El gobierno de Javier Milei lleva cinco meses en el poder, fue votado por un heterogéneo universo político-ideológico, con mayoría de jóvenes, debido al rechazo mayoritario a los partidos políticos tradicionales que se encontraban muy lejos del apoyo popular, en circunstancias históricas muy particulares.
Todo ello le permitió al Presidente y a su pequeño grupo dirigente ganar las elecciones apoyándose en ese rechazo mayoritario, presentándose como lo novedoso, lo “distinto” sin precisar claramente hacia dónde iba dirigir sus políticas.
Definió su camino con slogans, acusando a la denominada la “casta” de todos los males argentinos, sin explicar qué era la casta, quién pertenecía a ella y quiénes serían sus aliados para vencerla
Su inicio no fue feliz. Así fue que impulsó una extensa ley ómnibus y un Decreto de Necesidad y Urgencia a efectos de demostrarle a ese electorado, virgen de ideología y con muy escaso conocimiento de la realidad política argentina, que venía una opción diferente al pasado y que la política iba a ser la que pagase el esfuerzo ciclópeo que había que hacer para cambiar a la Argentina del fracaso, del cual eran responsables los gobiernos que lo precedieron, fundamentalmente el peronismo kirchnerista.
A pesar del apoyo mayoritario de muchos sectores medios y el unánime de aquellos más acomodados, su falta de reparo moral a un ajuste salvaje hizo que rápidamente los trabajadores y la clase media empobrecida empezara a manifestarse en la calle para impedir la consolidación legislativa de su Proyecto económico y social
Los universitarios, con su rechazo unánime de la privatización de la enseñanza pública y gratuita y el colectivo sindical, expusieron en sus grandes manifestaciones, la presencia de una sociedad distinta a la que proyecta el gobierno de Milei
Su propuesta “contra natura” en materia de política exterior es quizás el intento de mayor relieve y el que de afianzarse mayores dificultades le puede ocasionar a la Argentina, como país soberano desde que se convirtió en un país democrático.
El problema se complica ya que cuando el Gobierno intenta extender su esquema de pensamiento a sus relaciones con el exterior, termina peleándose con Jefes de Estado de Naciones con las que nuestro país mantiene desde hace tiempo relaciones cordiales y amistosas, que benefician nuestro comercio y nuestros intereses geopolíticos permanentes, como es el caso del conflicto de Malvinas con Gran Bretaña.
Cabe tener presente antes de definir la política exterior comercial que se quiere llevar adelante que existen principios y propósitos que no se pueden modificar unilateralmente más allá de la voluntad de los gobiernos.
La realidad internacional tiene vida propia. Es el multilateralismo que ha crecido a partir de la desaparición de la hegemonía norteamericana. La idea de Milei de relacionarse con el mundo solamente a través del viejo esquema de subordinar cualquier iniciativa al visto bueno de los Estados Unidos y priorizar en los conflictos internacionales a Occidente o a sus aliados, por sobre el resto del mundo, no es una tarea que coincida con los intereses nacionales argentinos.
Ello se ve claramente a través del desarrollo del comercio exterior de nuestro país y en quiénes son los socios que pueden sumarse a proyectos de obras públicas imprescindibles para el desarrollo.
La ideología como única guía del camino que debe seguir el país es una decisión que traerá enormes costos políticos y económicos a la Argentina, que es un Estado con una cultura occidental entrelazada con un pasado autóctono y situada geográficamente en latino-américa, y que no responde a cánones establecidos por los países desarrollados que han resuelto el tema de la pobreza.
La política exterior argentina no debe ser un escenario fértil para la nueva guerra fría que asoma en el horizonte global, cada vez con más fuerza, lamentablemente, la llamada Trampa de Tucídides, parece inevitable.
China pretende sobrepasar a los Estados Unidos como primera potencia mundial, ya lo ha conseguido a nivel comercial y avanza sin pausa en lo económico, en lo científico tecnológico, y en lo militar.
Coquetear a escondidas con Taiwán como lo han hecho funcionarios del gobierno, afirmar que “China Comunista” no es un aliado es una flagrante contradicción cuando se acaba de enviar se manda a la Canciller y al Presidente del Banco Central a mendigar la renovación de un Swap, indispensable para mantener el precio del dólar
Por su parte, Estados Unidos se debate internamente entre volver a la antigua política de aislamiento llevada a cabo por los Republicanos de Donald Trump y sus seguidores y la propuesta Demócrata llena de contradicciones en materia de política interior y exterior y con un candidato que parecería que la edad lo ha deteriorado físicamente.
Esta discusión forma parte de las grandes diferencias político ideológicas que se enfrentan en el seno de la sociedad americana y que se dilucidará en la elección del mes de noviembre.
La idea de Milei de hacer seguidismo americano a ultranza sin importar quién gobierna, no parece la que debe tomar un Jefe de Estado de un país independiente y soberano sino que se asemeja a la de quienes gobernaron los “países bananeros” durante la la guerra fría.
Milei después de recibir al Secretario de Estado Antony Blinken, figura estelar del gobierno Joe Biden, viajó 9.000 kilómetros para sacarse una foto con Trump, ello revela una inocencia llamativa.
No se puede estar en Misa y repicando las campanas, no será igual el mundo si gana Trump.
En ese marco, haber votado en contra del Proyecto de Resolución en la Asamblea General de Naciones Unidas y al que impulsaban 123 Estados para que Palestina se sume como Estado Pleno de la Organización a las Naciones, quedándose absolutamente solo en la Región latinoamericana, no parece el camino apropiado para los intereses nacionales argentinos.
Creemos que la política exterior de Milei no comprende cuál será el mundo que se avecina.
No es solamente por tener una buena relación con los Estados Unidos que la Argentina conseguirá obtener beneficios y avances en su relación global. El mundo como dijimos se ha globalizado no solo en materia económica, se comienza a dibujar un horizonte multilateral que obliga a reconsiderar posiciones, que no deben ser fruto de ideologías, sino del interés nacional de cada una de los Estados
Es por todo ello que consideramos sumamente fuera de lugar que la Argentina se asocie ciegamente al destino de Estados Unidos y aún más de Israel, cuyo futuro está plagado de peligros, con enemigos poderosos y hoy sin el apoyo irrestricto de los Estados Miembros del Consejo de Seguridad y en minoría en la Asamblea General de ONU.