La mayor parte de los empleos creados en los últimos años requieren de estudios secundarios y universitarios, lo cual explica la creciente diferencia en la desocupación según el nivel educativo. El nivel educativo secundario se está transformando en el piso establecido por la mayor parte de las empresas para el reclutamiento de su personal.
En el mundo se están eliminando empleos no calificados y aumentando la demanda por trabajadores con mayor educación, por eso la escuela ayuda a abatir la pobreza y también al crecimiento económico. La mayoría de los pobres tiene trabajos precarios y poco calificados o están desocupados, porque carecen de un buen nivel educativo.
Nuestra graduación secundaria no solo es baja sino también desigual, ya que de cada 100 niños que en el año 2010 ingresaron al primer grado privado se graduaron en el 2021 en la escuela secundaria privada 76, mientras de los que fueron a escuelas estatales se graduaron apenas 47, es decir muchos menos. Nuestro sistema educativo avanza hacia la consolidación de un modelo desigual y socialmente regresivo.
Los gobernantes firmantes del reciente pacto en Tucumán el 9 de Julio expresaron: “Declaramos y ratificamos nuestro compromiso con el Pacto de Mayo, conforme a lo convenido en las siguientes diez cláusulas, establecidas con el objetivo de reconstituir las Bases de la Argentina y reinsertar a nuestro pueblo en la senda del desarrollo y la prosperidad”. La cuarta cláusula expresaba la necesidad de “una educación inicial, primaria y secundaria, útil y moderna, con alfabetización plena y sin abandono escolar”.
Para hacer efectivo el cumplimiento de esta cláusula es necesario comenzar por cumplir tres leyes educativas que no se cumplen y exigen:
- Efectivo año lectivo de 190 días
- Jornada extendida en las escuelas
- Efectivo cumplimiento de la obligatoriedad de la escuela secundaria
Tengamos presente que hace ya varias décadas que aumenta la escolarización en las naciones que lideran no solo el crecimiento económico, sino también el abatimiento de la pobreza y el avance tecnológico. Es hora de una política educativa de calidad y con inclusión social, para así asegurar la igualdad de oportunidades, y abatir la pobreza en este siglo XXI, caracterizado como el siglo de la ciencia y la tecnología.