El espejo en el que se refleja el feminismo

El Foro Argentino contra el Antisemitismo ha realizado una intervención urbana con motivo del Día Internacional de la Mujer, en la esquina de Estado de Israel y Palestina bajo el lema: Si no incluye a las judías, no es feminismo: es antisemitismo

Los espejos nos devuelven una imagen que no refleja todo lo que somos. Pero muestra mucho de lo que somos o de lo que creemos que somos. O de cómo creemos que nos vemos. Los espejos por un lado nos muestran lo que vemos mientras que a la vez, ocultan lo que no podemos ver del otro lado del espejo. Son, simbólicamente, un buen ejemplo de las paredes mentales que levantamos, paredes que nos devuelven la imagen de lo que vemos de nosotros. Paredes que no nos dejan mirar lo que tenemos por delante.

Esa es la diferencia entre un vidrio y un espejo. En realidad ambos son vidrios, sólo que el espejo tiene detrás una lámina, generalmente de plata, que genera el reflejo. Una especie de pared en el vidrio que nos corta la visión de lo que hay del otro lado, y que nos muestra por un lado nuestra imagen, y por el otro lo que se ve detrás nuestro. Lo que llevamos con nosotros.

Borges decía: “Estoy solo y no hay nadie en el espejo”. Casi desesperadamente confesando que sin un otro, desaparezco. Cada uno ve allí la imagen de lo que le sucede y las cosas que hay detrás de lo que le sucede. La de las tristezas, los triunfos, las mañanas, los pasados o las soledades.

Quizá haya sido por eso la discusión en medio del desierto. Moisés pide al pueblo de Israel en camino a la Tierra Prometida que traigan ofrendas para construir un Mishkán, un Santuario. El lugar donde depositarían el Arca con las Tablas de la Ley. En donde se encontrarían con lo divino. Todos traen sus mejores ofrendas en oro, plata y telares preciosos, mientras que el texto dice que las mujeres trajeron sus espejos. Cabe entender que el relato tiene 3.300 años, tiempo en que las mujeres carecían de derechos a tener riquezas propias, sólo permitido a los hombres. Derechos entre otros que apenas se lograron -y aún no en todos los países del mundo- hace apenas algunas décadas.

Según el Midrash, Moisés se rehusa a aceptar los espejos de las mujeres. Entiende que son elementos utilizados sólo para realzar la estética y el culto a la belleza del cuerpo, algo que apenas tiene relación con la dimensión terrenal. La lámina de plata que cubre ese vidrio, es la misma que impide al ser humano ver con transparencia lo trascendente, realzando solo el ego de la imagen propia. El espejo para él carece de peso espiritual.

Sin embargo, Dios ordena que los espejos sean recibidos. Y no sólo eso, sino que sean los que embellezcan uno de los lugares más sagrados del Santuario. El pilar donde con aguas transparentes, los sacerdotes deberían lavar sus manos para purificarse a la entrada del mismo. Esos espejos eran el más importante tesoro de esas mujeres. No reflejaban sólo su rostro, sino quiénes eran. Almas dispuestas a darlo todo. Personas que veían en esa imagen también lo que traían detrás de ellas. Un pasado de lucha, de sufrimiento y de anulación. Si no les permitían tener nada, estarían dispuestas a darlo todo. Para ser reconocidas, para levantar su bandera.

Esos espejos no podían ser más sagrados. Eran el reflejo del comienzo de una lucha que llevaría siglos. Es por eso, que los espejos de esas mujeres estarían en la puerta de todo aquél que quisiera ingresar a un lugar sagrado.

Este 8M se conmemoró el Día de la Mujer. Es notable cómo la historia de los espejos de aquellas mujeres de valor toman trascendencia milenios después. Quizá nos ayuden a ver cuál es el reflejo, la imagen que nos entregan, algunos de los colectivos más importantes del feminismo de hoy.

En el discurso que se dio con motivo del Día Internacional de la Mujer en la Plaza de los dos Congresos este último viernes, en el segundo párrafo, apenas comenzada la proclama se dijo: “Nuestros feminismos son internacionalistas, por eso expresamos nuestro repudio por el genocidio en Gaza por parte del Estado de Israel. No es guerra, es genocidio. ¡Palestina Libre!”

El 7 de octubre en el sur de Israel, centenares de mujeres judías fueron asesinadas en sus casas, en las calles, o mientras bailaban en un recital. Asesinaron a mujeres embarazadas, a niñas, jóvenes y ancianas. Las que no fueron masacradas fueron secuestradas y sistemáticamente violadas. Las pasearon desnudas como trofeo de guerra por las calles de Gaza mientras las escupían y les tiraban basura. Documentaron y difundieron los videos en redes los mismos terroristas que reclaman una Palestina Libre, de judíos y judías vivos.

Catorce mujeres cumplieron el mismo 8M, cinco meses de cautiverio. Una de ellas es argentina. Este colectivo feminista, no dijo ni una palabra, no hizo una sola marcha, no expresó la más mínima solidaridad con estas mujeres. Por el sólo hecho de ser judías. Sólo por ser mujeres de Israel. Eso es lo que reflejan esos colectivos. Eso es lo que devuelve su espejo. Están solas, y no hay nadie en ese espejo.

El gobierno de facto, dictador, terrorista y radicalizado de Hamas en Gaza no sólo ha asesinado y violado a mujeres israelíes, sino que también niega los derechos más básicos de las mujeres palestinas. Las someten a las vejaciones más arcaicas, negándoles educación, libertad de expresión, o de circulación por la calle sin un hombre a su lado. Ni siquiera pueden verse a un espejo. Tampoco se ha escuchado un sólo reclamo de los colectivos feministas por las humillaciones a las que son sometidas las mujeres palestinas por parte del patriarcado de Hamas. Nada. El silencio cobarde y la ignorancia cómplice son el reflejo de lo que tristemente representan.

La ideología partidaria y sectaria se ha robado una bandera tan noble e imprescindible. No sólo han callado e invisibilizado a las mujeres judías y palestinas, sino que defienden y apoyan a sus torturadores. Lo mismo sucedió con la cantidad de femicidios en nuestro país por los que jamás reclamaron, sólo por no denunciar a delincuentes y femicidas que pertenecen a espacios políticos propios. Ya no es verdad el “Ni Una Menos”. Son demasiadas menos las que no están entre sus listas.

El Foro Argentino contra el Antisemitismo ha realizado una intervención urbana con motivo del Día Internacional de la Mujer, en la esquina de Estado de Israel y Palestina bajo el lema: Si no incluye a las judías, no es feminismo: es antisemitismo.

En la senda peatonal de ese cruce se ha escrito cada uno de los nombres de las mujeres que aún siguen secuestradas en manos del terrorismo.

Pedimos por la devolución con vida por cada una de ellas. Pedimos por la devolución con vida de todos los secuestrados.

Y rezamos porque algún día podamos ver en el otro nuestro espejo, nuestro propio reflejo. Podamos volver al comienzo de la historia y reafirmar que en la imagen de cada hombre y cada mujer sin importar su raza, religión o partido político, se encuentra la imagen y semejanza de lo divino.