Del “Estado te cuida” al “empresario te cuida”

El presidente Milei rompió el viejo paradigma de la política y sentó las bases para el progreso de los argentinos con el sector privado como protagonista

El presidente Javier Mieli

Un nuevo orden en la Argentina

La aplastante victoria de Javier Milei frente a Sergio Massa en el balotaje del pasado 22 de octubre marcó un cambio de paradigma en la historia del país. Los argentinos dejamos atrás el distópico mundo que el kirchnerismo trató de vendernos durante largos 20 años. El mundo del “Estado te cuida”, “el Estado presente”, “precios cuidados” y otras barbaridades impulsadas por dirigentes de una profunda ignorancia económica que creían en el sector público como impulsor de la producción, menospreciando al privado, y decían muy livianamente que “la soja es sólo un yuyo”.

La destrucción de este mundo de mentiras es obra y gracia de Javier Milei, quien mucho antes de ser presidente libró una batalla cultural que despertó a millones de argentinos que habían perdido la esperanza en manos de un grupo de depravados fiscales. Hoy recuperamos el buen concepto del mercado, el empresario y el sector privado, esas ideas que definieron nuestra constitución fundadora y que consolidaron a nuestro país como uno de los más ricos del mundo a fines del siglo XIX y principios del XX.

Con este nuevo orden como bandera, desde el 10 de diciembre se puso en marcha un programa económico ortodoxo que pulverizó la inflación y trajo estabilidad cambiaria, dos pilares claves sobre los cuales empezar a construir la nueva Argentina. Después de arrasar con los privilegios de la casta y desmontar el putrefacto entramado de poder que la política había instalado en el Estado, ahora toca recomponer la actividad económica y despegar de una vez y para siempre hacia el camino de la libertad.

La Ley Bases que hoy se está debatiendo en el Senado plantea la hoja de ruta hacia dicho destino. En cada capítulo del proyecto están las claves que llevaron a los países más poderosos del mundo por el sendero del desarrollo. Veamos algunos de los aspectos principales.

El foco en el trabajo y las inversiones

Una pyme tiene, a duras penas, 4 empleados. Por las leyes laborales que fomentan la industria del juicio, el dueño de la pyme no puede tomar más gente. El más joven de los empleados, que lleva sólo un año en la empresa, es aconsejado por un amigo que conoce un abogado “carancho”. Le inicia un juicio laboral, lo gana y cobra una jugosa indemnización por despido de 6,5 millones de pesos. La pyme no puede afrontarlo y quiebra. Los otros tres empleados se quedan en la calle y el empleador también.

Directivos de una empresa extranjera llegan al país para invertir en la extracción de litio. Un presidente trasnochado de dudosa reputación dice que debería ser la propia Argentina la que extraiga el material y lo transforme, mediante un costoso proceso, en baterías para automóviles. Los inversores temen que este presidente impulse una norma que prohíba exportar el litio y permita a un empresario prebendario hacer un negocio espurio con el recurso natural. Los inversores se van y deciden invertir en el país vecino, el cual tiene reglas claras de competencia y mayor credibilidad.

Esta es la realidad del país que heredó el Gobierno del Presidente Milei. Es la que condenó a los argentinos a una constante decadencia y es a la que la Ley Bases viene a dejar atrás.

Argentina hace 10 años que no genera empleo privado, hace 13 que no crece en términos de PBI per cápita y es el país de América Latina que menos empresas crea cada 1.000 habitantes. También es el país con uno de los cinco peores salarios básicos del continente, ocupa el puesto 73 entre las 132 economías en el Índice Global de Innovación y el 144° del mundo en el Índice de Libertad Económica. En retrospectiva, hacia el año 1900 Argentina había atraído más capital externo que cualquier otra economía de América Latina. La primera oleada de inversión extranjera directa se centró en las obras de infraestructura (ese sector que el kirchnerismo condenó al abandono) y en los servicios básicos para la exportación de productos primarios. Poco tiempo después, la explosión de la productividad trajo consigo el desarrollo y expansión de las ciudades a lo largo y ancho del país.

El retroceso que sufrimos llega al borde del absurdo, particularmente en el siglo XXI: en el año 2000, el stock de inversión extranjera directa en Argentina representaba el 19,9% del total de América Latina; en 2010 era del 5,39% y en 2019 sólo el 3,05%. Con la reforma laboral y el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI, por sus siglas), la Ley Bases va a liberar las fuerzas productivas de los argentinos y convertir a nuestra nación un destino atractivo para todos aquellos que buscan invertir.

Un camino de crecimiento y libertad

Gracias a la modernización laboral se van a eliminar las delirantes multas laborales que se le imponía al empleador. Esto va a promover el trabajo registrado y la generación de nuevos puestos, porque el empresario pyme ya no va a tener más miedo de tomar un empleado más.

La modernización laboral va a significar un mayor desarrollo para los emprendedores, con la posibilidad de contratar hasta cinco colaboradores bajo una relación autónoma. Esto implica, por ejemplo, que un trabajador tenga colaboradores sin correr el riesgo de tener un problema como empleador, ya que, por supuesto, no lo es.

Por otro lado, el RIGI significa el desarrollo de un pueblo entero en el sur argentino porque una multinacional decidió invertir en su localidad para instalar una planta de Gas Natural Licuado, dando trabajo a sus habitantes y generando un nuevo polo productivo. Son mejores salarios y oportunidades para familias que nunca accederían a esto en el lugar donde nacieron.

El RIGI también significa una minera llegando al país para invertir en la extracción. Esa minera va a necesitar camionetas que, por ejemplo, se las podría comprar a cualquiera de las tantas automotrices que producen en el país, que a su vez invertirían dinero en ampliar la producción y contratar más empleados, lo que agregaría valor a toda la cadena productiva.

La Ley Bases, con la reforma laboral y el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones, representa el camino del desarrollo para los argentinos y las generaciones futuras. Vamos a tener una Argentina competitiva, con más trabajo en blanco, mejores salarios y más sectores productivos. Algunos todavía quieren quedarse en el camino oscuro, el que dejamos atrás, donde la Argentina se miraba en el espejo de dictaduras socialistas como Cuba, Nicaragua y Venezuela. Por suerte, son muchísimos más los que anhelan la libertad de emprender el camino que ya recorrieron Australia, Canadá e Irlanda. El camino que nos va a llevar al primer mundo. Fin.