Existe un concepto clásico de las finanzas de gobierno según el cual las situaciones extraordinarias requieren remedios extraordinarios.
Una situación de crisis aguda en materia económica, financiera, etc., como la que declaró el Congreso Nacional a fines del año 2019 con la Ley 27.541, al iniciarse el Gobierno de Alberto Fernández y Cristina F. de Kirchner –que no fue superada al día de la fecha– sin dudas habilita una herramienta financiera excepcional como un blanqueo y una moratoria.
Desde Alfonsín a Fernández, todos los presidentes tuvieron su blanqueo, también su moratoria. Los últimos y más relevantes regímenes han sido los siguientes:
- Año 2009, Blanqueo y Moratoria s/ Ley 26.476, Presidente: Cristina F. de Kirchner.
- Años 2013/2015, Blanqueo a través del CEDIN-Ley 26.860, Presidente: Cristina F. de Kirchner.
- Años 2016/2017, Blanqueo y Moratoria s/ Ley 27.260, Presidente: Mauricio Macri.
- Años 2020/2021, Moratoria s/ Ley 27.541, Presidente: Alberto Fernández, Vicepresidente: Cristina F. de Kirchner.
- Años 2022/2023, Blanqueo “para la construcción” s/ Ley 27.679, Presidente: Alberto Fernández, Vicepresidente: Cristina F. de Kirchner.
Durante el Gobierno de Alberto Fernández, y desde el oficialismo, fueron promovidos otros blanqueos que no llegaron a convertirse en ley. La primera propuesta fue del entonces senador Oscar Parrilli, que traía “un blanqueo para pagarle al FMI”. También quien fuera el último Ministro de Economía, Sergio T. Massa, incentivó varias veces –desde finales del 2022 y durante el 2023, incluso como candidato a presidente por el oficialismo– un blanqueo que tampoco prosperó.
¿Por qué todos los presidentes quieren su blanqueo? El objetivo inmediato es la recaudación, sanear las cuentas públicas. Pero el blanqueo es sólo el inicio, tan o más importante el día después.
La evasión tributaria no es la causa del problema, es la consecuencia. El problema de las finanzas públicas no es otro que la economía informal
La clave para que un blanqueo tenga éxito y para el día después es la misma: la confianza.
Si hay confianza, el blanqueo trae una buena recaudación (el de Macri generó más de USD 9.500 millones), ayuda a recomponer las finanzas públicas, y así los fondos y bienes declarados se insertan en la economía formal para poner la rueda de la generación y del consumo en movimiento.
Si permanece la confianza, la economía seguirá siendo formal, coadyuvando al crecimiento económico, a la recaudación de impuestos para la Nación, provincias, CABA y municipalidades, permitiendo superar la crisis. El gobierno gana, los contribuyentes ganan, el país crece.
Sin confianza, no tiene éxito el blanqueo o, al poco tiempo, la economía vuelve a caer en la informalidad.
La evasión tributaria no es la causa del problema, es la consecuencia. El problema de las finanzas públicas no es otro que la economía informal.
La causa son las restricciones económicas, la altísima presión fiscal, el desmanejo de las finanzas públicas, la utilización de los fondos del Estado con fines turbios o de dudosa utilidad, etc. La causa es la falta de confianza.
Sin confianza, no tiene éxito el blanqueo o, al poco tiempo, la economía vuelve a caer en la informalidad.
Sostenemos que el blanqueo que obtuvo media sanción por la Cámara de Diputados es una nueva oportunidad para la Argentina. No hay plata, como ya sabemos. O, tal vez, hay plata, pero está escondida. La falta de confianza en administraciones anteriores pudo haber causado que muchos contribuyentes hayan querido proteger su patrimonio, o su negocio de la voracidad fiscal.
Hemos comprobado como ciudadanos que la emisión monetaria (la “maquinita”) no resuelve el problema, lo agrava. Genera inflación que es la enfermedad de la economía que más afecta a los que menos tienen.
Muchos de los que hoy se oponen a este blanqueo, tuvieron su blanqueo o apoyaron blanqueos anteriores, que fracasaron porque no supieron ganarse la confianza
Con el blanqueo se presenta la oportunidad de sincerar la economía, se permite que el dinero legítimamente ganado por muchos ciudadanos pueda salir a la luz, pagando un impuesto especial para insertarse en la rueda de la actividad económica formal.
Muchos de los que hoy se oponen a este blanqueo, tuvieron su blanqueo o apoyaron blanqueos anteriores, que fracasaron porque no supieron ganarse la confianza.
A su vez, este blanqueo se presenta acompañado de una reducción progresiva del impuesto sobre los bienes personales, que comienza a partir del 2023, además de la eliminación de las alícuotas diferenciales para los activos situados en el exterior. Pero no solo eso, prevé un régimen especial de ingreso para este impuesto, muy atractivo, que unifica y sustituye el gravamen de los años 2023 a 2027, aplicando una alícuota del 0,45% sobre la generalidad de los bienes y del 0,50% sobre aquellos que antes no estaban declarados.
Existe además un reconocimiento para los contribuyentes cumplidores –aquellos que no adhieran al blanqueo–, que consiste en una reducción de la alícuota del impuesto sobre los bienes personales del 0,50% para los períodos fiscales 2023, 2024 y 2025.
Estamos ante una nueva oportunidad para nuestro país.
Nuestros Diputados ya se han expresado a favor del mismo y del resto de las Medidas Fiscales Paliativas y Relevantes que ha propuesto el Poder Ejecutivo de la Nación. Queda en manos de nuestros Senadores la decisión de aprobar o no esta herramienta financiera para ayudarnos a salir de la crisis en la que estamos.
El autor es socio del estudio Lisicki Litvin y Asoc.