridad de Israel. Cabe adicionalmente destacar que Israel es un estado con un pequeño territorio soberano pero que -caso único- posee un trascendente alcance religioso y cultural mas allá de sus fronteras, reflejado en sus comunidades externas. Una de las mas importantes, educadas e influyentes es la comunidad argentino/judía. Igualmente una de las comunidades judío/argentinas radicadas en Israel es muy culta y conectada con la Argentina. Es una relación particular, enriquecedora y es de desear que estas características no cambien y se solidifiquen. Por consiguiente, no debe sorprender que el terrorismo haya atacado en Argentina consciente de la especial asociación existente entre ambos países. En estos momento, que el gobierno nacional considera un juicio en ausencia, seria deseable no ignorar todos estos antecedentes internacionales que darían mayor credibilidad al reclamo argentino y a una reparación.

Concluyo rindiendo homenaje a Guido Di Tella, Canciller, con quien colabore como Subsecretario y Vicecanciller desde 1991 hasta septiembre de 1996. Con el apoyo del presidente Menem, con profesionalismo y sin estridencias, fiel a su estilo, contribuyó a poner el atentado en el nivel de acto terrorista internacional. A todos los colegas de la Cancillería que ayudaron con sus contactos y conocimientos en lo que era una gesta de justicia y reparación. A los funcionarios de la SIDE que proveyeron información respetando las reglas del derecho internacional. Finalmente, a los funcionarios extranjeros que apoyaron estas iniciativas. Es de esperar que las víctimas de la AMIA tengan ahora justicia, ajena a las peripecias de la política doméstica.

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