Mudarse del centro a la periferia, ideas para un cambio de paradigma

Tal vez haya llegado el momento de hacer entre todos -Estado y privados- un cambio de paradigma que fomente y haga resurgir las economías regionales

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En la zona de la Patagonia y Cuyo tenemos cuatro millones de hectáreas que se volverían productivas si les aplicáramos el riego (Telam: Marcelo Ochoa)
En la zona de la Patagonia y Cuyo tenemos cuatro millones de hectáreas que se volverían productivas si les aplicáramos el riego (Telam: Marcelo Ochoa)

Desde hace muchas décadas, la población rural se ha venido mudando de manera masiva, desde el interior del país hacia la gran ciudad, movida por la esperanza de un trabajo que se le prometía en los conglomerados urbanos.

Este desplazamiento dio como resultado un interior muy rico en posibilidades inexplotadas, que al mismo tiempo se iba despoblando, y en paralelo, una formación de conurbanos donde el hacinamiento y las necesidades básicas insatisfechas se acrecentaban de manera exponencial.

Hoy, la Argentina está atravesando un momento muy complicado, diríamos que hasta más difícil que en 2001, porque todo está más quebrado y la pobreza es por demás evidente. Tal vez haya llegado el momento de hacer entre todos -Estado y privados- un cambio de paradigma que fomente y haga resurgir las economías regionales. Estas, a menudo centradas en la producción agropecuaria, minera, de la industria y de la pesca -aunque hay muchas otras-, podrían contribuir significativamente al PIB nacional y desempeñan un papel vital en la creación de empleo y la generación de riqueza.

Dividamos el potencial en “fábricas” para describir solo algunas de las tantas que hay en la Argentina.

A la hora de incrementar nuestra “Fábrica de Proteínas”, en la zona de la Patagonia y Cuyo tenemos cuatro millones de hectáreas que se volverían productivas si les aplicáramos el riego. Al mismo tiempo, el 80 por ciento de la soja y 40 por ciento del forraje para animales lo aportan al mundo EEUU, Brasil y Argentina, porcentajes que en las próximas décadas pueden tener un crecimiento casi sin techo si se fuera solucionando el tema de las retenciones. Por otro lado, si en las provincias de Formosa y Chaco se canalizara el Río Bermejo, esto podría llevar agua potable y de riego a toda esa región, tornando productivas las tierras afectadas por la sequía y devolviendo la navegabilidad al curso del río.

Si nos centralizamos en la Zona Núcleo, la capacidad de molienda argentina es enorme, de acuerdo a datos suministrados por la Bolsa de Comercio de Rosario, en el primer semestre de 2023 sólo la molienda de trigo alcanzó 3,09 Mt, el segundo valor más alto de los últimos 11 años, por eso si se generaran acuerdos de libre comercio -como tiene por ejemplo Chile- además se podría exportar productos de alto valor agregado en aceites y harinas.

Si hablamos de la “Fábrica de Conocimientos”, en las grandes ciudades a lo largo y ancho del territorio se podrían desarrollar universidades de oficios para que los futuros trabajadores puedan obtener títulos escalonados con 2, 4 o 6 años de estudios superiores. También, sería oportuno implementar universidades a distancia. Los neozelandeses y australianos triunfan en el mundo por sus casas de altos estudios en idioma inglés. Nosotros podríamos ser líderes en la enseñanza del español. Por último, las industrias de software se multiplicaron en el país, pero aún necesitan explotar. Instrumentar en nuestro país modelos como el de Google Fiber, en la ciudad de Kansas, mediante una conexión ultrarrápida en internet, podría sumarnos grandes inversiones mediante la creación de nuevas empresas de tecnología, las que sumarían al mercado muchas y calificadas manos de obra.

La Fábrica de Agua merece un tratamiento especial. Mientras que en Tierra del Fuego, la región más austral de nuestro país, al agua de deshielo se la deja llegar al mar donde se saliniza y se pierde, los noruegos supieron aprovechar algo que les brindó la naturaleza y de esa manera producir Voss Wáter, un agua que proviene de una fuente artesiana protegida en el sur de ese país -en la ciudad de Iveland- y en casi 20 años de vida convertirla en un producto líder a nivel mundial. En resumen, en la Patagonia la calidad del agua está a la altura de las marcas más prestigiosas de la industria, pero todavía no hay firmas que la aprovechen a gran escala. A modo de ejemplo, el río Olivia tiene un caudal promedio de 5,5 metros cúbicos por segundo. Resumiendo, agua que no se aprovecha, divisas desperdiciadas.

Si hacemos eje en la Fábrica de Reciclaje, se podría multiplicar a nivel país el modelo que la provincia de San Juan viene implementando desde 2011. Mediante una ley sancionada por la Cámara de Diputados provinciales, los sanjuaninos demostraron que se puede reciclar el cien por ciento de los residuos domiciliarios e industriales, y de esta manera con los desperdicios, crear fertilizantes y recuperar materiales de todo tipo. De acuerdo con datos oficiales, en el Parque de Tecnologías Ambientales ya se procesan el 85% de esos residuos y el otro 15% se distribuye en las plantas de tratamiento regionales. Así, se desarrolla una solución sustentable y al mismo tiempo la creación de cadenas de valor.

En cuanto a la Fábrica de Locomotoras y Vagones y debido a la falta de planificación, cada vez que la Argentina necesita actualizar sus líneas férreas lo primero que se hace es una licitación a nivel internacional olvidando que, en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba se encuentra la tecnología, el material humano y los talleres, que permitirían generarlo mediante la industria nacional, como se hizo durante décadas. Hablamos de material rodante ferroviario para abastecer a todas las líneas de corta y larga distancia.

Si con el paso de las décadas, y ante esperanzas fallidas, el hacinamiento se instaló en los diferentes conurbanos, pero al mismo tiempo vemos con solo algunos ejemplos que la reactivación productiva la encontramos en el resto del país, tendrá que llegar el día en el que debamos decirle al sector productivo que se los va a incentivar financieramente para que sean ellos los tengan un crecimiento exponencial que al mismo tiempo los obligue a demandar mayor cantidad de obreros y empleados, que redundará en un mayor ingresos de divisas para el país. Debemos desterrar para siempre la palabra “podríamos”, para instalar el “tenemos”.

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