La Argentina tiene urgencia por la llegada de dólares a su Banco Central con objetivos diversos, todos esenciales. En el corto plazo, se deben pagar deudas y, en un plazo “endógeno” al avance de la política económica (depende del ritmo de la desaceleración de la inflación y de la credibilidad que vaya ganando el gobierno), se deberá levantar el cepo cambiario y definir el régimen cambiario que guiará a la economía.
Y en el mediano plazo, y contando con la aprobación y puesta en marcha de iniciativas de reformas económicas estructurales, la coordinación entre los ingresos y egresos de divisas que haga el propio mercado, ya liberalizado, será decisiva para acomodar las demandas de los inversores (algunos querrán irse y otros llegar) y para volver a tener una fuente genuina de financiamiento del crecimiento económico.
Si el abastecimiento de esa fuente proviene de la ampliación del comercio exterior, exportando más, y de la captación de nuevas inversiones productivas directas desde el resto del mundo, el país habrá recuperado dos factores fundamentales para su desarrollo.
Los principales indicadores económicos del país muestran los desvíos críticos de la política económica que llevaron a un crecimiento limitado
Los principales indicadores económicos del país muestran los desvíos críticos de la política económica que llevaron a un crecimiento limitado, jalonado por importantes crisis macroeconómicas.
En particular, en la última década, la economía se movió permanentemente con horizontes muy cortos que afectaron a todos sus factores de crecimiento, entre ellos la inversión y las exportaciones.
Los indicadores seleccionados muestran que, entre 2014 y 2023, la economía osciló entre la contracción y un tímido crecimiento. El PBI per cápita en pesos constantes decayó 7% en el período y en dólares presentó oscilaciones importantes debido a los ciclos de apreciación y depreciación del peso.
Se invirtió poco y, como sugieren el déficit permanente del gobierno agregado en sus diferentes niveles y el crecimiento de la deuda pública, se dedicó a consumir por encima de sus posibilidades. El financiamiento al Estado desplazó al financiamiento al sector privado en el mercado financiero y el exceso de consumo tornó negativa la cuenta corriente de la balanza de pagos.
Las exportaciones crecieron cuando subían los precios internacionales de los principales productos exportables y en épocas desfavorables de los mercados mundiales, los diversos “cepos” importadores contuvieron la demanda de los dólares, siempre escasos.
Se invirtió poco y, como sugieren el déficit permanente del gobierno agregado en sus diferentes niveles y el crecimiento de la deuda pública, se dedicó a consumir por encima de sus posibilidades
En contraste, otros países comparables de la América latina aprovecharon los tiempos de altos precios para invertir y ahorrar en fondos compensadores y/o mantuvieron sus macroeconomías estables usando el endeudamiento externo para cubrir baches de ahorro.
Con el nuevo de gobierno en diciembre de 2023, en la Argentina comenzó a operar un cambio de expectativas y el ajuste recesivo de la economía redujo el consumo. Los resultados del comercio exterior comenzaron a reflejar estas tendencias con una importante recuperación exportadora y una caída significativa de las importaciones.
Junto con otros factores circunstanciales (normalización de cosecha, recuperación de producción de combustibles y nueva minería), este nuevo escenario permitió que en el primer cuatrimestre del año se haya verificado un importante cambio de comportamiento con respecto a los dos años anteriores.
Desde diciembre hasta el presente, el saldo comercial del balance de mercancías ha sido positivo y creciente, con un superávit acumulado de USD 6.157 millones, que se compara muy favorablemente con el saldo negativo registrado en el primer cuatrimestre de 2023 (USD 1.536 millones). Las exportaciones aumentaron 9,8% en el primer cuatrimestre (USD 23.934 millones) y las importaciones se redujeron 23,8% (USD 17.777 millones) con respecto a igual período del año previo.
Esta tendencia positiva se desarrolla a pesar de la pérdida de competitividad cambiaria que se ha acumulado luego de la mejora de la devaluación de diciembre y también, a pesar de un inicio de año con precios internacionales de nuestros principales productos exportables a la baja.
Sin embargo, la fuerte y muy prolongada caída de la productividad general de la economía han hecho más difícil la recuperación de las exportaciones manufactureras, renglón en el que se han sumado las dificultades con la importación de insumos y las pobres condiciones locales de financiamiento. Como resultado, estas exportaciones retrocedieron en el período.
Desde diciembre hasta el presente, el saldo comercial del balance de mercancías ha sido positivo y creciente, con un superávit acumulado de USD 6.157 millones
Por último, la balanza comercial también refleja las menores importaciones debido a su encarecimiento (aplicación del impuesto PAIS) y, sobre todo, en respuesta a la recesión económica local. Más arriba se mencionó como segundo factor de provisión de dólares genuinos de mediano/largo plazo a las inversiones productivas directas desde el resto del mundo.
La modificación de las expectativas será en ese capítulo mucho más difícil de lograr que en el caso del comercio. Los inversores tienen alternativas múltiples y la Argentina los ha defraudado sistemáticamente aplicando controles a los flujos externos, tanto en bienes como en capitales, incluyendo el envío de los dividendos de las empresas internacionales. La comparación de algunos indicadores con países vecinos: Brasil, Chile y México, permite entender la gravedad del caso.
Concentrando la atención en la inversión total (IBIF), es un argumento conocido que los países de la región exhiben un esfuerzo bajo para su condición de países en desarrollo. Pero en el conjunto de las cuatro naciones comparadas, está claro que las dos economías cerradas, Argentina y Brasil, muestran participaciones mucho más bajas de la inversión en proporción de su actividad económica (PBI) y Chile y México los aventajan en casi 10 puntos porcentuales de participación. A partir de esta realidad, cabe preguntarse qué rol juega la inversión extranjera directa (IED) en el impulso inversor.
En ese caso, la Argentina se parece en promedio más al caso mexicano, pero en el caso local se observan fluctuaciones muy significativas y, en algunos períodos como en 2023 y hasta muy recientemente, la IED estaba concentrada en la reinversión de utilidades de las empresas internacionales en el país y en mayor endeudamiento de las subsidiarias con sus casas matrices.
Esta concentración se explica por la existencia del “cepo cambiario” y la prohibición de girar dividendos y pagar importaciones al exterior que pesaba sobre las empresas.
Los flujos estables de IED en términos del PBI para los países de comparación acreditan su rol como palanca del crecimiento y también muestran su importancia en el resultado agregado
Los flujos estables de IED en términos del PBI para los países de comparación acreditan su rol como palanca del crecimiento y también muestran su importancia en el resultado agregado del stock de IED a lo largo del tiempo. En el caso de Brasil y México alcanza a un 40% / 45% de sus PBI; en Chile supera 80%, y en la Argentina llega apenas a 20 por ciento.
Está claro que el país podría mejorar en mucho su desempeño en cuanto a la atracción de la IED, especialmente teniendo en cuenta las oportunidades sectoriales que ofrece en energías renovables, minería, servicios informáticos, turismo, y su tradicional agroindustria, entre muchos otros.
Lamentablemente, como también ocurre en el caso de las exportaciones, el escenario internacional presenta tendencias generales de bajo crecimiento y avances proteccionistas en el comercio en países avanzados como los Estados Unidos y la Unión Europea. Todo esto ocurre en respuesta a conflictos económicos con China a lo que se ha sumado recientemente la necesidad de enfrentar conflictos geopolíticos (Rusia, Irán).
En el terreno exclusivamente económico, luego de la pandemia del Covid 19 en 2020, la regularización de las economías más avanzadas llevó a un aumento de la tasa de interés que encareció el financiamiento de las inversiones, afectando también a la IED. Actualmente, los flujos de IED hacia los países en desarrollo se han estabilizado, beneficiando a América Latina y a países del Este Asiático excluida China.
Las inversiones transfronterizas reflejan, principalmente, la reestructuración de las cadenas globales de valor, la extensión de los servicios digitales y la búsqueda de fuentes de energía sostenible.
La Argentina se encuentra nuevamente al inicio de un camino, saliendo de una encrucijada. Es de esperar que la dañada capacidad de organizarnos para crecer pueda recuperarse enfrentando no sólo las barreras internas sino también los problemas globales, aumentando así la capacidad de atracción de nuevas inversiones.
Los autores son Economista de FIEL. Esta fue publicada en Indicadores de Coyuntura 664 de FIEL