Qué beso, papá

A lo mejor las fórmulas que pensamos durante tiempo, en boca de pseudo genios de la política, la economía y las finanzas, podrían simplificarse así: harina + agua = pan. Milei y el Papa, futuro

El saludo entre el papa Francisco y el presidente Milei en El Vaticano (REUTERS)

Mientras observaba la romántica escena de afecto entre nuestro Presidente y el Papa, en un déjà vu momentáneo, se me cruzó la cara de traste con Macri y la risotada con Cristina. Realmente, el Papa es un verdadero político todo terreno.

Pero no me disgustó, porque es bueno tener un Presidente que vaya a fondo. Que en cambio de destruir, construya. Y que se acojone con los ridículos y cobardes que, como siempre digo, se comieron la Argentina en dosis homeopáticas.

A veces, nos cuestionamos, y con razón, y nos preguntamos si este tipo está bien. No sé, pero su estilo me gusta. ¿Qué pasa si le va mal? Si le va pésimo, estaremos como con Cristina. Si le va mal, estaremos como con Cristina. Y si le va bien, estaremos muy bien. Por eso creo que puede pasar que un tipo que se para de manos ante las turbias negociaciones de los políticos, ante los periodistas que manejan la información como un golpe, ante los empresarios prebendarios, ante los ñoquis y los corruptos, y les hace frente, tal vez haga que rompamos el mito y terminemos dándonos cuenta de que durante 40 años, los sinvergüenzas que nos destruyeron el país, nos corrieron con la vaina al grito de: “Ahí viene el cuco”. Parte de la madurez es darnos cuenta que el cuco no existe. Y que los reyes son los padres. Y que el Ratón Pérez nunca te llevó los dientes porque no le gusta juntar mugre. A lo mejor, llegó el momento de madurar y, siguiendo a Milei, pararnos todos de manos y empezar a armar ese país que soñamos tanto y que, hasta ahora, los políticos han convertido en una pesadilla.

Podría hacer un recetario con un montón de palabras, cantidad de palabras... La importancia del trigo en Grecia, en Roma, en África. La pureza del agua... La masa madre y el Espíritu Santo y nos llevaría a perder tiempo sin poder hacernos un sandwichito.

A lo mejor las fórmulas que pensamos durante tiempo, en boca de pseudo genios de la política, la economía y las finanzas, podría simplificarse así: harina + agua = pan. Y chau.

Gracias a Milei, tal vez estamos descubriendo que todo era mucho más fácil que lo difícil y caro que nos vendieron armar una República. Tal vez no robar y libertad es democracia. No mentir y libertad es República. ¿Me entendés? Harina, agua y pan. Por eso, antes de querer, tenemos que saber lo que queremos.

Veinte años cortando estos atorrantes la 9 de Julio. Es imposible seguir viviendo así. ¿El gobierno no hace nada? Vamos a nuestro cronista: la 9 de Julio cortada todos los días. ¡Mirá si en otro país te lo van a dejar hacer!

Sacaron a todos los piqueteros y dejaron libre la 9 de Julio. Vamos a nuestro cronista: es una vergüenza como la policía reprimió a los manifestantes que cortaban la calle porque tenían el derecho de peticionar. ¿Me entendés?

Para querer, hay que saber lo que queremos. Y realmente, yo quiero harina, agua y pan. Milei y el Papa, futuro. Eliminemos intermediarios. Si las provincias no tienen plata, que la devuelvan. Si el país no tiene plata, que la devuelvan. Que la justicia funcione y que todos tengamos la libertad de simplificar nuestra existencia. Como el pan nuestro de cada día.