Desde principios de 2023, la pobreza en la Ciudad viene aumentando. Se registraron 928.000 pobres en el cuarto trimestre de 2023; pasó del 22,1% al 30,1%. Esto se debe a que, además de las personas que desde hace años luchan contra la pobreza, ahora hay porteños de clase media que pasaron a ser pobres.
El último gobierno kirchnerista dejó en la pobreza a 2 millones y medio de argentinos que eran de clase media. Las medidas económicas y políticas del último gobierno, más enfocado en la campaña electoral y sus disputas de poder internas, basadas en el populismo que prometía dar asistencia a los sectores más vulnerables, terminaron destrozando a la clase media. Es el rasgo distintivo de esta crisis que enfrentamos ahora: la clase media es cada vez más pobre.
La Ciudad no es ajena al país, y en esa realidad que heredamos, cada día más porteños con ingresos registrados enfrentan dificultades para llegar a fin de mes y mantener a sus familias. Hoy, 7 de cada 10 personas que caen en la pobreza tienen trabajo formal. Esta pobreza emergente además está compuesta en un 54% por inquilinos y un 25% tiene estudios universitarios completos. La clase media cayó de 47,2 a 40,7% entre fines de 2022 y fines de 2023 en la Ciudad. Son números alarmantes.
Esta situación se refleja en diversos ámbitos, como por ejemplo en las matrículas de colegios privados o prepagas, donde se observa una clara tendencia a la baja debido a las dificultades económicas que enfrentan las familias de clase media.
Los que caen hoy en la pobreza son los laburantes, que se levantan todas las mañanas para alcanzar sus objetivos, y aún haciendo un esfuerzo tremendo, no llegan a fin de mes.
La pérdida de libertad también es una consecuencia directa de la pobreza. Quien cae en la pobreza pierde la libertad para elegir cómo vivir, empieza a achicar sus gastos, deja de mandar a los hijos al club, los cambia de colegio y sale menos a disfrutar. Esta nueva emergencia nos pone de cara con la necesidad de diferenciar entre tener recursos y tener la libertad de usarlos para satisfacer las necesidades y desarrollar una vida plena. Una situación que nos obliga a encontrar soluciones urgentes.
El desafío que tenemos está en sostener estas capacidades de las personas para que puedan superar las barreras que les impiden desarrollarse. Y significa no solo dar apoyo material, sino también crear entornos que fomenten el crecimiento personal, el acceso a la educación, un trabajo digno y participación activa en la sociedad. Por eso, creemos que es muy importante el trabajo conjunto con las iglesias y las organizaciones de la sociedad civil que nos acompañan a diario en nuestros objetivos.
Estamos ante una situación inédita pero no sorprendente, donde debemos llegar a porteños a los que nunca antes habíamos alcanzado, porque nunca antes habían enfrentado una situación como esta.
En este camino, vamos a poner el foco para que la clase media y la sociedad en su conjunto pueda recuperar sus capacidades que le permitan llevar adelante una vida plena. Que el esfuerzo vuelva a ser sinónimo de progreso. Ser una ciudad en la que todos puedan acceder a oportunidades equitativas y desarrollar su potencial al máximo es nuestro compromiso.
Desde el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat vamos a generar más oportunidades de progreso para la clase media. Nuestro compromiso es seguir construyendo una Ciudad en la que cada porteño pueda vivir mejor.