Cómo aprovechar la recuperación del sector energético

¿Reavivará la inflación el encarecimiento del petróleo? Quizás de forma pasajera, pero el PBI y el consumo global han probado que los precios de la energía no son determinantes. Las economías y las bolsas han logrado crecer incluso con precios del petróleo más elevados de lo que se esperaba para 2024

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Maquinarias en un yacimiento en
Maquinarias en un yacimiento en la formación de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta, en Neuquén (REUTERS/Agustin Marcarian/File Photo)

Para muchos pesimistas, la recuperación de los valores energéticos, que lideran los resultados mundiales últimamente, no es real. La consideran un paso en falso fruto de los recortes de la OPEP+ y del temor a una escalada bélica, pero se equivocan: el auge del sector se basa en unos sólidos fundamentales, que se mantendrán en 2024. Para rentabilizar este entorno, no debe limitarse al índice Merval.

Cuando el sector energético registró un excelente rendimiento en 2022 tras la subida de precios del petróleo, la mayoría opinaba que la invasión de Ucrania, el levantamiento de los confinamientos en China y los recortes de la OPEP+ reducirían la oferta. Esta contracción supuestamente elevaría los precios y favorecería a las acciones energéticas en 2023.

Para desilusión de los más optimistas, esto no sucedió: el componente energético del MSCI All Country World registró una pobre subida del 5% (en USD) el año pasado, frente al 22,2% que anotó el conjunto del mercado.

Argentina también incrementaría su oferta si se construye una terminal para canalizar las exportaciones de esquisto del yacimiento de Vaca Muerta

Esto se debió a que los precios del petróleo se desplomaron desde sus elevadas cotas de 2022. Los miedos a la escasez quedaron disipados ante la amplia oferta mundial. Ni siquiera la prohibición temporal de Biden de arrendar terrenos federales para la extracción surtió efecto, y se alcanzaron cifras récord. De ahí que el precio oscilara entre los 70 y los 95 USD, lo que afectó a los beneficios de las energéticas, que evolucionaron en paralelo a los precios del crudo.

Los más escépticos creen que los insuficientes resultados de 2023 se repetirán hasta finales de 2024. Desprecian la buena racha registrada hasta ahora, alegando que los recortes de la OPEP+ y la guerra provocaron un repunte pasajero, que el abaratamiento del petróleo tras el alza de abril por el conflicto en Oriente Medio no haría más que confirmar. Sin embargo, los precios subirán, al igual que los beneficios y las acciones de las energéticas.

Esto no se debe a los recortes simbólicos de la OPEP+ ni a la decisión de Biden de suspender los permisos de nuevas terminales para exportar gas natural licuado, que tendrá importantes obstáculos legales y no detendrá el suministro de las actuales terminales. De hecho, en Estados Unidos se espera que las exportaciones se dupliquen en esta década. Argentina también incrementaría su oferta si se construye una terminal para canalizar las exportaciones de esquisto del yacimiento de Vaca Muerta.

El actual repunte de los precios se debe a los incentivos a corto plazo. En 2022, los perforadores estadounidenses aumentaron la producción para aprovechar los elevados precios. Actualmente, se acondicionan pozos más rápido de lo que se abren otros nuevos. En EEUU el número de pozos perforados pero no listos para su explotación cayó un 15,6 % interanual, por lo que la capacidad de aumentar la producción se ha reducido.

El componente energético del MSCI All Country World registró una pobre subida del 5% (en USD) el año pasado, frente al 22,2% que anotó el conjunto del mercado

Los años de consolidación del sector se han traducido en el dominio de las megapetroleras multinacionales. En EEUU, tras establecerse unos prudentes objetivos de producción, la cifra de plataformas petrolíferas cayó de 621 en 2022, a 496 en la actualidad. Como la producción va unos seis meses a la zaga de la perforación, no tardará en frenarse. Pese a la debilidad económica, la demanda debería recuperarse en Argentina en cuanto se alcance un acuerdo con el FMI y el peso se estabilice. Entretanto, el sólido crecimiento del PBI de EEUU y los países emergentes europeos, sumado al consumo constante de China, apuntan a que la demanda energética superará las previsiones, como la de la Agencia Internacional de la Energía, que espera que este año alcance máximos históricos.

El aumento de los precios y el mayor control de los costes deberían elevar los beneficios de las energéticas —entre otras, YPF—, pero la incertidumbre política se hace sentir en el Merval. Al margen de lo que se piense de Milei, los cambios generan ganadores y perdedores, y esto dificulta la planificación de las empresas.

Por tanto, conviene analizar la posibilidad de adquirir valores de las principales energéticas estadounidenses y británicas: son petroleras integradas con balances robustos y bajos costes de producción, las características ideales cuando el petróleo sube, pero no se dispara.

Por último, ¿reavivará la inflación el encarecimiento del petróleo? Quizás de forma pasajera, pero el PBI y el consumo global han probado que los precios de la energía no son determinantes. Las economías y las bolsas han logrado crecer incluso con precios del petróleo más elevados de lo que se esperaba para 2024.

El autor es fundador, presidente ejecutivo y codirector de inversiones de Fisher Investments

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