Milei: fase 2

Tras la aprobación de la ley de Bases, muchos se preguntan si el Presidente podrá seguir funcionando con los mismos instrumentos que lo trajeron hasta aquí dentro de las coordenadas institucionales de nuestro sistema

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Javier Milei en su discurso
Javier Milei en su discurso a espaldas del Congreso

¿Milei es un fenómeno estructural? o ¿Es un accidente de la historia? La pregunta es inquietante y es la apertura del libro “El fenómeno Milei” del chileno Alberto Mayol. En una descripción rocambolesca de la personalidad del libertario, el escritor sostiene que lo que el Presidente tiene un trasfondo global y responde a procesos estructurales.

“Milei es el nombre de una esperanza, de un acierto o de un error, de una época medio viva y medio muerta, es el hijo de nuestro estupor, el retoño de nuestra confusión...Milei es una ópera, una extravagancia...” escribe el autor.

“Milei quiere ser el león. Y quiere devorar la casta política...y es probable que en ese resentimiento se encuentre la fórmula mágica del éxito electoral de un hombre que apareció de pronto, sin avisar, como una broma, como un showman, como un provocador, como un economista experto, como una ensoñación”, agrega.

Imposible entender lo que Milei expresa sin comprender un contexto de época que está mucho más allá de nuestra realidad de cabotaje.

Giuliano Da Empoli, autor de otro libro atrapante “El mago del Kremlin” advierte acerca del enojo, de la furia de las sociedades contra el establishment de la política.

En “Los ingenieros del caos”, da Empoli hace eje en la cuestión del enojo como un recurso siempre explotado por los políticos y los estratégicos “bancos del enojo” que existieron siempre y fueron motorizados desde distintas ideologías durante el siglo XX y que hoy reaparecen de la mano de nuevos emprendedores políticos en un contexto de época que los potencia hasta la exasperación.

La evolución del ecosistema de medios y la aparición de las plataformas superpoderosas a las que no les interesa ni lo verdadero ni lo falso, ni la derecha ni la izquierda, ni lo bueno ni lo malo porque no tienen ideología es rápidamente capitalizada por los estrategas comunicacionales de los nuevos líderes populistas.

Los “ingenieros del caos” describe da Empoli, se aplican en viralizar contenidos muy focalizados con un dominio superlativo de las nuevas herramientas técnicas. Relevados de la necesidad de construir mayorías indiscriminadas para llegar de manera simultánea a más gente, se concentran en sobreexcitar, en tensar los extremos a todos los niveles.

Estas dinámicas impactan muy fuerte en la política. La energía que generan produce corrimientos emocionales hacia los bordes, tanto por derecha como por izquierda, diluyendo los centros, haciéndolos hundir, desaparecer. La moderación en todas sus formas se esfuma, queda descalificada, fuera de juego.

Imposible analizar el escenario político con los instrumentos que se utilizaron hasta aquí desde lo analógico. El avance de lo digital lo cambió todo. Giuliano da Empoli describe a los nuevos líderes populistas en el contexto digital partiendo de algunas premisas irrefutables con una nueva caja de herramientas.

Según este ensayista y consultor multipremiado, cuando la opinión pública llega a un cierto nivel de desconfianza y enojo, todas las reglas de la política se invierten. Lo que estaba bien pasa a estar mal y lo que estaba mal se presenta como bueno. Esta mirada resulta interesantísima para entender este tiempo.

El ministro de Economía, Luis
El ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili en la conferencia que dieron sobre la segunda fase del Gobierno (Foto: Gustavo Gavotti)

Los nuevos líderes populistas exacerban estas realidades tensionando sobre las emociones y las pulsiones más extremas. Acicatea el odio, la confrontación y el conflicto como una manera de fidelizar y cohesionar.

Prometen la humillación de la casta, del establishment, y cumplen. Convocan a reconocerse en otros, compartiendo impulsos y sensaciones, con los que terminan formando comunidad. Tribalizan. Utilizan las informaciones falsas y la difusión de teorías conspirativas para catalizar la adhesión.

Para da Empoli los nuevos populistas a menudo son standaperos y se mueven con comodidad dentro del mundo del show business. Estas habilidades forman parte de la nueva lógica política. También mueven desde una impronta de encendido voluntarismo que fogonean con intensidad poética en orden a la construcción de algo que se desea y promete.

Se trata de liderazgos disruptivos que hacen pie en lo excéntrico, que se presentan desde una ruptura también estética.

Si el sistema político es insoportable, la elección misma de la locura aparece como una opción razonable. Giuliano da Empoli fundamenta estas aseveraciones en la idea de que a mayor riesgo inminente, individuos y sociedades, optan por las salidas menos previsibles, las más riesgosas.

De acuerdo a esta mirada, los nuevos líderes populistas terminan en muchos casos siendo los primeros enemigos de sí mismos. Pero los hay también competentes, exitosos. Los que revistan en esta categoría suelen manejarse en un doble nivel. Gobiernan de manera eficiente recurriendo a métodos ortodoxos y consiguiendo resultados pero mantienen una comunicación de provocación permanente renovando sus enemigos para mantener activa la dimensión identitaria de sus seguidores.

La vieja política reacciona con desconcierto frente a la irrupción de estos nuevos actores. Pasa entre nosotros con la llegada de Javier Milei al poder. La idea de defenderse recurriendo al mismo instrumental, acicateado el conflicto y utilizando la desintermediación para comunicarse con las audiencias sólo acelera los procesos de polarización.

Tras la aprobación de la ley de Bases, Milei entra en la segunda fase de su gobierno. Muchos se preguntan si podrá seguir funcionando con los mismos instrumentos que lo trajeron hasta aquí dentro de las coordenadas institucionales de nuestro sistema.

El trajinado proceso que condujo a la aprobación de la ley dejó a los espacios políticos de la oposición dañados por la fragmentación. Esto es especialmente así en el caso de los potenciales aliados de los que el libertario esperaba una adhesión absoluta e incondicional.

La primera semana de la segunda etapa mileísta termina con la dramática oficialización de una fractura. El desplazamiento sin vuelta atrás de Patricia Bullrich y sus seguidores del PRO, ejecutado bajos los auspicios de Mauricio Macri, preanuncia la ruptura definitiva del partido amarillo.

El macrismo puro y duro ya hizo saber que no habrá fusión con la Libertad Avanza. Se manifestó la voluntad de seguir acompañando al oficialismo en “todas las iniciativas que acompañen el cambio que la Argentina votó”, pero todo ocurre en un contexto de equilibrio inestable.

Patricia Bullrich hizo saber a los suyos que “son parte de este gobierno”. Sus seguidores fustigaron a Macri: “Se quedan con un partido chiquito, de amigos, de perdedores”.

El gobierno calmó los ánimos al interior de la feroz disputa en el PRO. “Nada puede empantanar lo que viene funcionando muy bien, nos han apoyado la Ley Bases, coincidimos en muchas cosas, nada puede interferir en esa relación”, salió a decir el vocero Manuel Adorni.

El oficialismo, que esta vez contó con el apoyo de la UCR, logró abortar el tratamiento sobre tablas de la reforma jubilatoria. Una ley que de aprobarse, Milei prometió vetar.

Lo que viene por delante es para el oficialismo impredecible. Con un frente opositor pulverizado, demandará un enorme trabajo de rosca y negociación cuerpo a cuerpo en orden a construir las mayorías necesarias para aprobar las leyes que se promete impulsar.

La llegada de Federico Sturzenegger suma intensidad al oficialismo. Fundamentalista, se abocará a los procesos de desregulación de la economía. Los roces con Caputo, si se producen, sólo podrán ser moderados por Javier Milei.

Alberto Mayol, quien además del libro “El fenómeno Milei” es libretista de óperas sostiene que Milei no le tiene temor a los procesos autodestructivos, y aunque rehúye en su análisis de la historia personal de Milei sostiene que funciona como un niño dañado qué busca de fama... Una versión mejorada de esos chicos que protestan lanzando pintura a los cuadros famosos...para los cuales su principal interés es llamar la atención”

Para este autor “Milei no es un liberal: es un anarcocapitalista”, Milei no es un fenómeno barrial. Es un acontecimiento global. Milei es un acelerador de partículas. Alguien capaz de producir un aumento de la velocidad de los objetos a su alrededor. Milei choca contra el sentido común imperante y vence. Hace basa en la destrucción y en el conflicto. Fogonea desde su inestabilidad.

El Presidente, que se pavonea con su condición de topo para destruir el Estado desde adentro, está gobernando y más temprano que tarde tendrá que hacerse cargo de sus contradicciones. Ese es su principal desafío.

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