Milei y el liderazgo educativo

Es importante que sepa que los problemas de aprendizaje de la lectura en la Argentina se deben, como en tantas cosas, al imperio de una ideología que nos ha llevado a esto

Javier Milei en un acto realizado en la escuela donde cursó la primaria (Reuters)

El presidente Javier Milei cambió de modo radical su perspectiva sobre la educación en el discurso ante el Congreso. En el primer tramo que le dedicó al tema fue contundente, al enfocarse en las angustiantes estadísticas de los chicos que en la Argentina, a pesar de estar en la escuela, no logran leer, comprender y resolver operaciones matemáticas. Se quedó corto al decir: “Hoy, la mitad de los chicos de tercer grado no entiende lo que lee en Argentina y, el 70%, no puede resolver un problema de matemática básica”. Las pruebas ERCE 2019 mostraron que, en tercer grado, el 63,7% está por debajo de los niveles adecuados. Y, en matemáticas, es peor. Si no se lee y se comprende es imposible resolver un problema matemático o hacer cualquier otro estudio. De ahí lo atinado del diagnóstico alfabetizador presidencial. No es menor que Milei haya hecho una comparación con su mayor campo de interés: “El analfabetismo incipiente es, a nuestra educación, lo que la inflación es a nuestra economía.”

Luego enfocó sus críticas y agregó que “la creación de universidades se ha convertido en un negocio más de la política”, lo cual es lamentablemente cierto. Y remató apuntando a la ideologización de los Institutos de Formación Docente. Otra verdad, pero le faltó agregar la deficiente formación que dan una buena cantidad de ellos. También tuvo duras palabras para el sindicalismo: “En una Argentina donde los chicos no saben leer y escribir, no podemos permitir más que -Roberto- Baradel y sus amigos usen a los estudiantes como rehenes para negociar paritarias con los gobiernos provinciales”. De un saque advirtió sobre el freno que ponen los sindicatos docentes a cualquier mejoría del sistema y cómo han sido garantes del declive constante del sistema haciendo su juego político partidario. Y, por otro lado, puso con justicia en el centro educativo a las provincias, que tienen la gestión de las escuelas. Con todos estos conceptos echó luz sobre el papel del Estado nacional que, sin escuelas como se suele repetir, debería garantizar la calidad de todo el sistema. Esto es así porque tiene la potestad de otorgar la validez nacional de los títulos, no sólo de la educación obligatoria, sino de los IFD. Es decir que debería intervenir en que se cumpla la calidad de algo que certifica.

En su tercer párrafo dedicado a lo educativo, Milei hizo foco en el tema de los paros y la posibilidad de declarar servicio esencial a la educación. Con esa declaración no evitará el efecto nocivo de los paros ni disminuirá el alarmante ausentismo en las escuelas estatales, que ronda entre el 15% y el 20%, cuando en las privadas es de alrededor del 5%. Para cambiar de cuajo esta situación debe Milei mirar lo que viene haciendo Mendoza desde la primera gobernación de Alfredo Cornejo. Ahí tiene una respuesta ya comprobada a esos problemas.

El gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo

Es importante atender a la urgencia que atribuyó Milei al tema de la alfabetización, al punto de parangonarla a la inflación, su máxima preocupación. Frente a esa comparación es importante que sepa que los problemas de aprendizaje de la lectura en la Argentina se deben, como en tantas cosas, al imperio de una ideología que nos ha llevado a esto. Y así como en cada tribuna Milei apela a denunciar esas operaciones del populismo empobrecedor, debería informarse de la discusión existente entre los métodos que siguen una concepción estructurada y los que van por otra global. La concepción global ha sido monopólicamente impuesta en las últimas décadas. Como esos adoctrinamientos que tanto escozor le producen al presidente. Sin embargo, hoy se camufla esa pelea, no se la quiere dar, y surge la sugerencia de que los chicos deberán aprender antes de tercer grado, cuando hay experiencias que se puede hacer en primer grado. Y además se está sugiriendo una “libertad” de métodos sin tener en cuenta las evidencias que cada uno puede mostrar. Para sintetizarlo: ¿los chicos aprenden solos por razones ambientales o hay que enseñarles con estrategias estructuradas para que aprendan? Hace décadas que el que optaba por esta segunda opción era cancelado, como se hacía si expresaba ideas liberales en un IFD. Los resultados están a la vista: ese 63,7% que en tercer grado no entiende bien lo que lee.

Esto sólo se cambiará si hay, como en tiempos de Sarmiento, Avellaneda y Roca, un liderazgo presidencial en el proceso del cambio educativo. Ese cambio no es de modos de financiación, como parecía que Milei creía hasta su discurso del Congreso. Es un es importante que sepa que los problemas de aprendizaje de la lectura en la Argentina se deben, como en tantas cosas, al imperio de una ideología que nos ha llevado a esto.

También está a tiempo el presidente de reparar el olvido de no haber puesto entre los diez puntos del “Pacto del 25 de mayo” a la educación. La razón se la dictó su admirado Juan Bautista Alberdi en las “Bases”: “La educación popular es, pues, la condición primera, la base fundamental de la vida política, económica y moral de los pueblos”.