El domingo pasado, el politólogo Jaime Duran Barba contó lo siguiente. “Normalmente trato de usar números para acercarme a la realidad superando prejuicios. Los precios están descontrolados, comparados con los de otros países en los que vivo. El paquete de medicamentos que compro periódicamente cuesta en Argentina USD 775; en Ecuador, USD 323, y en México, USD 221″.
Casi al mismo tiempo, la escritora y periodista Josefina Licitra escribió en la red social X. “Estoy en Italia. Cada paquete de 10 cápsulas de café cuesta 3 euros. Tallarines Di Cecco, 2 euros. Campera de varón de pluma en tienda de marca, 40 euros. Busqué repuesto para una Mont Blanc que no puedo usar porque en Argentina está a 180 mil pesos: acá, 8 euros. Creo que nos están cagando”.
Luego, subió algunas respuestas que recibió: “Igual en París con las cápsulas. Allá, 3 euros. Acá, el equivalente a 9 euros. Cartuchos lapicera Lamy por 5: acá $5845. Allá 2,5 euros”. O: “Estoy también en Italia. Concentrado de tomate Mutti 0.9, en CABA 9 mil pesos”.
Tal vez esos datos puntuales lleven a conclusiones exageradas. Mientras muchos usuarios de redes los difundían, dos economistas muy distintos, que tuvieron altas responsabilidades en el Estado -Domingo Cavallo y Emmanuel Álvarez Agis- explicaban en sus informes que, efectivamente, los precios de muchos bienes -especialmente los durables- estaban más caros en la Argentina, pero no ocurría lo mismo con otros precios, como los de tarifas, salarios o algunos alimentos.
En cualquier caso, la percepción cada vez más generalizada de que los precios en dólares en la Argentina están mucho más caros que en otros lugares ha reabierto el debate sobre el atraso cambiario. Esa discusión tiene muchos antecedentes históricos, y todo el mundo sabe que si los precios suben a un promedio del 7 por ciento mensual -para poner un número muy optimista- y el dólar está casi quieto, tarde o temprano eso se corrige de la peor manera. Por eso, por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional ha recomendado que el Gobierno acelere el ritmo de devaluación, que actualmente está fijado en el 2 por ciento mensual.
Milei cree que eso es un disparate, que lo que está haciendo está perfecto y no debe modificarse. Eso lo ha enfrentado a muchos economistas que no pueden ser calificados como populistas ni keynesianos, ni marxistas. Por ejemplo, Mariano Fernández, un profesor del CEMA que supo ser un gran amigo suyo publicó hace poco en La Nación una nota lapidaria sobre el tema.
Fernández sostuvo que hay un gran negocio financiero, volátil y transitorio, detrás de la estabilidad cambiaria:
-”La caída de los tipos de cambio financieros (dólar MEP, CCL) respondería a un movimiento transitorio de capitales que, aprovechando que la regla cambiaria es insuficiente (devaluación mensual del 2%), obtienen ganancias de bajo riesgo en dólares, que cuando perciban que el programa muestre signos de debilidad, procederán a dolarizar sus carteras e invertir el flujo de capitales refugiándose en activos externos”.
-”Pese a que muchos economistas quieren disfrazar el cambio de precios relativos como una oportunidad, la realidad es diferente. La apreciación cambiaria, como se dijo, no es fruto de entrada de capitales permanentes (inversión) sino que es el resultado de mantener el cepo y brindar condiciones de bajo riesgo para hacer rápidamente ganancias en dólares”.
Otros economistas de la ortodoxia, como Carlos Rodríguez, es más duro aún: “Javier Milei dijo siempre: si hacemos lo mismo de siempre, obtendremos los mismos resultados de siempre. Pero quiere reponer impuesto a las Ganancias, mantiene el CEPO, propone subir Retenciones, prorrogó Bienes Personales con la misma base por todo su mandato, subió el Impuesto PAIS, licuó ingresos, ¡hace lo mismo de siempre!”.
Pero el debate más interesante, por la envergadura de los personajes, es entre Javier Milei y Domingo Cavallo.
El viernes pasado, Javier Milei fue sometido durante una hora a un exigente cuestionario formulado por John Micklethwait, uno de los editores con más experiencia de la agencia Bloomberg. El resultado es la entrevista más interesante de todas las que concedió desde su asunción. El tema central de la nota, que ocupa un tercio de ella, trata justamente sobre el régimen cambiario.
Micklethwait preguntó directo:
-Usted ha reducido la brecha entre el tipo de cambio paralelo y el oficial. Me pregunto si vamos a tener un tipo de cambio flotante.
Milei explicó que sigue en pie la idea de eliminar el Banco Central por cuestiones morales, porque emitir es falsificar, pero hay cuestiones de instrumentación que la demoran. También aclaró que estaba en condiciones de dolarizar pero que si lo hacía hubiera sido destituido por “la política”. Argumentó que evitó la hiperinflación y que solo podía hacerlo con “el mayor ajuste de la historia de la humanidad”. Habló de la deshonestidad de los políticos y de los economistas argentinos y presumió por el descenso de la inflación.
Pasaron seis minutos y no había respondido la pregunta.
Micklethwait lo interrumpió:
-Señor Presidente, estoy completamente de acuerdo. Usted ha hecho mucho por resolver la cuestión fiscal. Pero yo le había preguntado algo preciso: ¿Vamos a ir a un tipo de cambio flotante este año? ¿Qué piensa hacer?
Milei sostuvo que ya hay un tipo de cambio libre.
-Usted tiene un tipo de cambio flotante, que es libre. Y hoy la brecha con el oficial corregida por el impuesto PAIS es cero. Usted tiene un tipo de cambio libre y el tipo de cambio libre coincide con el tipo de cambio de mercado. Lo que nosotros hacemos todos los días es levantar restricciones en el mercado de cambio. Cuando terminemos de limpiar el balance del Banco Central y no haya más pasivos remunerados y hayamos terminado con la reforma financiera vamos a estar enviando una ley que prohíbe la emisión monetaria. El que emita dinero va a ir preso. Luego de eso el tipo de cambio será libre.
Micklethwait repreguntó:
-Sé que ha estado haciendo todo esto mientras devalúa el tipo de cambio oficial a un ritmo del 2 por ciento mensual. El Fondo Monetario Internacional dice que esto es insuficiente. ¿Va a aumentar la velocidad de la devaluación?
-No. Porque no tiene ningún sentido hacer eso. Eso lo dicen también algunos economistas locales que están completamente equivocados. La pregunta es: ¿por qué tengo que hacer saltar el tipo de cambio hoy si el tipo de cambio libre coincide con el oficial? ¿Qué tipo de estupidez es esa de que tengo que hacer saltar el tipo de cambio si el tipo de cambio está alineado con el de mercado? Deberían ser más respetuosos de las decisiones de los individuos ni ser tan arrogantes. Es lo que dice Hayek, ja, la fatal arrogancia. Detrás de eso hay un tema de fatal arrogancia, que es creer saber cuál debe ser el tipo de cambio de equilibrio.
Micklethwait sonrió:
-Creo que Hayek era un fanático del tipo de cambio flotante, dejar que las cosas operen libremente. Y eso no es lo que usted está haciendo ahora.
-Es cierto que no es totalmente libre. Nosotros vamos camino a eso. Nos encontramos con una montaña de regulaciones y todos los días sacamos un montón de regulaciones. A los economistas les cuesta salir de ciertos modelos mentales que traen en la cabeza. Es como decimos nosotros: no la ven.
Si se lo escucha bien, el Presidente parece bastante enredado. Por un lado, dice que el tipo de cambio libre ya existe, luego reconoce que no es tan libre, y finalmente sostiene que no puede asegurar cuándo va a ser libre. Lo que queda claro es que para Milei la devaluación al ritmo del 2 por ciento mensual es indiscutible.
Unas horas antes de ese reportaje, el ex ministro Domingo Cavallo publicó un posteo con un enfoque diametralmente opuesto al de Milei en varios aspectos. Hace pocos meses, Milei había dicho que Cavallo era “el economista más brillante de la historia argentina”.
Cavallo consideró que el ritmo de devaluación del 2 por ciento mensual debe corregirse. “Si el ritmo del crawling peg activo no se ajustara a un ritmo más cercano a la tasa de inflación, los costos de producción en dólares tenderían a aumentar hacia niveles que desalentarían las actividades de exportación y a las sustitutivas de importaciones, poniendo en peligro el superávit comercial luego que se agoten las divisas generadas por la cosecha gruesa y los stocks de insumos importados”.
Luego, explicó que el tipo de cambio en la Argentina no es libre, sino que está muy regulado: “El tipo de cambio CCL no es un tipo de cambio verdaderamente libre porque existen muchas restricciones para el acceso a este mercado por parte de quienes tienen exceso de pesos y estas restricciones desalientan al mismo tiempo la entrada de dólares a través de este mercado”, sostuvo Cavallo. Para el creador de la convertibilidad, la apreciación del tipo de cambio se explica en parte por una manipulación del Banco Central. Por eso propone: “Ajustar el ritmo del crawl en el mercado comercial para que la brecha entre los dos mercados vaya desapareciendo de manera natural y no por manipulación del Banco Central”.
Hay aquí dos visiones bastante antagónicas sobre lo que está pasando en el proceso económico argentino. Para Milei el precio de los dólares paralelos es libre y refleja la confianza de los inversores en la Argentina. Para Cavallo es un precio regulado cuyo resultado es producto de la manipulación del Banco Central. Para Milei, el tipo de cambio al nivel actual no es un problema. Para Cavallo es necesario acelerar la devaluación porque el atraso cambiario traerá problemas serios en algunos meses. Para Milei -al menos para el Milei previo a la entrevista con Bloomberg- es posible liberar el cepo en algunos meses. Para Cavallo sería muy peligroso hacer eso porque correría el riesgo de fracasar.
Cavallo mantiene otra diferencia pública con Milei acerca de lo que ocurre con la economía real. En el post del viernes vuelve a expresarlo al enumerar la brutal caída de la producción sector por sector. Hace diez días, en una entrevista televisiva, había sido enfático en este tema:
“El gobierno va a tener que empezar a ocuparse de algo en lo que todavía no se ocupó, que es de la economía real, qué pasa con el empleo, con los salarios…Tiene que haber paritarias mensuales… Luego del plan de convertibilidad la economía creció un 10 por ciento porque nosotros nos ocupamos mucho de la actividad… yo creo que hay que dejar que las paritarias permitan la recuperación de los salarios, no es buena política ponerle límites al aumento de los salarios porque en una economía libre hay que dejar que todo sea libre, los precios pero también los salarios, si no se arman desequilibrios que después hay que recuperarlos y que la recuperación no es una cuestión automática ni sencilla”.
Para Milei, en cambio, la recesión es parte de la estrategia, que será clave para bajar la inflación y producir el esperado rebote.
Muchas veces en la Argentina ocurrió que el sector financiero estaba de fiesta y el sector real sufría, como ahora. No han sido experiencias demasiado felices, salvo para los más avispados inversores, como por ejemplo el actual ministro de Economía. Milei y los economistas que lo rodean están convencidos de que esta vez va a ser diferente gracias al ajuste fiscal más importante de la historia humana y que solo es cuestión de tiempo para que las cosas se ordenen.
Cavallo no cree que las cosas sean para ponerse eufóricos. “Los indicadores financieros favorables -reducción de la brecha entre el tipo de cambio oficial y los tipos de cambio pseudo libres (CCL y blue), la acumulación de reservas y la baja del riesgo país- son alentadores, pero no deben ser tomados como indicadores de que una reducción significativa de la tasa de inflación está cercana en el horizonte”.
El Presidente en cambio derrocha euforia. “Si hoy hubiera balotaje ganaríamos 58 a 42, por 16 puntos. Si se piensa en primera vuelta, sacaríamos 48 puntos. Eso nos alcanzaría para ganar porque quien está mejor posicionado tiene 20 por ciento de intención de votos”.
Demasiado pronto para saber quién tiene razón.