La tensión militar entre las dos Coreas se incrementa y en los últimos días lo han confirmado. Mientras Corea del Sur realizaba ejercicios militares anuales con los Estados Unidos, Corea del Norte realizó maniobras militares, incluyendo lanzamientos de satélites, al mismo tiempo. La Corea comunista tiene una población de veintiséis millones y la democrática de cincuenta y dos millones, exactamente el doble. En cuanto al PBI, el de Corea del Norte es de 40 billones de dólares, y el de su vecino del sur de 2.657 billones, es decir, sesenta y seis veces mayor. Eso hace que el ingreso per cápita surcoreano sea de 51.000 dólares anuales, mientras que el norcoreano alcance sólo los 2.400. La superioridad económica de Corea del Sur es abrumadora y aplastante.
Desde el punto de vista militar, el presupuesto para defensa de Corea del Norte alcanza los 3.500 millones de dólares y el de Corea del Sur 44.700 millones, es decir casi trece veces mayor y más que el PBI de la primera. La cantidad de personal de las Fuerzas Armadas norcoreanas es de 1.980.000, mientras que las surcoreanas cuentan con 3.820.000, cerca del doble. En cuanto a las reservas movilizables, en el primer caso son de 560.000 efectivos y en el segundo de 3.100.000, es decir cinco veces y medio más. A eso hay que agregar que Corea del Sur es un aliado militar explícito de los Estados Unidos, que tiene una presencia militar permanente en el país desde 1957 con 28.500 efectivos. Una guerra entre las dos Coreas haría difícil a Estados Unidos permanecer al margen. Es una relación que Norcorea no tiene con ninguna de las dos potencias globales que podrían apoyarla: China o Rusia.
Pero esta relación de notorio desequilibrio en contra de Pyongyang se transforma en una potencial guerra híbrida cuando se incorporan capacidades más específicas al análisis. Corea del Norte tiene el arma nuclear y lo ha demostrado. Podrá discutirse el alcance real de este armamento y su cantidad, pero lo tiene, y Estados Unidos también. Corea del Sur no, pero cuenta con una garantía de Washington que la defenderá en este campo, similar a la de Japón. La guerra de Ucrania ha demostrado una capacidad militar norcoreana que parecía irrelevante. Las urgencias militares de Volodimir Zelensky pasan por la munición de artillería en primer lugar, los drones en el segundo y la defensa antiaérea en el tercero. En 2023 la industria militar rusa habría fabricado cuatro millones de proyectiles de artillería calibre 155. La Unión Europea se había comprometido a entregar a Kiev un millón el mismo año. De esta cantidad, pudo fabricar sólo el 30% (trece veces menos que Rusia), como lo ha manifestado públicamente el presidente Zelensky.
En la segunda semana de marzo, la inteligencia militar surcoreana sostuvo que Corea del Norte entregó 7.000 containers de material militar a Rusia el año pasado, y sugiere que aproximadamente la mitad de los proyectiles de artillería que habría fabricado Rusia habrían sido provistos por los norcoreanos. Pyongyang habría recibido a cambio asistencia rusa en materia de tecnología para drones y satélites, lo que habría ampliado su capacidad militar.
La guerra entre Rusia y Ucrania ha vuelto relevante la capacidad militar industrial, es decir, para producir armamentos en masa, como era durante la Primera y Segunda Guerra Mundial. Occidente ha desmontado su industria militar y tanto Rusia como Corea del Norte, a su respectivo nivel, no lo han hecho. La obsolescencia en este caso terminó siendo una ventaja. Hoy el 25% de los graduados universitarios rusos son ingenieros contra el 7% de los estadounidenses. La superioridad científica y tecnológica de las Fuerzas Armadas occidentales es indiscutible, pero también lo es su incapacidad para sostener suministros convencionales en el largo plazo. Ya al año de la guerra de Ucrania, en marzo de 2023, en una audiencia ante el Senado estadounidense, en la cual comparecieron el Secretario de Defensa, el general Lloyd Austin, y el entonces Jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, ante la pregunta de un senador de por qué se estaban incumpliendo los pedidos de munición ucranianos, el segundo respondió que ello se debía a la falta de capacidad de la industria privada estadounidense para fabricarlos. Se señaló entonces que ya se había tenido que recurrir al uso de munición de los depósitos de Estados Unidos en Israel y Corea del Sur, y destacó que su mayor preocupación era un conflicto en Corea antes que en Taiwán, por la magnitud de los insumos militares que podría ser necesario emplear.
Otro aspecto complejo y difícil para Occidente es el de el personal y su voluntad de participar y sostener una guerra por tiempo prolongado. Probablemente Corea del Norte tenga mayor tolerancia frente a las bajas que la que puede soportar Corea del Sur, cuya sociedad está acostumbrada a altos niveles de bienestar y a costumbres modernas. Una guerra terrestre entre las dos Coreas que derivara en un conflicto prolongado, como fue la guerra que tuvo lugar en los años cincuenta del siglo pasado o la que hoy se desarrolla en Ucrania, pondría a prueba la voluntad de lucha del pueblo surcoreano. La tolerancia a las bajas de Corea del Norte presumiblemente sería mucho mayor, asemejándose a la de Rusia. En cuanto a las alianzas externas, es probable que ni China ni Rusia participen abiertamente del conflicto. Puede presumirse que lo harán suministrando armas y evitando el aislamiento de una economía muy chica y extremadamente primaria, salvo en el aspecto militar.
Distinta es la situación de Estados Unidos, comprometido directamente por su alianza con Seúl y la base militar que tiene en territorio surcoreano. La hipótesis de que Corea del Norte podría recurrir a un ataque nuclear sorpresivo es poco probable. Es que ello llevaría a una derrota del país por la previsible respuesta nuclear estadounidense. Pyongyang sólo recurriría al armamento nuclear en caso de estar en riesgo la “existencia” de su estado, siguiendo la doctrina rusa al respecto. A Corea del Norte le conviene, por el contrario, una guerra convencional terrestre, que insuma cantidades de hombres y materiales. Desarrollaría seguramente la doctrina de guerra asimétrica, en la que un contendiente con mucho menos capacidad que el otro, logra producirle daños de importancia. Es lo que se da hoy con las milicias hutíes que desde Yemen pueden hundir barcos occidentales en el Mar Rojo, o la que muestran las fuerzas ucranianas en el Mar Negro, cuando con drones marinos no tripulados logran hundir buques de la flota rusa. En la reciente Conferencia de Seguridad de Múnich, un senador republicano alineado con Trump, sostuvo que Estados Unidos no está en condiciones de sostener los suministros militares para una tercera guerra que se sume a las de Ucrania y Gaza. Sus interlocutores pensaron que se refería a Taiwán, cuando posiblemente lo hacía a Corea.
Pero una cuestión importante sigue siendo el líder norcoreano, Kim Jong-un. Mantiene buenas relaciones tanto con China como con Rusia, pero por su personalidad y psicología mantiene al mismo tiempo cierta autonomía.