Los riesgos y efectos nocivos que genera en las infancias la exposición a las pantallas deben ser abordados con total seriedad y compromiso. En múltiples investigaciones se indica que la exposición temprana y prolongada a medios electrónicos se asocia a un mayor riesgo de síntomas psicofísicos, en especial con cuestiones relacionadas al aislamiento social, alteraciones de la atención y del sueño, hiperactividad, trastornos de ansiedad y depresión.
Es necesario proteger a los grupos más vulnerables y que el Estado arbitre los medios necesarios para que los adultos responsables de niños y niñas accedan a la información sobre los peligros del uso inadecuado de la tecnología.
La exposición a las pantallas impacta negativamente en la salud física y mental de los menores de edad generando inconvenientes como dificultad para conciliar el sueño, pubertad precoz, problemas oculares, ansiedad, intolerancia a la frustración, impacto negativo en el juego creativo, ideales de bellezas erróneos, baja autoestima, retraso en el lenguaje, entre tantas otras.
Por esto, desde la Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos Aires presentamos un proyecto para que se concientice sobre dichos efectos con cartelería y/o folletería colocadas en establecimientos sanitarios, maternales, pediátricos, públicos y privados, provinciales y municipales, y en los centros de venta de dispositivos electrónicos de la Provincia.
Los efectos nocivos que la exposición a las pantallas provoca en los chicos están demostrados. Según el neurólogo infantil del Hospital de Niños Sor María Ludovica de la ciudad de La Plata, “como concepto general, mirar las pantallas a un nene le impide exponerse a experiencias sensoriales que le permitan que su cerebro se desarrolle con normalidad”.
Debemos abordar esta problemática, que está afectando a las infancias cada vez en mayor medida, respaldados en las investigaciones del propio Pedersoli, de la Academia Americana de Pediatría (AAP), de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), entre otras tantas, que nos alertan sobre la nocividad de estas “nuevas adicciones” de nuestros menores.