Los países que propusieron, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, una resolución de incorporación de Palestina como “Estado miembro pleno” de la organización, le han hecho un flaco favor al pueblo y a la nación palestina.
Cuando Israel, razonablemente, exige la liberación inmediata de los 130 rehenes, todavía en manos de Hamas, como condición para un cese al fuego, esta resolución solo representa un inoportuno respaldo a Hamas y una contraproducente presión sobre Israel en plena negociación, impulsada por Egipto.
El mundo está sensibilizado con el sufrimiento del pueblo palestino, pero debe reconocer la inhumana utilización que Hamas hace de los dos millones de civiles indefensos que habitan en la Franja de Gaza. Tiene que recordarse, además, la retención de los rehenes durante siete meses, en condiciones que es mejor no imaginar.
Hubiera sido muy útil una resolución que llamara a la inmediata liberación de los rehenes israelíes y concretada dicha liberación, se avanzara en la declaración del cese al fuego. También, la convocatoria a una reunión en Ginebra, patrocinada por la ONU, con participación de Israel, la Autoridad Nacional Palestina, los EEUU, China , la UE , Egipto y Turquía, para avanzar en el reconocimiento de un Estado Palestino.
Además, hubiera sido útil comprometer la conformación de una fuerza multinacional para garantizar, por una década, la seguridad de la frontera entre Israel y el futuro Estado palestino. El mundo debe acompañar los mejores esfuerzos para alcanzar la paz y no especular con el drama que hoy sufre esa región del mundo.
El voto argentino, en particular, es un tema aparte. Tradicionalmente, Argentina, ha estado muy vinculada al tema en cuestión, por la existencia -y convivencia pacífica- de dos comunidades de origen árabe y judío, que forman parte sustancial de nuestro “crisol de razas”. Por las sangrientas agresiones sufridas en nuestro territorio, inspiradas y ejecutadas por el regimen teocrático de Irán y sus organizaciones terroristas asociadas.
También, por el reconocimiento de la representación de la autoridad palestina como embajada equivalente a la de un estado soberano. Este gesto marca con claridad, así como muchas declaraciones expresas en el sentido de estimular la solución pacífica y definitiva del conflicto en Medio Oriente, con la convivencia pacífica entre un Estado de Israel y otro palestino.
En base a este acervo diplomático, hubiera correspondido emitir un voto de abstención frente a la propuesta realizada. No por que seamos neutrales en el conflicto -la posición argentina ha sido y será siempre comprometida-. Por los motivos enumerados, nunca podríamos ser indiferentes o neutrales.
El tema, como en tantos otros, es evitar el péndulo que tanto daño nos ha producido en el pasado, y poder rescatar los aciertos y aportes que tambien hemos aportado al concierto de naciones.