A más de cinco meses de su llegada al poder, el gobierno encabezado por el inesperado presidente Javier Milei sigue erigiéndose como un inédito fenómeno político que rehúye a la gran mayoría de las categorías tradicionales del análisis político, concitando un gran interés a los ojos del mundo y generando admiración o suscitando rechazo según donde se pare el observador.
En este marco, ya no debería sorprender la actitud tan temeraria como audaz de un presidente que parece acelerar pese a una realidad que en muchos casos se revela como irreductible al ritmo y la profundidad de las transformaciones que anhela el libertario, que parece redoblar su apuesta a “todo o nada” aún en la debilidad y la adversidad. Una actitud que genera en propios y extraños, en Argentina o el exterior, en la política, la economía o las calles, emociones tan disímiles como el desconcierto, perplejidad, admiración, preocupación, o entusiasmo.
La Argentina avanza así, ante los ojos del mundo y las expectativas de millones de argentinos, hacia una dimensión desconocida, donde la incertidumbre supera los límites de lo posible y lo imaginable, aun en un país ya muy curtido en materia de crisis y proyección de escenarios inciertos.
Un país que parece convertido en esa misteriosa caja que, según la mitología griega, Zeus envío junto a Pandora desde el Monte Olimpo a la tierra para castigar no sólo la impertinencia de Prometeo, que le había regalado a los humanos -sin consultar a la máxima deidad helénica- el poder del fuego, sino también a los propios humanos, que habían aceptado dicho regalo.
Esa “Caja de Pandora” en cuyo interior estaban contenidos todos los males, las desgracias y dolores que la Humanidad podía padecer y sufrir, como la fatiga, la locura, el vicio, la pasión, la tristeza, la soberbia, el crimen y la enfermedad. Esa caja que, fruto de la curiosidad de Pandora, se abrió y condenó a los humanos a la mortalidad. Esa caja en que pese a todo lo malo, Pandora encontró la “Elpis”, el espíritu de la esperanza que insuflaba optimismo a la humanidad para superar esas adversidades.
Los acontecimientos más recientes son, en gran medida, una evidencia de la vigencia de este mito griego. En el contexto de una discusión del demorado primer paquete de leyes del oficialismo que se complica en el Senado de la Nación, y con el anunciado Pacto de Mayo cubierto por un gran manto de dudas, el Presidente no parece dispuesto a resignar su auto percibido proyecto rupturista y su proclamada impronta refundacional.
Aún ante la circunstancia inédita de no haber conseguido en casi 6 meses de gestión hacerse con el andamiaje normativo -el deseado o el posible- que le de consistencia a sus promesas electorales y programas de gobierno, Milei todavía parece contar con algunas ventajas comparativas tanto frente a la complejidad del escenario actual como ante las mermadas capacidades de la oposición.
Por un lado, a pesar de la dureza del ajuste y las consecuencias palpables de la recesión, los niveles de aprobación de gestión y popularidad presidencial se mantienen inusualmente elevados. Por el otro, aun cuando la combinación entre errores no forzados, inexperiencia e impericia parlamentaria ha tenido un efecto galvanizador sobre la unidad del panperonismo, permitiendo además la preservación de la centralidad kirchnerista hacia el interior de dicho espacio, la evidente fragmentación política, la profunda heterogeneidad, la manifiesta crisis de credibilidad y la irresuelta disputa por los liderazgos, sigue aletargando toda posibilidad de reconfiguración de la oposición.
Si bien el gobierno sigue nutriendo su narrativa con la construcción de algunos pretendidos “logros” como la desaceleración inflacionaria, el superávit fiscal, la reaparición de los créditos hipotecarios o la “revelación” de nuevos “curros” de la casta a través de las supuestas irregularidades en el manejo de los planes sociales, lo que lo sigue sosteniendo parece ser, fundamentalmente, la vitalidad de las expectativas, un escenario en el que el sacrificio aún parece convivir con esa esperanza que emergía de las profundidades de la caja de Pandora.
Sin embargo, los grandes interrogantes que surgieron al mismo tiempo que Milei alcanzara sorpresivamente el poder, se profundizan: ¿será el presidente capaz de sostener esas expectativas y sentimientos de esperanza conforme avance el proceso recesivo? Más aún, teniendo en cuenta que cada vez más analistas económicos -como recientemente Fausto Spotorno- no solo descartan una recuperación en “V” sino que vaticinan que ésta será progresiva, extensa y mucho menos marcada que lo prometido.
Así las cosas, habrá que ver hasta cuándo prevalece una esperanza que hoy parece más anclada en el rechazo tajante al pasado (y los sucesivos gobiernos, con la curiosa excepción reciente del menemismo), que en una valoración positiva o los resultados concretos de la gestión actual.