En una representación diversa, la Iglesia en Mar del Plata convocó a distintos actores que representan a los movimientos sociales, las universidades y escuelas, confesiones religiosas, ONG y sectores empresarios, entre otros, para compartir distintas miradas sobre la realidad social. Centraron su preocupación en la cuestión alimentaria, la incertidumbre en torno al Fondo de Integración Socio-Urbana (FISU), y las condiciones económicas que permitan la generación de empleo.
Según estimaciones del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, el 57,4% de los argentinos se encuentran bajo la línea de pobreza. En este contexto alarmante, vieron con preocupación la escasez de alimentos en los comedores de los barrios populares, que implicó el cierre de algunos de ellos en la ciudad, algo que viene ocurriendo en diversos lugares.
La inflación -que en alimentos alcanzó en el último año alrededor del 300% según algunas estimaciones-, hace que la actualización nominal del presupuesto de algunos programas no alcance y que hoy sea urgente atender desde los distintos niveles del Estado a esta problemática que desde hace tiempo afecta de manera directa a los niños y a familias enteras. Quienes tenemos la posibilidad de comer todos los días no podemos dormirnos o mirar para otro lado.
Por otro lado el Papa Francisco con la ocasión de la Inauguración de la sede porteña del Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana (COPAJU), en un mensaje grabado señalaba: “El Estado es hoy más importante que nunca y está llamado a ejercer el papel central de redistribución y justicia”.
En la Diócesis de Mar del Plata, estas obras, realizadas con recursos del Estado han permitido además acceder a la dignidad del trabajo a hermanos y hermanas hasta entonces ajenos al trabajo formal, posibilitándoles así una formación y una experiencia que potencian sus capacidades para fortalecerse en su aspiración a un trabajo de mayor calidad que les permita poder recuperar la mesa familiar en la que se elija qué comer, como así también ejercer la totalidad de sus derechos, administrando con transparencia esos fondos, se posibilitó –a modo de ejemplo- la construcción en 8 meses en el sur de Mar del Plata, del Club Barrial Divino Niño. Hoy se encuentran adjudicadas más de 60 obras, de las cuales la mayoría está en ejecución y hoy se encuentran detenidas –algunas en su etapa final- debido a la suspensión de los pagos comprometidos. Se comprende que las medidas gubernamentales tendientes a acabar con el flagelo de la inflación que golpea hace tiempo, implicarán cambios en distintas políticas, pero sin desatender en ningún momento a quienes más padecen. Han valorado los esfuerzos tendientes a preservar y potenciar el empleo en el ámbito del sector privado, el cual hoy ante un escenario de limitación del poder de compra por parte de casi todos los sectores, se encuentra fuertemente amenazado.
Han ratificado también su vocación de diálogo en un marco de paz.
Pongo este ejemplo puntual de Mar del Plata por la amplitud de la convocatoria. Las reformas son necesarias, pero para transitar momentos tan difíciles también las comunidades que sostienen comedores se ven con el problema cotidiano del aumento de los alimentos. Situación que se repite en todo el país.