Beneficios y Amenazas en la Era del Avance de la Inteligencia Artificial

Si bien se reconoce cada vez más la necesidad de ampliar el acceso a estas aplicaciones para reducir la brecha digital en la sociedad, tanto expertos como artistas a nivel mundial abogan por una mayor regulación

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Here After y Re;memory son
Here After y Re;memory son aplicaciones de inteligencia artificial

En el cambio de época en el que estamos inmersos, la línea entre lo real y lo virtual se desdibuja cada vez más. Con el advenimiento de tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial y los sistemas generativos, estamos adentrándonos en un territorio desconocido. Los sistemas de inteligencia artificial, en todas sus variantes, han revolucionado la manera en que interactuamos con las máquinas. Estos algoritmos, que aprenden a partir de nuestros datos, ofrecen una metodología singular para incrementar la robustez de la IA. Así, nos encontramos en un ámbito no solo disruptivo sino también controvertido, que entrelaza aspectos técnicos, éticos y emocionales.

Las redes antagónicas generativas, o redes adversarias generativas, GANs, han expandido nuestras capacidades permitiéndonos clonar imágenes y respuestas de voz de figuras históricas, actores y músicos, incluso hasta facilitar interacciones virtuales personales. Sin embargo, la IA trasciende estos logros permitiendo una forma de resurrección digital de personas fallecidas, hasta el punto de habilitar interacciones con nuestros seres queridos ya muertos, en tiempo real.

Las aplicaciones que brindan estos servicios varían desde las más básicas hasta las más avanzadas, reconstruyendo no solo la imagen y la voz sino también la personalidad del ser querido fallecido. Entre las aplicaciones más destacadas se encuentra Here After, que posibilita la conservación de grabaciones, videos y fotografías como una forma de legado, con el consentimiento de la persona en vida, para que las historias y voz puedan sobrevivir para siempre, mediante conversaciones a través de mensajes de texto o videollamadas.

Otra aplicación popular de origen coreano es Re;memory, que se inscribe en la cultura de la memoria para crear reuniones virtuales con personas fallecidas. Re;memory compila recuerdos digitales y ofrece dos modalidades: mensajes y videos a través de dispositivos móviles o conversaciones en tiempo real mediante una pantalla de 400 pulgadas y realidad aumentada. Esta empresa colabora con funerarias para proporcionar este servicio innovador. Estos avances suscitan debates sobre la privacidad y el consentimiento, la dignidad póstuma y los derechos de propiedad intelectual, invitándonos a reflexionar sobre quién posee la autoridad para decidir sobre los datos de una persona fallecida que no dio su consentimiento explícito. Surge la pregunta: ¿es ético recrear la voz, la imagen y los gestos de aquellos que ya no pueden otorgar su consentimiento? Aunque el uso de estas aplicaciones puede ser un consuelo para algunos, también conlleva el riesgo de crear dependencias emocionales, destacando la necesidad de establecer directrices claras en estos asuntos.

Si bien se reconoce cada vez más la necesidad de ampliar el acceso a la Inteligencia Artificial para reducir la brecha digital en la sociedad, tanto expertos como artistas a nivel mundial abogan por una mayor regulación en el desarrollo de la IA. Geoffrey Hinton, distinguido informático frecuentemente considerado como el padrino de la Inteligencia Artificial, advierte que, aunque actualmente las máquinas no superan a los humanos, es posible que en el futuro sí lo hagan. Hinton señala que, al observar el progreso de la IA en los últimos cinco años y compararlo con su estado actual, se puede apreciar un crecimiento exponencial. Por ello, recomienda la creación de una normativa para la Inteligencia Artificial que establezca los principios de responsabilidad que las empresas deben seguir al adquirir usuarios. Por otro lado, Hinton nos alerta sobre tres riesgos principales: primero, la generación de contenido digital falso o deepfakes, tanto en imágenes y videos como en textos, cuya autenticidad será difícil de verificar para el ciudadano promedio; segundo, el riesgo de sustitución de una amplia gama de oficios y profesiones, dado que, aunque en la actualidad la IA asiste y complementa el trabajo humano, su capacidad podría expandirse; y tercero, la potencialidad de la IA para no solo generar código, sino también ejecutarlo de manera autónoma.

Se reconoce cada vez más
Se reconoce cada vez más la necesidad de ampliar el acceso a la Inteligencia Artificial para reducir la brecha digital en la sociedad, pero expertos y artistas a nivel mundial abogan por una mayor regulación en el desarrollo de la IA

Ante estos avances, surge la pregunta: ¿qué estamos haciendo para mitigar estos riesgos? Las controversias en torno al desarrollo de la IA persisten en 2024, un año que se caracterizará por el perfeccionamiento de algoritmos alimentados y entrenados con vastas cantidades de datos. Sin embargo este fenómeno no es reciente, sino que ha estado en curso desde hace varias décadas, intensificándose especialmente desde el año 2000 con el auge de los dominios .com, la revolución móvil, y las redes sociales. En el 2022, con el lanzamiento de ChatGPT en su versión 3.0, se marcó el inicio de un nuevo mercado. En este contexto la IA, actúa como un modelo de lenguaje predictivo que, gracias a la información suministrada, puede anticipar la respuesta más adecuada a partir de patrones previamente aprendidos. La recopilación de datos emerge como el método esencial para el entrenamiento de la IA, situándonos ante la disyuntiva de equilibrar nuestras libertades individuales, los derechos de propiedad intelectual, y la velocidad de difusión de la información. Nos enfrentamos al peligro de convertirnos en una sociedad sumergida en la confusión, donde la clonación de imágenes y voces, junto a la rapidez de su distribución, hace casi imposible diferenciar entre lo real y lo generado por la IA. Uno de los desafíos más significativos que debemos llevar adelante es la lucha contra la desinformación, exacerbada por la velocidad a la que se distribuye la información y el ritmo de desarrollo de la IA, que supera la capacidad de adaptación social.

Ante este escenario, la formación en tecnología emerge como un elemento esencial para reducir el analfabetismo digital, más aun teniendo en cuenta el avance acelerado de la tecnología. La Inteligencia Artificial posee la dualidad de poder sustituir al ser humano o, por el contrario, potenciar sus habilidades; por lo tanto, el reto consiste en garantizar que la sociedad incorpore la tecnología de la IA de forma que se enriquezcan y expandan las capacidades cognitivas humanas.

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