Ir a la escuela no implica aprender

La solución a los problemas educativos en Argentina no es simple ni inmediata, pero es posible

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La calidad de la educación está en crisis (Imagen Ilustrativa Infobae)
La calidad de la educación está en crisis (Imagen Ilustrativa Infobae)

La educación en Argentina enfrenta una crisis profunda y multifacética, como lo demuestran los malos resultados en las pruebas Aprender. Estas evaluaciones, diseñadas para medir el desempeño académico de los estudiantes en áreas clave como lengua y matemática, revelan, año tras año, una preocupante realidad: un altísimo porcentaje de alumnos no alcanza los niveles esperados de competencia. Pero, ¿por qué asistir a la escuela no garantiza el aprendizaje?

Primero, es crucial reconocer que los currículos actuales necesitan una urgente actualización. Muchas veces, los contenidos que se enseñan en las aulas no están alineados con las demandas del mundo actual. Los estudiantes están siendo preparados para un mundo que ya no existe, en lugar de poder desarrollar las habilidades necesarias para enfrentar los desafíos contemporáneos. Además, los métodos de enseñanza tradicionales, que en muchísimas aulas se siguen centrando en la memorización y la repetición, resultan obsoletos en una era donde el pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de adaptación son esenciales.

En segundo lugar, el rol docente debe ser reforzado. El cambio comienza con buenos docentes: mejores docentes, mejores estudiantes. Así que dada la importancia de los docentes, es fundamental apoyarlos para abordar la crisis que estamos navegando. Los docentes son el factor más importante en cuánto aprenden los alumnos. Y aunque algunos docentes son maravillosos, son verdaderos héroes y enseñan lo mejor que pueden, incluso los héroes necesitan apoyo. Es esencial motivar a todos los docentes y equiparlos con las herramientas necesarias para enseñar de manera eficaz. Y esto incluye mejores salarios y condiciones laborales, además de una formación continua que les permita innovar en sus prácticas pedagógicas. El docente debe ser un facilitador del aprendizaje, un guía que motive e inspire a sus alumnos a explorar, cuestionar y construir conocimientos de manera activa. Por lo tanto necesitamos a los docentes más idóneos. Necesitamos un sistema de contratación docente basado en el mérito, seleccionando a los más talentosos y motivados para aumentar la retención escolar y mejorar la calidad de la educación.

La infraestructura escolar también requiere una profunda reestructuración. Las aulas deben ser espacios flexibles y adaptables, que promuevan el trabajo colaborativo y el aprendizaje activo. Además, la tecnología debe ser integrada de manera efectiva, no como un fin en sí misma, sino como una herramienta que enriquezca el proceso educativo, siempre atentos a que realmente potencie el aprendizaje y no que lo entorpezca.

El rol de la familia no puede ser subestimado. Los padres y tutores tienen la responsabilidad de fomentar un ambiente propicio para el estudio en casa y de involucrarse en la educación de sus hijos. Sin embargo, en muchos casos, la falta de tiempo, recursos y conocimientos limita esta participación. Es fundamental promover una mayor colaboración entre la escuela y la familia, creando redes de apoyo que beneficien a los estudiantes.

Con mejores docentes hay mejores estudiantes (Télam)
Con mejores docentes hay mejores estudiantes (Télam)

La comprensión lectora es otro de los grandes desafíos. Cada vez más, los chicos comprenden menos lo que leen, lo cual impacta negativamente en su capacidad para aprender en todas las áreas. Esto no solo se debe a la falta de hábitos de lectura, y cuestiones pedagógicas, sino también a una sobrecarga de estímulos tecnológicos. La sobreestimulación digital, con el uso excesivo de dispositivos móviles y redes sociales, está afectando la capacidad de atención y concentración de los estudiantes, y su capacidad de comprensión.

La violencia en las escuelas es un problema que agrava la situación. Los conflictos entre alumnos, el acoso escolar y la falta de respeto hacia los docentes crean un ambiente hostil que dificulta el aprendizaje. Es esencial implementar programas de educación emocional y resolución de conflictos, que ayuden a los estudiantes a desarrollar habilidades sociales y de manejo de emociones.

La importancia del directivo es otro factor clave en el desempeño de los docentes. Los directivos tienen la responsabilidad de liderar y gestionar las instituciones educativas de manera efectiva. Un liderazgo fuerte y visionario puede marcar una gran diferencia en la implementación de políticas y prácticas que promuevan un entorno de aprendizaje positivo. Los directivos deben ser capaces de inspirar a su personal, apoyarlos, acompañarlos y fomentar la colaboración para garantizar que se sigan estrategias pedagógicas adecuadas. Además, deben estar en constante formación y actualización para adaptarse a los cambios y desafíos del entorno educativo.

El clima institucional también juega un papel crucial. Un ambiente escolar positivo, donde se promuevan valores como el respeto, la empatía y la cooperación, es fundamental para el bienestar de estudiantes y docentes. El clima institucional afecta directamente la motivación y el rendimiento académico de los alumnos y el desempeño docente. Las escuelas deben trabajar en crear espacios seguros y agradables, donde todos los miembros de la comunidad educativa se sientan valorados y apoyados. Esto incluye no solo la gestión de conflictos y la promoción de la convivencia pacífica, sino también la implementación de programas que fomenten el desarrollo emocional y social de los estudiantes.

Entonces, si sabemos qué hacer para mejorar, ¿por qué la educación no mejora?

Existen múltiples factores que contribuyen a esta paradoja. En primer lugar, se requiere de voluntad política y de inversión en el sector educativo. Los cambios estructurales requieren tiempo, recursos y un compromiso sostenido.

Además, existe una resistencia al cambio tanto en las instituciones educativas como en la sociedad en general. Transformar la educación implica cuestionar y desafiar prácticas arraigadas, lo cual genera incomodidad y oposición. Es necesario un cambio de mentalidad, donde se valore y priorice el aprendizaje por sobre la simple asistencia a la escuela.

Otro factor importante es la desigualdad socioeconómica. Las brechas entre los diferentes sectores de la sociedad se reflejan en las oportunidades educativas. Los estudiantes de contextos más vulnerables enfrentan mayores obstáculos para acceder a una educación de calidad, perpetuando un ciclo de pobreza y exclusión.

La educación, por lo tanto, debe ser vista como un derecho fundamental y una prioridad nacional. Es imperativo adoptar una visión holística y a largo plazo, que considere todos los aspectos que impactan en el proceso de enseñanza y de aprendizaje. Desde la actualización de los currículos y metodologías, hasta la revalorización del rol docente, el empoderamiento de los directivos, la mejora de la infraestructura escolar, el fortalecimiento de la colaboración familia-escuela, y la implementación de programas de educación emocional y tecnológica.

La solución a los problemas educativos en Argentina no es simple ni inmediata, pero es posible. Requiere un esfuerzo conjunto y sostenido de todos: gobiernos, instituciones educativas, docentes, familias y la sociedad en su conjunto. Solo así podremos transformar la educación y garantizar que ir a la escuela no solo implique asistir, sino verdaderamente aprender, crecer y prepararse para la vida.

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