Régimen laboral: un sistema caótico que debe reformarse

Frente a un escenario de incertidumbre y desafíos constantes, se alza la voz por una reforma que prometa estabilidad y crecimiento a largo plazo

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La reforma laboral requiere de instituciones capaces de alcanzar consensos democráticos que perduren en el tiempo. (EFE)
La reforma laboral requiere de instituciones capaces de alcanzar consensos democráticos que perduren en el tiempo. (EFE)

Conmemorado cada 1° de mayo, el Día del Trabajador nos invita a repensar sobre el papel fundamental que estos desempeñan en el desarrollo de nuestras sociedades. El actual contexto en el que el debate sobre la reforma laboral nos invita a reflexionar sobre la necesidad de transformar y el rol de las reglas de juego en la creación de empleo.

Al igual que en el exitoso libro “El problema de los tres cuerpos”, del autor chino Cixin Liu, donde un sistema caótico frena el progreso de una civilización, el mercado de trabajo argentino enfrenta desafíos similares. La alta informalidad, la judicialización de los conflictos y el estancamiento en la negociación de convenios colectivos son solo algunos ejemplos de este caos.

En este contexto, mientras que algunos observan en este debate una disputa dialéctica de ideologías contrapuestas, otros advierten que el sistema existente ha llegado a un nivel tal de imprevisibilidad que se ha vuelto caótico, excesivamente oneroso y altamente conflictivo. Como ejemplo palpable, se destacan hechos incontrastables como la alta tasa de empleo no registrado.

Desde esta perspectiva, al igual que en la narrativa de Liu, el mercado laboral argentino se enfrenta a desafíos similares que frenan su desarrollo y crecimiento, condenándonos a repetir los mismos errores, cual Sísifo, luchando eterna e infructuosamente por subir la misma roca cuesta arriba.

Con mayor o menor grado de profundidad, los debates en torno a los cambios propuestos giran en torno a clarificar aspectos legales ambiguos, simplificar las relaciones de trabajo, incentivar la creación de convenios colectivos y eliminar cambios artificiosos introducidos en los últimos treinta años que solo sirvieron para incrementar la conflictividad sin ningún otro resultado palpable.

Es imperativo, entonces, abordar con madurez estos cambios, no como una cuestión de ideologías o posiciones polarizadas, sino como una necesidad urgente para introducir orden y predictibilidad en nuestro sistema laboral. Como rezaba el lema de la última cena de CIPPEC, “de lo pendular a lo medular”, Argentina necesita trascender la alternancia entre extremos y centrarse en acuerdos sustanciales que aseguren un futuro estable y próspero.

La reforma laboral no solo es deseable, sino necesaria. Requiere de instituciones capaces de alcanzar consensos democráticos que perduren en el tiempo, moviéndonos a un entorno probable y propicio para el desarrollo y la innovación.

En este día, abracemos las oportunidades que se presentan para que todos los argentinos puedan acceder a un trabajo digno.

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