El próximo miércoles 12 de junio se cumplen 50 años del último discurso de Perón ante el pueblo reunido en la Plaza de Mayo. Aquel soleado pero frío 12 de junio de 1974 la Argentina se despertó con aparente calma, a la espera de que el Presidente de la República, el general Juan Domingo Perón, diera un mensaje al país por cadena nacional de radio y televisión.
Pese al deterioro de su salud, Perón había viajado a Paraguay el 7 de junio para agradecerle al país hermano por haberle dado asilo político en septiembre de 1955, tras su derrocamiento. Ese viaje empeoró su estado y, al volver al país el 8 de junio, presintió el final.
Agobiado por el sabotaje interno y externo que sufría su gobierno, Perón insinuó que renunciaría a la Presidencia de la Nación: “Si llego a percibir el menor indicio que haga inútil ese sacrificio, no titubearé un instante en dejar este lugar a quienes lo puedan llenar con mejores probabilidades”. Como aquel 17 de octubre de 1945, cuando la gente se movilizó espontáneamente para liberarlo, también esta vez la reacción popular fue inmediata. Él lo agradeció en su discurso final: “Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”.
El inicio de una jornada histórica
El 12 de junio, a las 11:30, desde el Salón Blanco de la Casa Rosada, el Presidente dio un mensaje por cadena nacional ante la presencia de ministros, funcionarios y representantes de la CGT y CGE. No obstante, nadie sospechaba, excepto el mismo Perón, que el 12 de junio sería la despedida ante su pueblo. En ese primer discurso habló de precios, salarios y desabastecimiento, ya que entendía que tanto sectores internos como externos estaban saboteando el Pacto Social establecido entre la CGT (trabajadores) y la CGE (empresariado nacional). Con el pacto social se había dado un crecimiento inmediato de la economía: suba de 6,5 puntos del PBI, caída del desempleo al 2,5% y la recuperación del salario de los trabajadores en un 13% para llegar a casi el 40% en unos pocos meses de gestión. El objetivo era alcanzar más del 50% de la renta para los trabajadores en tres años.
“Yo vine al país para unir a los argentinos y no para fomentar la desunión entre hermanos. Algunos diarios oligarcas están insistiendo, por ejemplo, con el problema de la escasez y el mercado negro. Siempre que la economía está creciendo y se mejoran los ingresos del pueblo, aparece el mercado negro. Los enemigos están preocupados por nuestras conquistas, no por nuestros problemas”, aseguró en un discurso que quedó olvidado por lo que sucedió a la tarde en la Plaza. “Hemos nacionalizado los resortes básicos de la economía y seguiremos hasta no dejar ningún engranaje en manos extranjeras”, agregó.
Pero también describió un escenario crítico e insinuó que podría presentar la renuncia. Poco después, se iniciaba una movilización de apoyo que llenaría la Plaza de Mayo.
El apoyo de los trabajadores al Presidente
Momentos después del mensaje de Perón, al mediodía, la oficina de prensa de las 62 Organizaciones Gremiales Justicialistas convocó a los trabajadores peronistas a la Plaza de Mayo con el fin de demostrar su apoyo al Presidente y su gestión. Desde la CGT, sus dirigentes habían seguido atentos las palabras de Perón por la mañana y, después del mediodía, se reunieron en torno al secretario general adjunto de la central obrera Raúl Ravitti. En señal de apoyo al General, allí decidieron convocar a un paro nacional desde las 14 horas hasta la medianoche y congregarse en la Plaza a las 17. “Compañeros trabajadores ha pasado la hora de gritar ‘Viva Perón’. Ahora hay que defenderlo masivamente para demostrar que estamos junto a él y su proyecto nacional”, manifestó Raúl “La víbora” Ravitti a las 14 horas por cadena nacional.
En el mismo sentido, a las 16 horas se pronunció el Consejo Nacional del Partido Justicialista. “Teniendo en cuenta que los acontecimientos producidos en el día de la fecha, que han culminado con el apoyo total del pueblo de la Nación a la conducción del proceso de liberación nacional liderados por el excelentísimo señor presidente de la Nación, teniente general Juan Domingo Perón y la excelentísima señora vicepresidenta, María Estela Martínez de Perón, el partido peronista señala la necesidad de fortalecer el programa de reconstrucción y liberación nacional”.
La Confederación General Económica y su presidente el doctor Rodolfo Ahuad también mostraron su apoyo a la convocatoria en la plaza. Argentina empezó a vivir una jornada histórica. Millares de personas se volcaron a las calles y empezaron a marchar a la Plaza de Mayo, como aquel 17 de octubre de 1945, sin saber que ese día sería la despedida del líder que había marcado la política argentina en sus últimos 30 años.
El discurso de Perón en la Plaza de Mayo
Miles y miles de trabajadores salieron de sus lugares de trabajo y comenzaron a dirigirse al centro de la ciudad de Buenos Aires. La plaza se colmó de obreros y sectores de clase media que se reunieron para escuchar al Presidente. Allí llegaron desde distintos barrios de la Capital Federal y desde el Gran Buenos Aires. A las 17:15, el General habló desde el balcón de la Casa Rosada, ante una Plaza de Mayo colmada de argentinos. Vestido con su habitual sobretodo, que usaba en días muy fríos, el Presidente recibió 11 minutos de aplausos. Luego de la ovación del pueblo, el General, acompañado por la vicepresidenta Isabel y por ministros, se dispuso a hablar por 22 minutos.
“Compañeros: sabemos que tenemos enemigos que han comenzado a mostrar sus uñas. Pero también sabemos que tenemos a nuestro lado al pueblo y cuando éste se decide a la lucha, suele ser invencible. Yo sé que hay muchos que quieren desviarnos en una o en otra dirección, pero nosotros conocemos perfectamente nuestros objetivos y marcharemos directamente tras ellos, sin dejarnos influir por los que tiran desde la derecha ni por los que tiran desde la izquierda”, comenzó Perón, en medio de cánticos desde la Plaza donde, además de los trabajadores espontáneamente reunidos, había columnas de la juventud sindical y de las diversas agrupaciones de juventud peronista.
La multitud no dejaba de corear “¡Perón, Perón, Perón!”, al igual que otras consignas como “¡Aquí están, éstos son, los obreros de Perón!” El Presidente continuó: “El gobierno del pueblo es manso y tolerante, pero nuestros enemigos deben saber que tampoco somos tontos. Nosotros, frente al engaño y frente a la violencia, impondremos la verdad, que vale mucho más que eso. Por eso deseo aprovechar esta oportunidad para pedirle a cada uno de ustedes que se transforme en un vigilante observador de todos estos hechos que quieran provocarse y que actúe de acuerdo con las circunstancias”.
Los cantos siguieron y lo interrumpieron en 26 oportunidades a lo largo del discurso. “Cada uno de nosotros debe ser un realizador, pero ha de ser también un predicador y un agente de vigilancia y control para poder realizar la tarea, y neutralizar lo negativo que tienen los sectores que todavía no han comprendido y que tendrán que comprender. Compañeros, esta concentración popular me da el respaldo y la contestación a cuanto dije esta mañana. Por eso deseo agradecerles la molestia que se han tomado de llegar hasta esta plaza”. Cuando ya habían pasado 15 minutos de discurso, la vicepresidenta le acercó un vaso de agua al General, que continuaba hablando desde el balcón.
“Llevaré grabado en mi retina este maravilloso espectáculo, en que el pueblo trabajador de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires me trae el mensaje que yo necesito. Compañeros, con este agradecimiento quiero hacer llegar a todo el pueblo de la República nuestro deseo de seguir trabajando para reconstruir nuestro país y liberarlo. Esas consignas, que más que mías son del pueblo argentino, las defenderemos hasta el último aliento”, manifestó. “Para finalizar, deseo que Dios derrame sobre ustedes todas las venturas y la felicidad que merecen. Les agradezco profundamente el haber llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”, cerró el Presidente y su pueblo comenzó a cantar la marcha peronista. Al finalizar la jornada, la multitud se desconcentró sin mayores problemas.
Aquella fue la última vez que el General estuvo en el balcón. Un Perón con profunda emoción saludaba con las manos en alto al pueblo agradecido. Una verdadera despedida ante una multitud de personas, que aquel día, escucharon de su líder su último gran legado: “Mi único heredero es el pueblo”.
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