Argentina, faro del sentido común en América

La asamblea de la OEA reunida en Paraguay fue escenario de la batalla cultural que pone en jaque a agendas ideológicas minoritarias que solo representan a la casta internacional

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Representantes de los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) reunidos durante la 54ª Asamblea General de la OEA, en Paraguay - 28 de junio de 2024 (EFE/ Bienvenido Velasco)
Representantes de los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) reunidos durante la 54ª Asamblea General de la OEA, en Paraguay - 28 de junio de 2024 (EFE/ Bienvenido Velasco)

Lo que está sucediendo en nuestro país es histórico. Y es cada vez más evidente que el “efecto Milei” empieza a extenderse en todo el continente y en el mundo. Entre muchos factores, probablemente sea distintivo el hecho de que su agenda de gobierno y su línea discursiva se basen -algo insólito en el correctismo político- ni más ni menos que en hacer exactamente lo que anunciaba en su campaña electoral.

En este sentido, el liderazgo de Javier Milei hoy lo sitúa como un adalid de dos batallas: una económica y otra cultural, y ésta puede cambiar definitivamente el rumbo de nuestra historia.

Entre el 26 y 28 de junio se realizó la 54ª Asamblea General de la Organización de Estados Americanos en Paraguay y el papel desempeñado por nuestro país reflejó con honores las posturas que Javier Milei ha sostenido durante su campaña y en sus constantes participaciones en eventos internacionales. Junto a Paraguay y El Salvador, Argentina ha vuelto a llevar el sentido común a ese ámbito y a hacer eco de las palabras que el propio Presidente pronunció hace solo unos meses en la 54° Reunión Anual del Foro Económico Mundial en Davos.

En dicho sentido, mientras el caso Loan estremece a nuestro país, en la Asamblea General de la OEA, la delegación argentina pidió agregar, en la resolución sobre derechos de los niños, el término “venta de niños” además de “explotación” para combatir este flagelo. No debería haber habido oposición alguna a algo tan sencillo como condenar ese crimen atroz, que todos los países miembros del organismo tendrían que condenar en conjunto.

A pesar de que ese término se usa también en la Organización de las Naciones Unidas, la discusión se prolongó durante una hora, y países como México y Colombia se opusieron a la propuesta argentina. Puede parecer anecdótico, más es un claro ejemplo de que hay una casta ideológica internacional que Argentina expuso en cada resolución discutida.

Si queremos pensar que de cualquier cosa surge un derecho humano se produce la inflación de los derechos humanos que deviene en el caos de plantear dialécticas crueles e hipócritas: hombres vs mujeres, niños vs madres, docentes vs alumnos, y un sinfín de divisiones sociales que construyen el relato del progresismo. Y esta es la inflación que se combate desde la batalla cultural.

Javier Milei expuso esto en Davos cuando subrayó que “en lo único que devino esta agenda del feminismo radical es en mayor intervención del Estado para entorpecer el proceso económico” y expuso que parte de esa agenda es impulsar mecanismos de control poblacional refiriéndose también a la agenda sangrienta del aborto.

La delegación argentina en la OEA por primera vez se animó a exponer también la ridiculez planteada en el borrador de la resolución de los Estados Americanos “por la igualdad sustantiva y la participación plena, igualitaria, significativa y efectiva de todas las mujeres a través de sus políticas exteriores” la cual busca imponer en nuestra nación y a todos los estados miembros una política exterior con perspectiva de género y “políticas exteriores feministas”. Como siempre, en esa misma resolución se habla de “derechos reproductivos”, término que en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos se usa para referirse al aborto.

Pero tomar postura en estas discusiones va mucho más allá de “resoluciones”, o “recomendaciones”, a través de las cuales los organismos internacionales hace años intentan colar estas ideas, pues es bien sabido que ninguna de estas fuentes es más que un “argumento de autoridad” pero nunca de “obligación”, como intentan instalar los grupos que promueven estas ideologías cuando ven atacados sus intereses. Lo que aquí está en juego es la batalla cultural que hoy pone en jaque a las agendas ideológicas minoritarias que solo representan a la casta internacional.

Lo que Argentina está haciendo es poner en evidenciar la falta de sentido común que alejó a esas discusiones de los problemas reales de la sociedad. De los problemas de fondo. Y sí. Gobernar es poblar. Y la ideología de género, abortista y antinatalista ha recibido un revés en la Organización de Estados Americanos.

Ahora sí, nuestro país comienza a ser un faro del sentido común en la región y en el mundo.

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