El presidente Javier Milei en los pocos más de 50 días de gestión de gobierno de forma innecesaria acumula pasivos, debidos a la soberbia, testarudez, inexperiencia e intereses corporativos que se evidencian en nombramientos difíciles de justificar por ejemplo el de Daniel Scioli como Secretario de Estado de Turismo, Ambiente y Deportes cuando exhibe como antecedentes de gestión el de haber sido vicepresidente del presidente Néstor Kirchner y luego dos veces gobernador de la Provincia de Buenos Aires a la que dejó prácticamente quebrada tal como su sucesora María Eugenia Vidal demostrara indubitablemente ¿Estos antecedentes son aval para su actual nombramiento?
Estas falencias fundamentalmente se explicitan en la diversidad de ítems que conforman el DNU 70 y de la fallida Ley Ómnibus enviado, debatido y retirado del Congreso de la Nación, por la mezcla de medidas prioritarias con otras postergables.
No dudo que el problema fundamental que llevó a esta situación de derrumbe como nación y al desmembramiento estructural de la sociedad es la corrupción convertida en endémica que se acepta con indiferencia como natural y en algunos casos como justificable o peor aún como viveza criolla. Esto fundamenta la necesidad de erradicarla mediante la ejemplaridad y simultáneamente tener un presupuesto equilibrado, algo muy difícil de lograr si no se rompen estructuras mafiosas enquistadas en el Estado.
El problema fundamental que llevó a esta situación de derrumbe como nación y al desmembramiento estructural de la sociedad es la corrupción convertida en endémica
Entiendo que es innecesario enumerar errores, falencias y desinteligencias cometidos y acumulados por el oficialismo en el tratamiento en el Congreso de la Nación del DNU 70, cuando se observa el maltrato a sus aliados políticos y a los gobernadores, algo que resulta incomprensible y peligroso.
La multitud de ítems que integran la propuesta de gobierno evidencian y generan muchos reparos, dudas, especulaciones y preocupaciones, ello puede conducir a esta administración a empantanarse en la gestión dado la multiplicidad de intereses que buscan y pretenden su fracaso.
Las iniciales medidas de desregulación de la economía que de forma inmisericorde y atropellada se tomaron, motivan lógicamente que los precios relativos busquen su equilibrio. Eso generó y genera fuertes aumentos en casi todos los alimentos e insumos, impactando directa y fuertemente en los sectores de menos recursos, en particular en la clase media que ve como su nivel de vida se reduce y cae, obligándola a desistir de todo aquello que le era normal, habitual y necesario consumir, disponer y disfrutar, ya que sus ingresos no se incrementan en igual magnitud, licuando de esta forma su capacidad adquisitiva.
La realidad pyme
Entre los muchos sectores destratados está el empresariado pyme que necesita urgentemente una moratoria impositiva, muchas economías regionales cuyas producciones están en el límite de la rentabilidad por las excesivas retenciones a sus producciones y no entremos a considerar la posibilidad que por eventuales factores climáticos las mismas resultaran ruinosas, los monotributistas que quedaron descolocados en sus escalas contributivas por la inflación, los jubilados condenados a la miseria por el atraso en la actualización de sus haberes, esto significa en la práctica llevarlos al acortamiento de sus vidas.
No hay que dudar que de no revertirse de forma urgente esta situación sectores de la oposición y de las corporaciones de todo tipo que se ven amenazados y afectados en sus intereses potenciarán esta situación de malestar social, que puede conducirnos a situaciones en desbordes de difícil pronóstico.
La administración de Alberto Fernández, irresponsablemente por ineficiencia, desidia e intereses corporativos, dejó su gobierno en un estado próximo a concursarse hablando metafóricamente, con 211% de inflación anual, el FMI estima para este año 150%, algo trabajoso de lograr.
No obstante ello si se logran las reformas estructurales proyectadas y propuestas el cambio de rumbo sería copernicano e indubitablemente se disiparían las nubes de incertidumbre que cubre nuestro horizonte y las inversiones externas tanto de capital como las de fondos de inversión esperadas y previstas se concretarán, resultando así ser las bases fundacionales de la vuelta a la argentina opulenta de comienzos del siglo XX, se sabe que el camino a transitar es largo y difícil pero bien vale su transitar porque la estación final es la tan ansiada reconstrucción por todos buscada.
El autor es presidente de Iader (Instituto Argentino de Economías Regionales)