El ajuste es innegociable. Se hace por las buenas o por las malas. Esa es la ley, la consigna más clara del gobierno libertario. Milei refrenda a diario su catecismo fatigando medios y redes sociales. No hay plata. El que las hace las paga.
El Presidente viene imponiéndose en lo que se ha dado en llamar la batalla cultural. Su relato se sostiene y encuentra densidad en todos y cada uno de los chanchullos y prebendas que van quedando a la intemperie. La exhibición del derroche y obscenos privilegios que dejó el gobierno anterior, engrosa el crédito social del que parece seguir disponiendo.
Las compulsas de opinión siguen dando cuenta del rendimiento de su narrativa.
El último relevamiento de Humor Social y Político Nacional presentado por D Alessio IROL indica que, a casi cuatro meses del inicio de su gestión, Javier Milei tiene una aprobación del 47%. Una recuperación de 4 puntos en relación a la investigación del mes anterior. Entre los votantes de LLA la aprobación llega al 76% (1 punto más que en febrero).
Milei se presenta como inflexible, como alguien incapaz de ceder o negociar. Un funcionario que dice mantener con él una relación de mucho afecto asegura que el Jefe de Estado es una rara avis para la política, un tipo complejo, pero a quien sus actitudes, muchas veces provocadoras o revulsivas, le están dando buenos resultados.
La intransigencia de Milei genera desconcierto en la clase política porque él desconoce el lenguaje y las herramientas de las que suelen valerse los legisladores para ir adelante en el proceso parlamentario. Aprovecha el golpe de efecto, el factor sorpresa. Aparece absolutamente refractario al “toma y daca” que es de estilo en las prácticas parlamentarias.
Milei no se deja intimidar con la advertencia de que se está pasando de rosca a la hora de ejecutar el ajuste. “A problemas graves, remedios profundos”, suele ser su respuesta. Está convencido de que si se logra bajar el gasto, el resto va a ser más fácil”.
Milei es considerado por su entorno como una persona capaz de interpretar el clima de época y actuar en consecuencia. Este es, para muchos, su diferencial.
Los talentos desplegados por Milei aceleran el clima de ruptura de época que se vive en el escenario político. Juntos por el Cambio implosionó en medio del proceso eleccionario y los partidos que integraron la alianza han entrado en un profundo proceso de pérdida de la identidad.
La llegada de Mauricio Macri a la presidencia del PRO es interpretada por muchos como un error sin retorno. Son varios los dirigentes del espacio que sostienen que Mauricio Macri vació de contenido al PRO, que lo dejó sin identidad. Dicen que Milei se animó a hacer lo que Mauricio Macri nunca tuvo el coraje de hacer.
¿Por qué alguien volvería a elegir a Macri?, se pregunta un altísimo referente del mismo del partido que lo llevó a la Presidencia.
Macri intenta contener a los suyos pero por el momento solo logra incomodar a Milei y perturbar a sus decisores. Un análisis muy duro del rol que hoy juega el ex Presidente, para terminar alojado en una suerte de no lugar.
Quienes están en la cocina diaria del trámite parlamentario aseguran que es muy importante lograr la aprobación de la Ley de Bases para poder avanzar hacia el Pacto de Mayo.
La batalla por la macro también se viene ganando. El apretón fiscal empieza a evidenciar datos que resultan alentadores. Sin acuerdos que se plasmen en leyes, hasta ahora se ajusta por imposición. Se va para adelante sin reparar.
El FMI acompaña y celebra los logros obtenidos, habla de un “progreso impresionante de la gestión económica”, pero pide mejorar “la calidad del ajuste fiscal”. Lejos de presionar para un recorte mayor, ahora los funcionarios del fondo bregan para que se tenga en cuenta la cuestión social. Piden medidas que aseguren un crecimiento inclusivo y sostenible.
A fuerza de licuadora y motosierra el tándem libertario avanza sin respiro. Por momentos parecen recurrir al bálsamo del gradualismo para amortiguar el impacto de las decisiones, pero de bisturí nada, ni hablar. Se ejecutan ablaciones sin discriminación ni contemplaciones ni anestesia.
La refriega de la semana fue la que libraron los empleados estatales que se resisten a los despidos que se cuentan por miles. Ganaron la calle pero se mantuvieron dentro de los carriles del protocolo antipiquetes. Hubo tensión pero no desmadre.
Si bien Milei anunció 70.000 despidos, la alharaca mileísta quedó reducida a no más de 15.000, al menos por ahora. No parecen, en cualquier caso, ser el producto de una prolija discriminación. Se corta por peso y listo. Eso gatilló denuncias y petitorios de reconsideración de algunos casos puntuales. En orden a limpiar a los ñoquis se cometen muchos errores e injusticias. Pagan justos por pecadores.
Sin Ley Bases no hay plata. No es látigo y billetera, es escasez de recursos.
Si el Gobierno no obtiene las herramientas no va a haber fondos. Este es el argumento de fondo que esgrimen los negociadores del oficialismo en orden a ir cerrando filas con quienes estén dispuestos a asegurar los votos.
Según un estrechisimo colaborador de la causa libertaria, a la batalla cultural y la batalla por la macro si suma la batalla por la propia. Encuadra en esta última contienda los tremendos esfuerzos que despliegan sindicalistas, políticos y empresarios para defender sus feudos.
Según los que libran por el oficialismo esta feroz refriega, lo que tiene que enfrentar es un coro de intereses creados a los que solo se puede desarticular derogando o modificando las leyes que los respaldan. Una constelación de prebendas legalizadas. Una rapiña prolijamente validadas por plexos legales. A eso apunta el DNU con su impronta desregularizada.
Un profundo conocedor de la gestión macrista asegura que Mauricio Macri equivocó la estrategia contra los grupos de interés. Macri los quiso comprar y no funcionó. El conflicto con ese entramado es siempre inevitable. Para nuestro agudo interlocutor la clave es desfinanciarlos y eso se logra terminado con las regulaciones que les genera la plata con la que sostienen los lobbies.
Con el sindicalismo pasa algo parecido: defienden a capa y espada su fuente de recursos. La eliminación de los aportes solidarios de los no sindicalizados es uno de los artículos más resistidos por los popes sindicales. Son la base de su financiamiento. La reforma laboral es resistida pero es este su aspecto más controvertido.
En cualquier caso, la batalla más fuerte es la que se libra contra la casta empresarial. Los hombres de negocios disponen de suculentos recursos para ser parte de la conversación e intervenir en las decisiones de política pública.
Más allá de estas cuestiones, al ras del suelo, todos nos enfrentamos a un enemigo impensado: el dengue. El pico de la epidemia expone los límites de la narrativa libertaria. No todo lo puede resolver el mercado, al menos no en tiempo y forma.
Muchos frentes de batalla abiertos en simultáneo. Los más esperanzados dicen que vienen dos meses difíciles. Hay que pasar el otoño.