El estrecho vínculo entre el fentanilo y el aumento de la violencia en Argentina

El tráfico y el consumo de este nuevo opioide se expandieron a niveles preocupantes por toda la región

Foto archivo. Opioide sintético fentanilo. EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda

Nos encontramos en un país agobiado por niveles de violencia inimaginables un tiempo atrás, donde los mensajes mafiosos ya son moneda corriente y hay ciertas zonas que se encuentran completamente dominadas por los narcoterroristas. Rosario es sólo la punta del iceberg: estamos ante la presencia de pequeños narcoestados en nuestro territorio nacional, que llegan incluso al segundo y al tercer cordón del Conurbano bonaerense.

La explicación sobre el camino que ha conducido a este presente marcado por la violencia en Argentina es multicausal: muchos años de inacción, corrupción, falta de actualización de las fuerzas de seguridad, políticas poco claras en el combate al terrorismo, fronteras porosas que permiten sin problema alguno el ingreso de los narcos y, por supuesto, el consumo de drogas.

Es necesario detenerse en este último punto porque existe un vínculo estrecho entre el aumento de la violencia en el país y el consumo y tráfico de drogas, particularmente el fentanilo, que ya se expandió a niveles preocupantes por toda la región y representa mucho más que una amenaza para la Argentina: es la llave al infierno para nuestros jóvenes.

Qué es el fentanilo

Se trata de un potente analgésico opioide sintético creado en Bélgica en 1959 y aprobado para su uso médico en los Estados Unidos en 1968 para tratar el dolor intenso, principalmente después de una cirugía y en las etapas avanzadas del cáncer. Se calcula que es 100 veces más adictiva que la morfina, 50 veces más potente que la heroína y 40 veces más fuerte que la cocaína.

Al igual que ocurre con otras drogas de venta con receta, su uso indebido ha sido motivo de preocupación durante mucho tiempo. Sin embargo, en los últimos años se ha observado un enorme crecimiento de su producción ilícita en laboratorios clandestinos: una dosis de sólo 2 mg. puede ser letal, y se calcula que el 70% de las muertes a nivel mundial por sobredosis está relacionado con el consumo de fentanilo.

Esta droga activa un tipo específico de receptores nerviosos en el cerebro, lo que produce una alteración en la percepción del dolor y de las emociones. De esta manera, se genera de manera inmediata un flujo importante de dopamina, que a su vez ocasiona altos niveles de dependencia y síndrome de abstinencia.

Su consumo problemático es muy grave porque desarrolla degradación física y la pérdida de lazos sociales y ámbitos familiares. Es conocida como la “droga zombie” porque genera disquinesia, una condición que se caracteriza por los movimientos musculares involuntarios y alucinaciones visuales y auditivas.

El camino del fentanilo hacia la Argentina

El principal productor de fentanilo en el mundo es China, que exporta la sustancia a México, que se encarga de que llegue a toda Sudamérica. Los cárteles de Jalisco Nueva Generación y de Sinaloa son los traficantes más importantes de esta droga a nivel mundial.

Los cárteles de la droga comenzaron a incursionar en el negocio del fentanilo combinado con otras sustancias por su bajo costo y su alto nivel de adicción. Sin ir más lejos, en los Estados Unidos un sólo kilo de fentanilo puede generar ganancias de hasta USD 32 millones.

Si bien la principal ruta de la droga desde México es hacia el norte, el tráfico de esta sustancia crece de manera exponencial en Europa y, en menor medida, en Sudamérica. Sin embargo, las estadísticas sobre el consumo y los estragos que está haciendo en la región son limitadas y poco claras, por lo que a las autoridades se les dificulta el diseño de estrategias y políticas claras para combatir este problema.

Adictos al fentanilo en Estados Unidos (AP Foto/Jae C. Hong)

La situación en Argentina

El fentanilo ya está fuertemente arraigado en el país y es habitual que se lo utilice para “cortar” otras drogas, aumentando su gramaje y potenciando sus efectos y su dependencia. Algunas de las sustancias que se suelen mezclar con fentanilo, a pesar de que los consumidores por lo general lo desconocen, son: cristal, cocaína, efedrina, pasta base, heroína y marihuana.

Esta droga también se consume bajo una nueva versión, denominada carfentanilo, que es hasta 100 veces más potente que el fentanilo “original”. El primer antecedente grave por consumo de esta sustancia en la Argentina, que la hizo “famosa” a nivel nacional, tuvo lugar en febrero de 2022, cuando murieron 24 personas y decenas resultaron intoxicadas a raíz de la ingesta de cocaína adulterada con esta droga, que fue comercializada en localidades del norte bonaerense.

No es casualidad el aumento en el consumo del fentanilo y sus derivados con el aumento de la violencia que acecha a Rosario y a toda la Argentina. Por supuesto, el consumo expone que los narcoterroristas están cada vez más asentados en el país, pero por otro lado estos opioides les produce niveles muy altos de agresividad a los delincuentes.

De esta manera, ellos gozan de una ventana sobre la ciudadanía: no sólo cuentan con el factor sorpresa y táctico por estar empuñando un arma, sino que también tienen un nivel extremadamente alto de salvajismo y violencia producido por esta droga. En síntesis, es un gran potenciador del accionar criminal.

Al igual que en la psicología, en la criminalística aceptar el problema ya es una gran parte de la solución, por eso celebro que desde el Ministerio de Seguridad se esté abordando el problema.

En ese sentido, se deben seguir estrategias multidisciplinarias firmes para frenar la porosidad de nuestras fronteras, encontrar los búnkeres que ya están asentados en nuestro territorio, reconstruir el tejido social para que los jóvenes elijan el camino del trabajo y el crecimiento personal, y concientizar sobre los peligros del fentanilo.

El narcotráfico corrompe todo lo que toca, por eso hay que tomar acciones y medidas constantes pero finas y estratégicas, siendo respetuosos y realistas con la situación que debemos enfrentar. No podemos dejar pasar más tiempo. Es posible ganar esta lucha.