En los últimos días se ha incrementado la expectativa que el gobierno de Javier Milei busca implementar lo que dan a llamar un régimen de competencia de monedas.
El último staff report del Fondo Monetario Internacional (FMI) ha incrementado esas expectativas. Sin embargo, es muy importante distinguir entre un régimen de competencia de monedas propiamente dicho y un régimen bimonetario. También hay que tener presente algunas características particulares según se deprende de las expresiones propias del Presidente.
El régimen de competencia de monedas, al menos como se utiliza desde el Gobierno, hace referencia a dos trabajos de Friedrich Hayek, Choice in Currency (1976) y Denationalization of Money (1978).
Hayek no fue el único en tratar este régimen monetario, también lo hicieron Benjamín Klein (1974, 1975) y John Nash (2002) por ejemplo, en el que varias monedas compiten en igualdad de condiciones.
El régimen de competencia de monedas, al menos como se utiliza desde el Gobierno, hace referencia a dos trabajos de Friedrich Hayek, Choice in Currency (1976) y Denationalization of Money (1978)
Hayek imagina que bancos emisores (en principio privados) emiten su propio dinero fiduciario (es decir, billete no convertible), y compiten entre sí manteniendo estable el poder adquisitivo de su dinero. También imagina que algunas entidades pueden especializarse en mercados específicos, emitiendo moneda que mantenga su poder adquisitivo estable sobre bienes transados en mercados específicos (energético, agrícola, etc.)
El régimen de competencia de monedas no está libre de problemas. En términos teóricos, Lawrence White (1999, ch. 12) (y Klein) llaman la atención sobre un potencial problema de inconsistencia temporal. Un banco emisor puede verse tentado de emitir en exceso su dinero y comprar otros activos financieros antes que pierda sus clientes.
A diferencia de un régimen de banca libre, los bancos a la Hayek no tienen una obligación contractual con sus clientes sobre el poder adquisitivo del dinero, solo tienen la promesa de mantenerlo estable. En un régimen de banca libre, los bancos emisores tienen la obligación contractual de convertir su billete en otro activo (por ejemplo, oro), por lo que este problema no está presente.
En términos empíricos, Milton Friedman sugiere que Hayek se olvidó de considerar los efectos red presentes en el bien dinero; y duda que, en un régimen de competencia de monedas, se observen más de un puñado de divisas compitiendo entre sí. William Luther y Lawrence White (2015) estudian esta hipótesis, donde encuentran que el mercado no se traslada de una mala a una buena moneda, dado el beneficio “red” presente en la moneda mala.
Un régimen bimonetario tiene ciertas similitudes con un régimen de competencia de monedas, pero las diferencias son más importantes que las similitudes. En el primer caso circulan dos (o más) divisas, y por tanto es parecido al segundo. Pero, el hecho de que más de una moneda circule en paralelo a la local no quiere decir que compitan en igualdad de condiciones, por lo que no es un régimen de competencia propiamente dicho.
El hecho de que más de una moneda circule en paralelo a la local no quiere decir que compitan en igualdad de condiciones, por lo que no es un régimen de competencia propiamente dicho
Esto se desprende del propio staff report del FMI (pie de página 15, p. 18), cuando confirma que otras monedas no tendrán curso legal y los impuestos se seguirán pagando en pesos. Y describe un régimen bimonetario, al cual imprecisamente llama competencia de monedas (en la misma imprecisión parece caer el gobierno).
¿Cómo se pasa de un régimen bimonetario a uno de competencia de monedas? ¿Cómo se permite que el dólar y el peso compitan en igualdad de condiciones? Es necesario darle al dólar el mismo estatus legal que el peso: curso legal (lo cual requiere una ley del congreso). En un país con la anomia institucional de Argentina, esta distinción no es menor.
En países con un mayor nivel de calidad institucional, como Perú, Colombia, o Uruguay, el bimonetarismo puede asumirse un régimen estable y creíble. No es el caso de Argentina.
Hay otra cuestión importante. La Libertad Avanza estaría pensando en imponer alguna versión de encaje 100% a los depósitos bancarios. Existen diversas versiones que prohíben los encajes fraccionarios, y más allá de las expresiones de Javier Milei, no es del todo claro cómo se implementaría este sistema.
La segunda cuestión es que el Gobierno busca una ley que prohíba al Banco Central financiar de manera directa al Tesoro. Los detalles de esta ley, y las regulaciones que le acompañen, pueden tener un efecto en la capacidad de la entidad de ejecutar y, por lo tanto, como se desempeñará el régimen bimonetario.
De la campaña electoral a la fecha se han discutido tres regímenes monetarios:
- Estable: dolarización de jure (la cual es compatible con competencia de monedas);
- Menos estable: Competencia de monedas sin dolarización de jure; e
- Inestable: bimonetarismo.
Por último, es importante distinguir entre una economía bimonetaria y un régimen bimonetario. Argentina es una economía bimonetaria sin un régimen (marco legal) bimonetario apropiado, como por ejemplo lo fue la convertibilidad.
Argentina es una economía bimonetaria sin un régimen (marco legal) bimonetario apropiado, como por ejemplo lo fue la convertibilidad
La distinción entre parches y soluciones es fundamental. Un régimen bimonetario puede funcionar bajo el gobierno de LLA. Pero no es consistente con la historia argentina asumir que va a perdurar en el largo plazo.
De hecho, se podría argumentar que el país se encuentra en este embrollo monetario justamente por partir de un régimen bimonetario fácil de romper dada su anomia institucional. Distinto es una solución de largo plazo, que sea lo suficientemente robusta para sobrevivir a eventuales nuevos gobiernos populistas que Argentina podría tener en un futuro no muy lejano.
La dolarización sigue siendo el régimen monetario con mayores chances de sobrevivir la volatilidad política de Argentina, y por lo tanto es el que tiene mayores chances de encauzar la economía de una buena vez.
El autor es economista, Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver. Esta columna fue publicada en el Blog del Libro Dolarización: Una solución para la Argentina