Anomalías que anuncian la próxima revolución Tecno Humanista

¿Estamos transitando un nuevo capítulo de la revolución digital o más bien abriendo una nueva etapa distinta a la anterior?

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Estudios científicos
Estudios científicos

Fue Thomas Kuhn, físico y filósofo de la ciencia del Siglo XX, quien ofreció el marco analítico más completo y utilizado para entender la dinámica de las revoluciones industriales y tecnológicas que, cada tanto, se dan en la historia de la Humanidad. En 1962 publicó el legendario libro “Estructura de las Revoluciones Científicas”, donde explicaba la secuencia de anomalías, paradigmas y nuevas soluciones tecnológicas que fueron dando vida a esos enormes saltos hacia adelante que hemos transitado como civilización y que comúnmente se conocen como revoluciones industriales o tecnológicas.

El núcleo de su tesis es que estas revoluciones no se producen por imperio de algún fenómeno extraordinario y puntual, ni una política de gobierno o una tecnología disruptiva. Hay un proceso más complejo detrás de esto. Para Kuhn, en su devenir por sobrevivir y progresar, la Humanidad se va enfrentando a distintas y nuevas anomalías de escala social que no pueden ser resueltas con el estado del conocimiento y tecnologías existentes. Esa creciente incompetencia colectiva agudiza su impacto. El dolor nos moviliza. Y desata proyectos, iniciativas e inversiones públicas y privadas destinadas a generar nuevas ideas y conocimientos que puedan incubar soluciones. Es la enorme energía creativa de la Humanidad la que se pone en marcha, sin plan centralmente dirigido, con foco en construir aquellas soluciones.

Ese proceso puede durar años y tal vez décadas. Científicos, innovadores, hacedores, filántropos, líderes, universidades, empresas y todo tipo de actores convergen bajo una desordenada alquimia de exploraciones y ensayos para ir dando forma a un nuevo estadio de conocimientos que deben pasar por instancias de prueba y validación. Cuando una suficiente cantidad y calidad de esos nuevos abordajes son efectivamente aceptados como válidos para afrontar las anomalías que nos duelen, se conforman nuevos paradigmas. Estamos ante nuevas maneras de ver el mundo y comprender los sistemas que definen su funcionamiento. Se despeja así el camino hacia nuevas soluciones y tecnologías. No se trata sólo de artefactos o dispositivos tecnológicos propiamente dichos, sino de modelos operacionales que ofrecen soluciones a nuestras anomalías. La tecnología específica suele ser una condición necesaria, aunque no suficiente para esas arquitecturas de solución que alcanzamos.

Así fueron sucediendo las distintas revoluciones industriales. La primera, de principios del Siglo XIX y simbolizada en la máquina de vapor. La segunda, en la parte avanzada del del Siglo XIX , protagonizada por la energía eléctrica masiva. La tercera, de la segunda mitad del Siglo XX a través de la microelectrónica, informática y telecomunicaciones. Y la de finales del mismo Siglo XX, impulsada por las nuevas tecnologías digitales y la biotecnología. Cada revolución contiene un fuerte y largo entramado de elementos y sucesos. Durante décadas se incuban, desarrollan y consolidan. Procesos llenos de tensiones, resistencias y transformaciones. Como desenlace, llega un nuevo estadio de progreso global. La Humanidad avanza. Supera anomalías y amplifica las fronteras de lo posible.

La experta venezolano-británica Carlota Pérez, autora de otro libro de referencia mundial como fue “Revoluciones Tecnológicas y Capital Financiero”, propone su propia secuencia de la siguiente manera: la Primera en la década de 1770 a partir de nuevas técnicas de fabricación industrial; la Segunda a partir de 1830 bajo el influjo de la máquina de vapor y los ferrocarriles; la Tercera a partir de 1870 con el acero, la electricidad y la ingeniería pesada como ejes articuladores; la Cuarta a partir de 1910 de la mano del petróleo, el automóvil y la producción en masa; y finalmente la Quinta desde 1970 impulsada por la enorme explosión de las tecnologías de información y comunicación (TICs). No obstante, Pérez muestra sintonía con la fórmula de Kuhn acerca del proceso de problemáticas, nuevos conocimientos, paradigmas y tecnologías que dan forma a una nueva revolución. La clave está en lo que denomina “constelación de innovaciones técnicas fuertemente interrelacionadas”, que siempre operan en el núcleo de toda nueva revolución industrial y tecnológica.

La pregunta que hoy nos convoca, y que usualmente trabajamos con alumnos de la materia Tecnología, Humanidades y Modelos Globales que cursan los alumnos que ingresan a las distintas carreras que ofrece la Universidad Siglo 21, es: ¿Está la Humanidad incubando en estos años una nueva revolución tecnológica? Y a continuación: ¿Estamos transitando un nuevo capítulo de la revolución digital, Cuarta o Quinta según Kuhn o Pérez respectivamente, o más bien abriendo una nueva y distinta a la anterior? ¿Podemos identificar un conjunto de anomalías globales que la Humanidad no está pudiendo resolver y que la búsqueda de nuevos conocimientos y tecnologías en marcha podría conducirnos a una nueva revolución?

Nuestra mirada es que efectivamente, en esta época compleja y fascinante de la historia de la Humanidad que transitamos, asistimos a una profundización de anomalías globales que no estamos pudiendo resolver aún. El mundo es un espacio mejor que en el pasado para desplegar nuestras vidas, según gran parte de las estadísticas. Pero aun así, sobresalen grandes puntos de dolor en nuestra época. Proliferan imágenes de problemas irresueltos, en todos los ámbitos. Y emergen con nitidez esas nuevas anomalías a escala global de la Humanidad. Hemos llegado lejos como civilización, pero no se vislumbra un final de la historia. Haciendo un esfuerzo de síntesis, podríamos agrupar anomalías actuales en cinco bloques:

  • Sentido y bienestar en la vida terrenal. Muchas anomalías que nos aquejan tienen que ver con esta renovada cuestión existencial. Dan cuenta de ella múltiples estudios que reflejan el estado de infelicidad, incertidumbre y pesimismo que se va apoderando del estado de ánimo de las personas. Una epidemia de salud mental amenaza la armonía de nuestras sociedades, el sedentarismo y el azúcar en sangre provocan estragos en millones de personas, los vínculos se hacen más efímeros y tenemos menos hijos lo cual pone en jaque la supervivencia de la especie. Pero hay de todo en marcha. La filosofía se recrea y nos moviliza con preguntas más amenas sobre el sentido de la vida, nuevas modalidades de trabajo nos regalan tiempo y nos sacan del molde agobiante de vivir para trabajar, nuevas terapias y rutinas se hacen accesibles y efectivas, la ciencia del bienestar en general está en estado de ebullición creativa y promete nuevas soluciones.
  • Gobierno y preservación del bien común (Planeta Tierra): nuestros sistemas de gobernanza nacionales e internacionales brillan por sus anomalías. Es muy incierto que produzcan respuestas acordes a las expectativas de las personas y aptas para encauzar conflictos de intereses desbocados (especialmente en la escena internacional). Hemos creado democracias, instituciones y organizaciones en buena parte de las regiones y los asuntos humanos. Y fueron efectivas. Pero ya no alcanza. Nuestro patrimonio común corre riesgo a la luz de gobernanzas frustradas y atajos populistas o violentos que aparecen como intentos de respuestas inmediatas. Pero hay en marcha ensayos de todo tipo. Nuevas herramientas de democracia directa, nuevos mecanismos institucionales, ensayos de comunidades autogestionadas, nuevas maneras de formar y promover líderes responsables, nuevas tecnologías aplicadas a gobierno inteligente y producción de bienes públicos, etc.
  • Creación de valor y progreso equilibrado: producir todo lo que necesitamos y deseamos nos llevó a una carrera por el crecimiento. El capitalismo irradió por el mundo su capacidad para crear riquezas. Pero vino con sus excesos. Contaminación, exaltación financiera y mayores desigualdades. Son visibles las anomalías que transitamos en este terreno. No sería sensato volver atrás ni denigrar lo que nos ha traído tanto progreso. Están en marcha aquí también las fuerzas de la creación: nuevos modelos de economías de triple impacto, nuevas tecnologías para crear valor económico, nuevas soluciones para recrear el progreso social desarrollando capacidades de las personas para el trabajo independiente, nuevas herramientas para remunerar el trabajo humano y compartir rentabilidades, etc. Un nuevo y mejor capitalismo es posible a partir de todas estas herramientas en proceso de validación y maduración.
  • Aprendizaje y desempeño laboral: El siglo 20 ha sido un triunfo de la alfabetización, la educación masiva y la dignidad laboral. Basta un rápido repaso para advertir cuanto hemos progresado en estos ámbitos. Pero no están exentos de nuevas anomalías. Los sistemas educativos parecen enormes burocracias y no están acertando en formar personas para los nuevos desafíos; escuelas y colegios han sido eficaces en estandarizar y muy limitados en individualizar; el trabajo se polariza y registra porciones crecientes de personas conectadas a la economía del conocimiento y el alto valor agregado y mayorías aún estancadas en posiciones que, aunque muchas de ellas esenciales, están al margen aún de los saltos de productividad y de ingresos; etc. Un enorme abanico de ensayos e iniciativas intentan crear nuevas soluciones aquí. Entre ellas, nuevas pedagogías, mediación tecnológica masiva para formarnos de forma continua, diseño de nuevas posiciones laborales más significativas basadas en habilidades blandas, nuevos modelos de negocios para remunerar mejor al trabajo humano gracias a la productividad tecnológica y muchos otros mecanismos pueden terminar siendo las tecnologías del futuro para afrontar con éxito semejante cuadro de anomalías.
  • Danza entre inteligencias humanas y artificiales: la IA ha llegado para quedarse. Previo a los modelos generativos (ChatGPT el más taquillero) proliferaban las dudas acerca de cuanto podría la IA mover el amperímetro de la economía y el desempeño humano. Luego de ellos, crece la idea de que el impacto será enorme. Se va incubando la gran anomalía de nuestro tiempo: ¿podremos dirigir el camino de la IA para beneficio de la Humanidad o hemos liberado a un gigante que no podremos manejar? La Humanidad está lanzada a entender, encuadrar y organizar el uso de la IA, antes que sea tarde. Hay de todo en marcha: protocolos, aplicaciones, regulaciones, nuevas profesiones, sistemas, dispositivos, etc. La base común pareciera ser: no podemos perder esta enorme oportunidad de crear copilotos inteligentes para gestionar mejor nuestras vidas, empresas y sociedades. Siempre decimos a nuestros estudiantes universitarios que forman parte de la generación que probará si podemos lograrlo o no.

Cinco grandes grupos de anomalías que convocan nuevamente a nuestra inteligencia colectiva. Están en marcha conocimientos, experiencias y soluciones que pueden dar forma a nuevos paradigmas. Nuestra capacidad de construir tecnologías (en el sentido amplio del término) que nos ofrezcan soluciones es ilimitada. Pero no tenemos comprado el éxito. Una vez más, habrá que probarlo. Y está vez con un doble desafío que complejiza la tarea: la destreza que podamos tener para amortiguar los costos de la transición por cambios tan profundos para tantas personas, por un lado; y el cultivo de la paciencia en tiempos de tanta inmediatez para esperar por la validación de esas nuevas soluciones bajo experimentación. Una nueva revolución tecno humanista es posible.

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