Para que exista crédito primero tiene que haber ahorro, sea interno o externo. ¿Qué es el ahorro? No es otra cosa que la parte del ingreso no consumido que cada uno de los habitantes que se vuelca al mercado de capitales, que es el que, en modo indirecto, se encarga de financiar consumo e inversión.
Obviamente, para que haya ahorro, la población debe tener un nivel de ingreso que le permita consumir y que le quede margen para sacrificar consumo presente en pos de un consumo mayor futuro.
La pregunta que surge es: ¿Cuál es la capacidad de ahorro que hoy tienen los argentinos para financiar el crecimiento? Y aquí surgen dos consideraciones a tener en cuenta:
- La caída del ingreso real que se venía produciendo con el kirchnerismo y que se acentuó a partir de la devaluación de fines de 2023 determina que la capacidad de ahorro sea muy reducida. De manera que difícilmente sea lo suficientemente importante como para poder financiar el crecimiento; y
- La incertidumbre hacia el futuro. ¿Qué argentino que actualmente tiene capacidad de ahorro está dispuesto a prestar en pesos o en dólares a largo plazo y a una tasa reducida? La sociedad, en general, ya está totalmente alertada por la experiencia de tener tasas de interés reales negativas, es decir obtener rendimientos por colocaciones a plazo fijo menores al inflación.
Es más, sabe que su moneda de ahorro es el dólar y, en todo caso, puede elegir al peso durante un tiempo, si cree que la tasa de interés en pesos será mayor al aumento del tipo de cambio (devaluación), como ocurre actualmente con el crawling peg preanunciado al 2% por mes.
La descomunal tasa de rentabilidad en dólares que surge de un interés del 70% nominal a 30 días -equivalente a 5,8% mensual- es inconsistente con la renta de cualquier actividad productiva lícita
De hecho, la descomunal tasa de rentabilidad en dólares que surge de un interés del 70% nominal a 30 días -equivalente a 5,8% mensual- es inconsistente con la renta de cualquier actividad productiva lícita.
Si la tasa de interés en dólares no es compatible con la rentabilidad que se puede obtener con la actividad económica, nadie que tome un préstamo con un diferencial de tasa aun mayor por el margen de los bancos y los costos asociados, podrá pagarlo. De ahí surge que la tranquilidad que surge de la estabilidad de la cotización del dólar es transitoria y, en algún momento, se producirá un estallido cambiario y financiero.
Además, el argentino está cansado de que el Estado le confisque sus ahorros en forma directa o bien con impuestos. No es por casualidad la magnitud de los depositados en el exterior y fuera de las cuentas bancarias locales en dólares. Son miles de millones de dólares que los progresistas y populistas califican a sus tenedores como de actos traición a la patria.
En realidad, cualquier padre de familia responsable del futuro de los suyos tiene la obligación de poner a resguardo el patrimonio de su familia de la rapiña de gobiernos populistas que pretenden hacer “caridad” con la plata ajena o despilfarrarla en aparatos políticos, ñoquis y burocracias innecesarias, cuando no en negocios más que turbios.
Los miles de millones de dólares que salieron al exterior o del sistema bancario no son otra cosa que ahorro interno que generó economía doméstica que buscó escapar del pago de impuestos confiscatorios y de expropiaciones, como a la salida de la convertibilidad, a comienzos del corriente siglo, o antes con el Plan Bonex en 1989, y después ahorros en el sistema de AFJP.
Los dólares que salieron al exterior o del sistema bancario no son otra cosa que ahorro interno que generó economía doméstica que buscó escapar del pago de impuestos confiscatorios y de expropiaciones
Si hoy no hay suficiente ahorro interno para financiar la economía es porque la demagogia de los políticos le hizo tomar conciencia a la población que la Argentina no es un lugar seguro en el cual dejar el fruto de su trabajo.
Así como la inversión no va a países donde las reglas de juego cambian permanentemente, el ahorro hace exactamente lo mismo.
¿Qué ha logrado el populismo con sus nefastas recetas? Que los argentinos fuguen sus capitales a países desarrollados, llegando así al absurdo de que una nación estacada, con varias décadas perdidas, siga financiando el crecimiento de países desarrollados con sus ahorros fuera del sistema bancario local, porque allí se respeta el derecho de propiedad.