“No llegué a la política para resolver problemas psicológicos”, dijo Milei en respuesta a un pedido de disculpas públicas que le hizo el gobernador Llaryora. Trascartón justificó su decisión de echar al titular del ANSES sin contemplación alguna con un argumento tan curioso como incontrastable.
“Está durmiendo con el enemigo, está durmiendo con un traidor, es la vida”. El enemigo en este caso es la legítima esposa del funcionario desplazado. Alejandra Torres, de aquí en adelante “la traidora”, es diputada por la provincia de Córdoba y osó votar en particular contra de algunos de los artículos de la Ley Ómnibus.
La legítima de Osvaldo Giordano pasó al bando de los réprobos y en el raid se llevó puesto a su compañero. Moraleja: hay que pensar muy bien con quién se duerme si se quiere habitar en el paraíso de los elegidos. Puede ocurrir que en la embestida purificadora caigan justos por pecadores. Riesgos de la ganancialidad en la era mileísta.
Los días de Milei se pusieron ásperos. El baño de espiritualidad ecuménica que pareció impregnarlo de beatitud la pasada semana no se tradujo en dejo alguno de compasión. Volvió recargado.
Contrariado en los hechos tras la caída de la mega ley, Milei contraataca. Avanza encendido. En orden a convertir su debilidad en fortaleza se aferra al poder que otorgan los votos consolidando su perfil con recursos al límite.
Nace un nuevo relato, una narrativa plagada de vocablos extremos. De memes indelebles.
De medio en medio, Milei hace uso y abuso de su condición de mediático. Vuelve el panelista de Intratables, carismático y rendidor. Es un efectista. El show está garantizado.
Milei ya tiene su Taylor Swift. La farandulización de la disputa mediática amplía de manera exponencial los términos de la confrontación.
En su embestida el Presidente condena a la condición de meme eterno a Lali Espósito. En un rapto de salvaje creatividad le cambia el apellido planteando en el imaginario colectivo una postal indeleble: asocia a Lali Esposito con la corrupción.
Todo empezó con un mensaje en redes. “Que peligroso. Qué triste” . Escribió Lali tras el triunfo de Milei. Una opinión personal.
“Ella empezó… ¿Querés hacerte el guapo? ¿Querés jugar conmigo? Te voy a contestar“, replicó el Presidente de la Nación en radio La Red.
“Le quedó Lali Depósito”, aseguró el Jefe de Estado porque “vive de los pagadores de impuestos a costa del hambre de los chicos”. Un fusilamiento mediático sin juicio previo.
Bastó una ocurrencia, el juego perverso de las palabras para entretener a las audiencias. Querés show, tenés show. De paso se planta una advertencia: “Si te gusta el durazno, bancate la pelusa”. Libertad para opinar de lo que quieras y coraje para hacerse cargo de las consecuencias. Mucho cuidado con lo que decís y con quién dormís.
Para los juegos de la política, los memes son una herramienta poderosísima. Han ganado un enorme valor en la era digital. Se los define como una unidad de sentido o contenido mínimo capaz de representar una idea, un concepto, una opinión o situación. Se crean y difunden de manera rápida y efectiva. No solo entretienen, generan valores y matrices de opinión. Se los asimila a los genes en la transmisión cultural. Se activan de persona en persona, de generación en generación
Quedar atrapado en la condición de meme puede representar una estigmatización ilevantable. Un suplicio de por vida. Una condena.
El debate público entre un presidente y un artista, por popular que este sea, da cuenta de una flagrante asimetría.
Nada ocurre por mero azar. El señalamiento e identificación del enemigo a vencer consolida la adhesión con quienes lo votaron. Por el momento es pura ganancia para el perfil del libertario. Javier Milei es percibido por muchos como alguien profundamente convencido de sus posiciones y dispuesto a llevar adelante un cambio refundacional sin reparar en daños colaterales. Alguien inspirado por la divinidad para imponer sus designios que no reparará en miramiento alguno con tal de llegar hasta sus objetivo.
El temperamento irascible y contestatario de quien se define como “anarco capitalista” es, en estos días, celebrado por muchos. Se lo consideran rasgos identitarios que lo hacen único y dan cuenta del convencimiento irreductible de que alguién que está dispuesto a ir adelante porque no tiene nada para perder.
Los berrinches y exabruptos presidenciales son tolerados de manera complaciente por los que creen que Javier Milei no es un fin en sí mismo, sino un medio para imponer los profundos cambios que demanda salir del abismo en el que nos encontramos.
Javier Milei viene manejando un discurso que convierte el defecto en virtud, la debilidad en fortaleza. Su línea argumental es divisiva. Lejos de suavizar la sensibilidad herida de los argentinos, la agrieta, la escalda. Nunca dejó el modo campaña, pero la diatriba anti casta se aceleró tras el derrape del ómnibus que transportaba la fallida mega ley.
El Presidente se abroquela en el personaje mediático que supo construir y que lo trajo hasta aquí. Es lo que tiene, es lo único con lo que cree contar por disposición del voto popular mientras resiste la idea de ir al encuentro de acuerdo alguno.
La palabra consenso es un vocablo perverso en el diccionario mileísta. “Viva el consenso, carajo”, apostó Horacio Rodríguez Larreta. Bastó y sobró. Ahora la idea del consenso se asimila a la baba del diablo.
La reversión del sentido de los vocablos incluye nuevos significados. “Consenso” pasó a ser una mala palabra. Es lo que le piden los lugartenientes de la casta para seguir defendiendo sus privilegios. La acepción de la palabra “casta” es más lábil y flexible, se acomoda al tiempo, momento y lugar. Es polirrubro, omnicomprensiva.
Milei goza todavía del beneficio de los enamorados. Un estado emocional que solo nos permite ver lo que queremos ver. El objeto del enamoramiento se moldea de acuerdo a nuestras fantasías y tiene la potencia de lo que de él esperamos. Se sabe que en la política como en vida el estado de enamoramiento tiene fecha de vencimiento y que más temprano que tarde el hechizo se rompe y la cruda realidad impone su contundencia.
¿Cuánto tiempo durará en las mayorías el hechizo que permite sobrellevar el rigor del ajuste que cae pesado y asfixiante sobre las clases medias dispuestas a sacrificarse duro a la espera de un cambio? ¿Cuánto durará la tolerancia a las excentricidades gubernamentales?
No hay respuesta por ahora a este interrogante.
Milei debe aprovechar este tiempo sacramental para anclar su gobierno en territorios más firmes. Coalición, acuerdo, interbloques. Todo lo hasta ahora sugerido no pasa de la fase de exploración. Macri regresa del no tan lejano sur pero un entendimiento con los libertarios está todavía lejos.
El Presidente sigue renegando de la política y fustigando con agresividad a todos sus actores. Gobernadores y diputados han sido expuestos hasta la humillación. Mauricio Macri deberá recuperar el control partidario y enfrentar resistencias internas a un armado que no incluya matices ni disidencias. Por ahora todo está muy verde.
Patricia Bullrich definió como “pura espuma” las versiones de un posible desembarco del PRO en el Gobierno. Si bien la complicada relación de la ministro de Seguridad con el ex presidente comenzaron a restablecerse, Bullrich se mostró fastidiada cuando, en una entrevista radial, le preguntaron acerca de Macri.
“No quiero hacer una entrevista siendo la psicóloga de Mauricio Macri, no lo soy, no me interesa”.
Confiado, Milei aprovecha las tensiones que despierta para seguir acelerando de frente.
Este viernes se anunció la decisión de eliminar los fondos fiduciarios por falta de transparencia y por ser la “caja de la política”. No piensa fijar el salario mínimo vital y móvil por decreto ni convocará a paritaria nacional docente.
“No creo que un político pueda determinar un precio a mano. Ni se me ocurre”. De paso avisó que marzo y abril serán dos meses muy duros para la economía pero que antes de julio se levantará el cepo.
El golpe de efecto vino en la media tarde de este viernes cuando la Oficina del Presidente ratificó una medida adelantada por el Presidente. El incremento de la ayuda escolar en 311%, llevando el monto de $17.000 a $70.000. La medida alcanza a la clase media porque incluye a quienes tienen ingresos hasta $3.960.000.
“Mientras, algunos luchan de manera incansable a fin de sostener sus privilegios, el gobierno nacional se compromete a acompañar y ayudar a quienes quieren salir adelante de la mano del esfuerzo y el mérito”. La batalla cultural continúa.
El batifondo mediático que armó en torno de la cantante pop distrajo de otras tantas cuestiones.
De Milei se espera que baje la inflación, que ordene la macroeconomía, que nos devuelva a un país normal. Solo señales fuertes en ese sentido permitirán estirar el tiempo del romance.
La reaparición por la vía epistolar de Cristina Fernández de Kirchner también hizo su aporte a la celebridad presidencial. El recuerdo de su paso produce en muchos verdadero espanto. La idea de recrear la polarización que dominó la política en los últimos 20 años no es una opción. No, al menos, para una inmensa mayoría.