Pascua: paso a la fraternidad y empatía

Necesitamos pasar de una comunicación del odio a una comunicación pacífica y dejar que el Espíritu de la Pascua nos inspire conversaciones constructivas y profundas que nos hagan sentir mutuamente beneficiados y promotores del respeto

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La crucifixión de Jesús en
La crucifixión de Jesús en Viernes Santo

Ponerse en el lugar del otro. Esta gran virtud nos deja como enseñanza Jesús en la Semana Santa, ya que lo vivido estos días se manifiesta como el gesto de empatía más revolucionario de la historia. En el Domingo de Pascua esta realidad se actualiza en la Resurrección, poniéndose Cristo Resucitado en el lugar de la vida, lugar donde él llegó primero.

En Semana Santa, Jesús se muestra como un ejemplo poderoso de empatía y compasión al ponerse en el lugar del otro en su Pasión. Y en medio de situaciones de mucha crueldad y violencia, la Pasión contiene muchos ejemplos de “empatizar”: Simón que lleva la Cruz de Jesús, las mujeres y María que permanecen en llanto, los que perseveran hasta el final. Recorrer la Semana Santa es ver a Jesús y una pequeña comunidad viviendo en todo momento con la mirada en lo que le sucede al otro. Y todos los creyentes que celebramos Pascua, y también los que aprovechan estas fiestas religiosas para la renovación espiritual, tenemos días para mirar la realidad que vivimos y dejar que sea iluminada.

La Pascua es paso. La palabra “Pascua” tiene su origen en el término hebreo “Pesaj”.

Uno de los grandes “pasos” que nos ofrece la Pascua es de la insensibilidad a la empatía.

Jesús nos invita a dejar atrás la insensibilidad y a vivir en empatía con los demás. La empatía es la capacidad de ponernos en el lugar del otro, de sentir lo que otros sienten, comprender alegrías y penas que no son sólo las mías. Jesús sufre toda la insensibilidad de la autoridad de la época, falta de compasión por su dolor físico, la burla y el desprecio. Sufre lo que tantos hermanos y hermanas viven hoy: el maltrato.

La empatía no es solo un sentimiento pasivo, sino una llamada a la acción. Nos impulsa a tender una mano de ayuda, a consolar al afligido, estar atento al que necesita ser escuchado. Nos desafía a buscar la justicia y la compasión en un mundo que a menudo parece haberlas olvidado.

Ponerse en el lugar del otro no significa necesariamente estar de acuerdo en todo momento, pero sí implica mostrar respeto y compasión. Significa hacer silencio sagrado ante el dolor y preocupación.

Ponernos en el lugar del otro es la base de cualquier comunidad que se quiera construir. Es el modo central de buscar como formar una sociedad donde no prime el individualismo. La idea de triunfo que tenían los verdugos de Jesús superaba la preocupación por el dolor físico que se vislumbraba en la Cruz. Vivimos a veces en un mundo donde si una idea se impone, tengo permiso para disfrutar que una persona sufra, o para ver mi forma de pensar como un triunfo pírrico que no tiene en cuenta el dolor del otro.

Por eso la Pascua, centrada en el ejemplo y la vida de Jesús, se convierte en un modelo de vida en común para la sociedad. Hay una experiencia comunitaria que nace en este paso de la muerte a la vida. Si hay algo que necesitamos es llevarnos entre nosotros de otra manera, tratarnos de un modo diferente, terminar urgente con este clima de guerras, agresiones, provocaciones y descalificaciones que hace tiempo se vive en el mundo. Todos estamos llamados a ese paso que transforme. La Pascua nos puede cambiar, les pasó a los primeros discípulos que vieron a Jesús resucitado. Ellos se habían desunido después de la Pasión, cada uno fue para su lado. Cuando ocurrió la resurrección se volvieron a unir y lograron una comunidad que fue la gran protagonista de la Iglesia primitiva. Eran distintos, pensaban distinto, pero lograron vivir la fraternidad.

La Pascua es paso hacia un nuevo modo de llevarnos y de crecer en fraternidad. Pasar del grito a la escucha atenta, de la indiferencia a la empatía y de la agresividad al respeto por las diferentes perspectivas son todos “pasos” urgentes.

Necesitamos pasar de una comunicación del odio a una comunicación pacífica y dejar que el Espíritu de la Pascua nos inspire conversaciones constructivas y profundas que nos hagan sentir mutuamente beneficiados y promotores del respeto.

La Pascua llama al compromiso de la fraternidad social, la cual describe de manera perfecta el Papa Francisco en la Declaración sobre la Fraternidad humana del 10 de junio de 2023: ”También creemos en la fraternidad social que reconoce la igual dignidad para todos, fomenta la amistad y la pertenencia, promueve la educación, la igualdad de oportunidades, el trabajo decente, la justicia social, la hospitalidad, la solidaridad y la cooperación, la economía social solidaria y una transición ecológica justa, una agricultura sostenible, que garantice el acceso a los alimentos para todos, con el fin de promover unas relaciones armoniosas, basadas en el respeto mutuo y el cuidado del bienestar de todos”.

La empatía fruto de la Pascua, es saber que el dolor del otro es sagrado. Después de sufrir un atentado San Juan Pablo ll escribió la encíclica “Salvifici Doloris” y expresó: “El sufrimiento humano suscita compasión, suscita también respeto, y a su manera atemoriza. En efecto, en él está contenida la grandeza de un misterio específico. Este particular respeto por todo sufrimiento humano debe ser puesto al principio de cuanto será expuesto a continuación desde la más profunda necesidad del corazón, y también desde el profundo imperativo de la fe”.

Feliz Pascua, Feliz paso

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