Todos estamos conmovidos por los asesinatos en Rosario. En estos días, en una entrevista al Padre Fabián Belay de la Pastoral de Drogadependencia de Rosario, se le preguntó por qué hay tanto tráfico de drogas allí. El contestó que existe un alto consumo, una tercera generación de consumidores que se agravó con la época de la pandemia. También dijo que hace muchos años que no se hace nada en materia de prevención, para actuar sobre la demanda. A su vez planteaba que la crueldad de estos hechos no nos debe hacer olvidar que tenemos que atacar el problema de raíz. En estos momentos los chicos en Rosario empiezan a consumir a los ocho o nueve años, es una situación social realmente dramática.
Este es un reclamo que venimos haciendo desde hace mucho tiempo desde Oprenar (Observatorio para la prevención del Narcotráfico). Dada la confianza que la sociedad deposita en las universidades, academias, ONG y otras instituciones que son valoradas por la comunidad como clubes, asociaciones de beneficencia, organismos internacionales, Iglesias y otros centros de culto religioso, se hace necesario repensar las acciones referidas a la educación, concientización y sensibilización usando medios digitales de comunicación y otros recursos tecnológicos, con el propósito de llegar masivamente a los distintos sectores sociales de forma más rápida y eficaz.
Creer que la marihuana no hace nada
Hace unos años participamos de un Congreso sobre drogodependencia en las Academias Pontificias. Un profesor de la Universidad de Stanford, expuso sobre las nefastas consecuencias para el cerebro que ocasiona el consumo de cannabis.
El cannabis es una de las drogas más consumidas en todo el mundo. En Argentina, según los últimos datos estadísticos brindados en 2023 por el SEDRONAR (Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina), el 21% de la población consumió marihuana con fines no terapéuticos alguna vez en su vida y un 10,3% de la población lo hizo durante el último año, siendo la franja etaria de 16 a 34 años la que presentaba mayor prevalencia.
“El cannabis se ubica como la tercera sustancia más consumida en el país, detrás del alcohol y del tabaco. Este aumento va de la mano de una mayor aceptación social y de una menor percepción de riesgo sobre el consumo de la misma. De esta forma, cobra relevancia la profundización en el conocimiento de la sustancia y de los riesgos/efectos asociados a su consumo, dejando de lado mitos y creencias erróneas”, explicó el licenciado Matías Sánchez Sanda, integrante del Departamento de Psicoterapia Cognitiva de INECO.
“El consumo de cannabis genera un impacto negativo en la salud mental de los usuarios. Se pueden detectar efectos agudos al momento del consumo, y efectos a mediano y largo plazo en el contexto de un consumo prolongado o crónico”.
En cuanto a los efectos negativos agudos del consumo de cannabis, se encuentran: distorsión del espacio y tiempo, aparición de ansiedad, dificultades en la concentración y en la memoria a corto plazo, incoordinación motora, somnolencia, aparición de ideas delirantes o alucinaciones, entre otros, afirmó el profesional de INECO, para una nota de salud de este mismo medio.
El Papa y su mensaje sobre las drogas
La mención del narcotráfico y la violencia en América Latina por parte del Papa Francisco, entre otros flagelos que afectan al mundo, en el Vía Crucis de la Semana Santa 2023 demuestra su permanente preocupación por estos padecimientos sociales.
El papa Francisco considera que Argentina ha pasado en los últimos 25 años de ser un país de “tránsito” de la droga a convertirse en consumidor y también en productor, lo que motivó, en el momento de las declaraciones, un contrapunto con el titular de Sedronar, Juan Carlos Molina, quien aseguró que “el país no tiene las condiciones para fabricarla”.
En un reciente congreso sobre drogadependencia declaraba: ”Es deber y tarea de los gobiernos afrontar valientemente esta lucha contra los traficantes de muerte. El espacio virtual se está convirtiendo en un espacio cada vez más arriesgado –puntualizó el Pontífice– en algunos sitios de Internet, los jóvenes, y no sólo ellos, son atraídos y arrastrados a una forma de esclavitud de la que es difícil liberarse y que conduce a la pérdida del sentido de la vida y, a veces, de la vida misma”.
A ello se suma el mensaje emitido a la Arquidiócesis de Rosario en diciembre del año pasado con motivo del año mariano, cuyo lema fue “con María del Rosario, misionamos por la paz”. En dicho mensaje, el Sumo Pontífice transmite su pesadumbre por la violencia, los crímenes, las adicciones y todas las consecuencias generadas por el narcotráfico en esa ciudad, incluyendo la mención de cifras de muerte de personas inocentes, niños y ancianos.
Esta permanente inquietud del papa Francisco expresada incluso en todas las entrevistas que dio con motivo de los 11 años de su papado, nos recuerda que fue a instancias de Él que se constituyó el Oprenar.
Desde sus orígenes, Oprenar ha insistido en la necesidad de impactar en la demanda de sustancias psicoactivas, ya que se encuentra fuertemente vinculada a la cuestión social y a la educación.
La drogadicción tiene particular influencia en los jóvenes, muchos de ellos consumen pensando en tener un momento de fuga de la realidad y de sus problemas, también debido al grupo de amigos: “Si no consumís te quedaste afuera”.
Para consumir un remedio hacen falta muchos pasos y la aprobación de la ANMAT para que lo considere apto para el consumo humano. En las fiestas electrónicas se consumen pastillas que vaya a saber quién fabricó, con consecuencias funestas que han llevado a algunos hasta a sufrir la muerte a edad muy temprana. Si solo decomisamos droga y llevamos la Gendarmería, el Ejército y hasta las fuerzas del Cielo, será una acción necesaria en lo inmediato, pero no alcanzará, si no empezamos por educar en las escuelas sobre las nefastas consecuencias que tiene volverse drogadependiente. Se trata de empezar por lo que tenemos, la familia, los Colegios, los clubes y los templos.
Muchos padres prefieren mirar para otro lado… “un porrito no hace nada”, “a mi hijo no le pasa”… y esto sin mencionar los consumos tremendos de alcohol. Dejemos de mirar para otro lado y encaremos el problema en todas sus dimensiones. De lo contrario seguiremos creyendo que tenemos traficantes malos y consumidores buenos.