Tanto dispositivo móvil entre jueguitos, redes sociales y buscadores ha generado un fenómeno conocido como “conexión digital, desconexión social”; y aunque las pantallas ofrecen numerosas ventajas, como acceso instantáneo a la información, entretenimiento 24/7 y la posibilidad de mantener contacto con personas a distancia, también presentan riesgos significativos, particularmente en términos de interacción social y desarrollo emocional, además de trastornos cognitivos, como la falta de concentración, distracción, y falta de asombro, entre otros.
La desconexión social tiene efectos profundos en el desarrollo de los jóvenes. La falta de actividad física y de comunicación directa con sus pares no solo afecta su desarrollo social, sino que también puede tener implicancias en su bienestar emocional y físico. Es esencial replantear el uso de la tecnología para fomentar espacios de interacción y juego activo.
La interacción cara a cara es crucial para desarrollar habilidades como la empatía, la comunicación efectiva y la resolución de conflictos, y la prevalencia de la comunicación digital puede limitar estas oportunidades. Inclusive, los jóvenes se vuelven dependientes de las redes sociales para validar su autoestima, lo que puede generar ansiedad y depresión cuando no reciben la cantidad de “me gusta” o comentarios que esperaban.
Además, la sobreexposición a contenidos digitales puede afectar la capacidad de los chicos para concentrarse y mantener una conversación significativa. La comunicación online suele ser superficial y fragmentada, lo que impide el desarrollo de relaciones profundas y significativas. Este fenómeno ha llevado a un aumento en los casos de soledad y aislamiento entre los adolescentes, incluso cuando están constantemente “conectados” digitalmente. De tan conectados, terminan desconectados. Una gran paradoja.
Uno de los debates más recurrentes en el contexto educativo es el uso de los celulares en la escuela. Muchas instituciones están comenzando a prohibir estos dispositivos, argumentando que son una fuente de distracción más que un recurso de aprendizaje, y otras han creado “zonas libres de tecnología” para promover la interacción social con resultados positivos. Tal vez la solución no sea la prohibición total, sino su integración inteligente y estratégica en el aula.
Lo cierto es que el potencial distractor de los celulares, con sus notificaciones constantes y acceso inmediato a entretenimiento, puede afectar la atención y concentración necesarias para el aprendizaje, por lo que durante las horas escolares, se debería limitar el uso de dispositivos electrónicos personales para evitar distracciones y fomentar la atención plena en las clases y actividades presenciales.
Pero además, resulta esencial que en la escuela le enseñe a los estudiantes a hacer un uso saludable y equilibrado de la tecnología. Esto incluye lecciones sobre los riesgos del uso excesivo de pantallas, la importancia de la privacidad online, la adicción que podrían generar los juegos y apuestas online, y cómo identificar y manejar el ciberacoso, entre otros riesgos que están muy presentes en la actualidad.
Por otro lado, resulta importante fomentar la interacción cara a cara en las aulas. Las actividades grupales y los proyectos colaborativos son oportunidades valiosas para que los estudiantes practiquen habilidades sociales en un entorno controlado.
Los recreos no son la excepción: lo que solía ser un espacio vibrante de juegos y risas ahora ha cambiado drásticamente. En lugar de ver a los chicos corriendo y jugando, vemos estudiantes absortos en sus celulares. Desalentar el uso de celulares durante los recreos, para fomentar una mayor interacción social y física entre los estudiantes requiere de estrategias creativas y atractivas que promuevan alternativas interesantes al uso de estos dispositivos.
Además, ya es hora de repensar los tiempos de los recreos. Muchos estudios afirman que recreos más largos serían beneficios ya que mejoran la concentración, reducen el estrés y fomentan el desarrollo social. Además, permiten que los estudiantes liberen energía, lo que contribuye a un mejor rendimiento académico y un ambiente de aprendizaje más positivo.
En ese contexto, con recreos más extensos, podríamos pensar en zonas de juego activas equipadas con materiales para deportes, pisos pintados con tableros de juegos, y otros elementos. La disponibilidad de recursos lúdicos y deportivos puede incentivar a los estudiantes a participar en actividades físicas y sociales en vez de sentarse con sus celulares. También se podrían organizar momentos de interés o talleres cortos abarcando una amplia gama de actividades como arte, música, ajedrez, ciencia, y literatura. Al ofrecer actividades dirigidas que capturen los intereses de los estudiantes, es más probable que se despeguen voluntariamente de sus pantallas.
Por otro lado, se podrían establecer rincones de lectura cómodos y atractivos en áreas tranquilas del patio. Promover la lectura como una alternativa relajante al uso de celulares puede ser especialmente atractivo para algunos estudiantes.
Fomentar programas de mentoría o “buddy system”” donde estudiantes de cursos superiores organicen juegos y actividades para los más jóvenes puede no solo reducir el uso de celulares, sino que también promueve la inclusión y el desarrollo de habilidades sociales. Otra opción es involucrar a los estudiantes en proyectos de jardinería o cuidado del medio ambiente que se puedan realizar durante los recreos. Actividades como el cuidado de una huerta escolar pueden ofrecer una experiencia enriquecedora y conectar a los estudiantes con la naturaleza.
Por qué no, organizar concursos o retos temáticos que se desarrollen durante los recreos, como competencias de talento, búsqueda del tesoro, o juegos de preguntas y respuestas. La competencia amistosa puede ser un gran incentivo para participar en actividades grupales.
Pero para que todo esto funcione, es importante realizar campañas educativas que destaquen los beneficios de reducir el tiempo de pantalla y fomentar las interacciones cara a cara. Involucrar a los estudiantes en la creación de estas campañas puede aumentar su efectividad por lo que sería una buena idea invitar a los estudiantes a compartir sus ideas y preferencias sobre actividades recreativas sin celulares. Incluirlos en el proceso de decisión puede aumentar su compromiso y disposición a participar.
La escuela debe poner mucho énfasis, además, en los eventos extracurriculares, como clubes y deportes, que promuevan la interacción cara a cara y fortalezcan los lazos comunitarios.
La conexión digital es una realidad inevitable en la vida de los niños y adolescentes de hoy. Sin embargo, es responsabilidad de los adultos en sus vidas, tanto en la escuela como en el hogar, asegurarse de que esta conexión no conduzca a una desconexión social. Al enseñarles a usar la tecnología de manera equilibrada y fomentar las interacciones cara a cara, podemos ayudarlos a desarrollar las habilidades sociales y emocionales necesarias para tener éxito en un mundo cada vez más digital. Es un desafío enorme que nos interpela a crear un entorno donde la tecnología enriquezca, en lugar de empobrecer, las relaciones humanas.