Hace algunas semanas, Nicolás Márquez recibió un llamado de Javier Milei. “Si podés, venite a Olivos mañana a la tarde. No gastes en hotel. Te invito a dormir en los cuartos para huéspedes. No te olvides de traer malla”. Márquez le había pedido al Presidente una entrevista que le daría estructura a un libro que estaba preparando sobre su vida. Así que viajó de inmediato desde Mar del Plata, donde vive. Se alojó donde le indicaron. En un momento, un funcionario le informó que el Presidente lo estaba esperando en la pileta del predio. Márquez se puso el traje de baño. Cuando llegó al lugar, Milei ya estaba sumergido hasta el cuello. Márquez se metió al agua. Compartieron, entonces, un largo chapuzón, a solas. Ese encuentro tan personal está contado en el libro Milei, la revolución que no vieron, una biografía muy benévola sobre el líder libertario, que Márquez escribió con Nicolás Duclós y se publicó en estos días.
En el marco de la difusión de ese libro, Márquez concedió varios reportajes en estos días. En uno de ellos –el entrevistador fue el autor de esta nota- fue muy violento contra la comunidad homosexual, negó la existencia de campos de concentración durante la dictadura militar y rechazó que los militares hayan robado bebés. Hace muchos años que ninguna persona relevante decía estas barbaridades. Márquez es relevante, básicamente, por su cercanía con el Presidente, que no empezó, como se verá, esa tarde en Olivos.
La reacción de personalidades como Manuel Lozano, Flor de la V y Fer Dente ante las declaraciones de Márquez fue, apenas, la punta del iceberg de una conmoción que generó adhesión de figuras muy populares, dentro y fuera del país, como Ricky Martin, Jaime Bayly, Lali Espósito o “La China” Suarez, entre tantos otros. Es que era difícil no conmoverse ante los efectos de la crueldad homofóbica. “Me siento derrumbado en mi autoestima –se burló el amigo de Milei-. Tras la nota en la que aplasté a Tenembaum y su staff solo me atacaron bailarines, chimenteros y almas conflictuada y/o avergonzados de sí mismos. ¿Nunca un comentario intelectualmente digno?”.
Cuestión de opiniones, claro.
Tal vez estaba envalentonado porque, en medio del torbellino, recibió respaldos significativos por parte de la primera línea libertaria. Márquez presentó la biografía de Milei en la Feria del Libro. Allí estaban la Secretaria 1° de la Comisión de Ciencia y Técnica de Diputados, Lilia Lemoine, y Alberto “Bertie” Benegas Lynch, quien encabezó la lista de diputados en CABA y, hace poco, propuso que Márquez fuera diputado el año que viene. “Campeón de la libertad”, lo llama.
En la platea también aplaudía entusiasta Juan Bautista “Tata” Yofre, el periodista que Milei eligió para presentar el fallido video que el Gobierno difundió el 24 de Marzo para defender lo que llaman sin sonrojarse “memoria completa”. Y junto a ellos Iñaki Gutiérrez, el joven que maneja el TikTok de Milei, y su novia. Esa pareja perteneció al exclusivo círculo que sopló las velitas junto a Milei en su último cumpleaños, la noche de la primera vuelta electoral.
Que tantos de los así llamados libertarios respaldaran a un agitador como Márquez, habilita a preguntarse sobre cuál es la real distancia entre los libertarios y las ideologías más totalitarias del siglo XX, que sirvieron para perseguir homosexuales, negros, judíos o, simplemente, librepensadores. Ellos se enojan ante estas preguntas. Pero, bueno, es gente que se enoja muy fácilmente.
Márquez es un hombre muy conocido en el mundo de la ultraderecha argentina pero recién ahora, gracias al fenómeno Milei, empieza a trascender sus límites. En lo personal, me enteré de su existencia unos días antes de la asunción de Javier Milei. Yo había subido a mi cuenta de la red X una denuncia sobre una amenaza de bomba contra un call center donde se recibían denuncias de violencia contra las mujeres. Le agregué un breve texto: “Tal vez esto tendría que tener más difusión”. Un tal @nickymarquez me respondió: “A estos parásitos les quedan 15 días y se cierra ese antro oloroso. Luego tendrán que buscar un trabajo decente. Esto no es noticia salvo para un zurdito emputecido como vos”.
La cuenta tenía un tilde azul. Eso quería decir que el personaje que escribía ese mensaje podía tener algún tipo de relevancia pública. Empecé a seguir su cuenta. Me llamó la atención que Nicolás Márquez había asistido a la asunción presidencial. Allí estaban las fotos donde aparecía en las gradas junto a Agustín Laje, otro agitador de extrema derecha que se había fundido en un gran abrazo con Javier Milei durante el acto de cierre de campaña realizado en la ciudad de Córdoba. Márquez también se retrató en el recinto junto al flamante diputado Alberto “Bertie” Benegas Lynch. Se los ve, ese 10 de diciembre, alegres y esperanzados.
En su cuenta Márquez apelaba todo el tiempo a los insultos homofóbicos para descalificar a otras personas. En aquellos días, por ejemplo, se peleaba con Lupe Batallán, una militante católica antiabortista. Ella estaba defraudada por la cercanía de Milei a la comunidad judía. Él defendía al Presidente. Pero, en un momento, empezaba a reprocharle a ella que su hermano hubiera sido homosexual y fallecido de SIDA. Son agresiones de una persona muy cruel: “Lupe, la palabra de Dios dice catorce veces que la sodomía es abominable y no hay momento en el que Dios se vea más enfadado que con la perversión homosexual. Los quemó vivos, mandando fuego desde el cielo. No se puede bendecir lo que Dios desprecia”.
Márquez ha hablado en varios actos junto al Presidente. Márquezd ecía sus cosas, y Milei asentía.
En marzo del 2019, durante un acto en el Auditorio de Belgrano, Márquez dijo: “Hace cinco años aproximadamente, yo escribí una biografía sobre el dictador pedófilo Juan Perón”. La platea lo ovacionó. “No es una descalificación, son datos objetivos”.
Luego apuntó contra los liberales que en ese momento apoyaban a Mauricio Macri. “Esos liberales están agrupados en fundaciones que supuestamente se dedican a recaudar plata para defender la libertad. Ni defienden la libertad ni influyen en la opinión pública. Son los mismos sectores que nada dicen por los 3.000 militares presos en la Argentina, juzgados en juicios paródicos. Por corrección política se hacen los idiotas. Para lo único que han servido es para cultivar ese cáncer que es el extremismo de centro”.
Siguió: “Nada han dicho sobre la ideología de género. No se pronunciaron sobre la Ley de Educación Sexual Integral. No se pronunciaron sobre el feminismo. No se han pronunciado por el lobby LGBT. No se han pronunciado sobre el multiculturalismo. No se han pronunciado sobre el ecologismo. No se han pronunciado sobre el globalismo. Y en todo el año pasado, con el debate que tuvimos, tampoco se pronunciaron sobre el aborto”.
El año pasado, en medio de la campaña presidencial, en la Feria del Libro, Márquez argumentó, al lado de Milei: “Estamos en una suerte de guerra, llámenla como quieran. Nosotros no tenemos adversarios. Tenemos enemigos: la progresía, la progredumbre y todos sus aliados, los bienpensantes, la casta a la que siempre ataca con certeza Javier Milei. Y no solamente la casta política, también la casta periodística hegemonizada por un progresismo que nos atosiga, que nos abruma”.
En El libro negro de la nueva izquierda, Márquez volvió a ensañarse con los homosexuales. “Si una persona come más de lo que necesita y se ejercita menos de lo que su organismo requiere, sufre consecuencias. El SIDA no sería en esta interpretación sino un castigo más severo para los homosexuales que el exceso de colesterol”. O: “La homosexualidad es anormal. De la simple observación de la composición de un hombre se nos permite inferir que este no tiene un órgano sexual receptor para recibir a otro hombre como pareja y de la simple observación de la mujer vemos que esta no tiene un órgano de penetración para tener otra mujer como pareja”.
Desde 1983, ningún presidente ha tenido tan cerca a personas con estas ideas. No es casualidad. Milei coquetea todo el tiempo con este tipo de miradas. Los autores que recomienda en diferentes notas permiten entender el vínculo entre los libertarios y las propuestas más retrógradas que han aparecido en las sociedades occidentales. Un ejemplo es Hans Hoppe, uno de los pensadores preferidos del Presidente. Milei, por ejemplo, ha dicho, hace unos días que, además de Murray Rothbard, su modelo es Hans Hoppe. Es la tercera o cuarta vez que cita a ese pensador alemán.
El libro más conocido del tal Hoppe se llama Democracia, el Dios que falló. A lo largo de 300 páginas, el pensador distinguido por el Presidente explica por qué la democracia no funciona y sugiere mecanismos muy explícitos para terminar con ella. Pero eso no es lo más inquietante, por más que sea bastante inquietante.
En otro texto llamado Por un libertarianismo realista, Hoppe reivindica la superioridad de los hombres blancos heterosexuales. “Prácticamente todos los inventos técnicos, las máquinas, herramientas y dispositivos, de los cuales depende gran parte de nuestro nivel de vida y confort, fueron creados por ellos. Además, ¿no es la típica familia blanca jerárquica compuesta por padre, madre, sus hijos comunes y futuros herederos y su conducta burguesa -todo aquello que la izquierda combate- el modelo de organización más exitoso que el mundo alguna vez haya visto, con el mayor grado de acumulación de riqueza y el más alto promedio en el nivel de vida?”.
Además: “Los hombres blancos heterosexuales son los que han demostrado el mayor ingenio, industria y destreza económica. Las sociedades dominadas por hombres blancos y heterosexuales, y en particular los más exitosos entre ellos, han producido y acumulado la mayor cantidad de bienes de capital y los más altos niveles de vida…la existencia de ustedes y su bienestar depende decisivamente, de la existencia de otros, y en especial de la existencia de las sociedades dominadas por hombres heterosexuales, de sus estructuras familiares patriarcales, y su estilo de vida y conducta burguesa y aristocrática”.
Esas son las lecturas que recomienda el Presidente.
José Benegas es primo segundo de Alberto Benegas Lynch (hijo), al que Milei califica como “el máximo procer del liberalismo argentino”. Hace años que José está preocupado por el viraje de muchos liberales hacia ideas totalitarias y discriminatorias. Por eso, en 2018, ante la irrupción de Donald Trump, escribió un libro titulado: Lo impensable: el curioso caso de los liberales mutando al fascismo. En febrero publicó otro libro sobre Milei, que es en realidad un capítulo más del anterior.
Hace varios años que, cada tanto, discute violentamente con Márquez en las redes sociales. Márquez apela, otra vez, a su homofobia en esos cruces. “Josefa, no me trompeo con vos porque la contaminación con tu sangre puede contagiarme HIV”, ha argumentado. No es algo personal con Benegas. El amigo del Presidente hace esas cosas todo el tiempo con todo el mundo.
Benegas está convencido de que la batalla cultural que promueven Milei y Laje es antagónica con la democracia occidental. “La racionalidad del proyecto no es liberal, es fascista, eso es lo que llaman la batalla cultural. Es un intento de que la sociedad sea gobernada por otros ‘puros’, que no son de raza, sino de género, de orden. Eso es Benegas Lynch, que quiere a Márquez con una banca. Lynch es peor que Márquez porque lo apoya para que diga lo que él quiere decir, mientras repite lo del proyecto de vida del prójimo. Es un proyecto, en realidad, sustentado en joder la vida del projimo”.
Tal vez sea un poco exagerado.
Ojalá que sí.
Pero, ¿lo será realmente?