Reordenar la macroeconomía es una tarea muy compleja, pero el camino elegido por el actual gobierno es incorrecto. La herencia económica recibida fue muy mala, con mega cepo, atraso cambiario, inflación elevada y en aceleración, caída de los salarios reales, elevado déficit fiscal, crecimiento de los pasivos remunerados del BCRA con altísimas tasas de interés, caída abrupta del crédito, fuerte crecimiento de la deuda con importadores, caída de reservas, y todas las consecuencias que esto generó sobre la economía real y sobre las condiciones de vida de la sociedad. Reordenar esta macro resulta una tarea sumamente compleja, pero la apuesta al cortoplacismo regido por la lógica financiera, y la destrucción del Estado y de la economía real claramente no es el camino.
El actual gobierno eligió realizar de entrada un salto abrupto del tipo de cambio con el objetivo de corregir el atraso cambiario, y permitiendo su total traslado a precios, bajo la lógica extrema de las dinámicas de libre mercado, perjudicando muy fuertemente el poder adquisitivo de los ingresos y deteriorando aún más la ya golpeada calidad de vida de la población. Buscó también dar una señal contundente de corrección fiscal, llevando adelante un brutal ajuste, basado en recortes a las provincias, freno total de la obra pública y licuación de los haberes jubilatorios. También se realizaron anuncios grandilocuentes en materia de despidos y achicamiento del Estado, en muchos casos necesarios, pero de bajo impacto sobre los grandes números, y con severo daño en el funcionamiento de muchos servicios públicos. Se trata más bien de anuncios que permiten sostener cierto apoyo de parte de una sociedad que se encontraba harta de un Estado que se tornaba cada vez más grande e inútil. Sin embargo, uno de los elementos clave en este ordenamiento fiscal, que son los subsidios energéticos, postergan su reacomodamiento, por temor al impacto que pueden tener sobre el ingreso disponible y sobre la dinámica inflacionaria en un momento donde pareciera encontrarse un piso.
La desinflación como la acumulación de reservas necesitan de la recesión. El ancla del modelo actual es la caída de la actividad, para contener precios e importaciones. Esta dinámica es insostenible
En estos seis meses de gobierno los indicadores dan cuenta de un fuerte impacto negativo sobre la economía real, donde se observa el ingreso a una recesión de importante magnitud, con su consecuente pérdida de empleo. Se presenta también una dinámica inflacionaria decreciente, después de un fuerte salto tras el reacomodamiento cambiario. Esto último sostiene la expectativa en muchos sectores de la sociedad que veían su vida fuertemente convulsionada por ese fenómeno transversal que implica la suba persistente del conjunto de precios de la economía. La reversión de esta dinámica inflacionaria va a distorsionar fuertemente las expectativas.
Pero tanto la desinflación como la acumulación de reservas necesitan de la recesión. El ancla del modelo actual es la caída de la actividad, para contener precios e importaciones. Esta dinámica es insostenible.
Todos los componentes de la demanda vinculados al mercado interno caen, sólo crecen las exportaciones (+9,4%, en el primer cuatrimestre del año), pero dicho aumento se explica por los productos primarios (+37%) y las manufacturas de origen agropecuario (+7,2%), mientras que las manufacturas de origen industrial cayeron un 11,3 por ciento. Se ve claramente que la argentina no se puede plantear como salida un modelo de crecimiento impulsado por exportaciones, no sólo por la baja participación de las mismas en la demanda agregada (13%), sino también por el sesgo primario y la baja generación de empleo y valor agregado. Es importante agregar también que la dinámica de crecimiento de las exportaciones se ve limitada por la pérdida de competitividad cambiaria, y que en el actual contexto un nuevo reacomodamiento del tipo de cambio implicaría traslado a precios, aún en un contexto recesivo.
La fragilidad es muy importante, y un simple cambio de expectativas podría provocar un ajuste abrupto, como suele darse en la dinámica financiera
Todos estos problemas empiezan a percibirse en los mercados financieros, que ya han comenzado a percibir la dinámica de ajuste como insostenible, la acumulación de reservas como escaza, el atraso cambiario como un problema, y los vencimientos de deuda en el corto plazo, como grandes luces de alerta. El mercado financiero durante estos seis meses presentó una dinámica alcista en precios de bonos y acciones, con su consecuente baja en el riesgo país, y una compresión de la brecha cambiaria, todo montado sobre un juego de expectativas. En ningún momento ocurrió un ingreso de dólares a la economía, excepto muy pequeños volúmenes de capitales especulativos. De esta forma, la fragilidad es muy importante, y un simple cambio de expectativas podría provocar un ajuste abrupto, como suele darse en la dinámica financiera. La percepción de atraso cambiario, el lento ingreso de dólares por liquidación de exportaciones, y la agresiva política de baja de tasas de interés por parte del BCRA, comienza incrementar nuevamente la brecha cambiaria, lo que podría generar que el dato del mes de mayo represente un piso para la inflación mensual. Este comienzo de reversión en la dinámica inflacionaria puede terminar con la única expectativa que sostiene todo. Algo similar ocurre con la expectativa que generó el propio gobierno en relación al levantamiento del cepo. El perfil de vencimientos de deuda del año próximo es muy importante, cercano a los 15.000 millones de dólares de deuda relevante, entre nación y provincias. Se necesita levantar las restricciones cambiarias para lograr refinanciar los vencimientos, ya que la cuenta corriente no permitiría enfrentar los vencimientos con el mercado de deuda cerrado. Se instaló la idea de la existencia de una posible línea de financiamiento con el FMI y algún otro organismo, por entre 15.000 y 20.000 millones de dólares. Esto no va a ocurrir. La Argentina sigue postergando vencimientos con el organismo, y se encuentra por encima de todos los límites establecidos a los socios, luego del crédito irresponsable que se tomó durante el gobierno de Mauricio Macri. No existe posibilidad técnica de que el FMI otorgue una nueva línea de crédito en las actuales condiciones. Levantar el cepo sin un respaldo de dólares genuinos es muy riesgoso, a pesar de que la recesión absorba parte del traslado a precios de la devaluación.
Para salir de este entramado tan complejo el país requerirá de una fuerte concertación en el plano político, que conduzca a su vez a consensos sobre la necesidad de reordenamiento de la macroeconomía.
Desde EcoPol Analytica estamos trabajando en una propuesta de modelo que garantice los equilibrios macroeconómicos necesarios para impulsar la transformación de la estructura productiva. El esquema macroeconómico propuesto aborda a la política cambiaria, con tipo de cambio real competitivo y estable, diferenciación vía retenciones al sector primario exportador, y foco en la acumulación de reservas; la política fiscal, con objetivo sobre el equilibrio de las cuentas públicas basado en una estructura tributaria progresiva y la utilización de esta herramienta de política macroeconómica con fines contracíclicos; la política monetaria, respetando la soberanía basada en la moneda nacional, con tasa de interés estable y positiva, y sobre una lógica de mandato dual entre el control de la inflación y el estímulo al crecimiento; y la política industrial, basada en estímulos a sectores estratégicos. El mismo trabajo contempla un plan de transición como salida a la crisis, con algunos puntos clave como la aceleración del crawling peg, la eliminación del tipo de cambio blend para exportaciones, la administración de la escasez de divisas con el objetivo puesto en las importaciones con fines productivos, políticas de ingresos, reactivación de obra pública, convergencia a tasa de interés real positiva en el mediano plazo, acuerdos de precios y salarios, y relajamiento de la restricción externa de manera de generar las condiciones necesarias para un fuerte crecimiento.
Debería buscarse consenso político en torno a estos puntos para avanzar en un plan de desarrollo sostenible, y poner fin de una vez a la lógica pendular que reina desde hace ya tantos años en nuestro país.
El autor es economista, ex Director BCRA y titular EcoPol Analytica