La verdad no se vende

Este bien preciado por muchos y desechado por otros no debería estar en venta, pero en la conducta humana se distinguen transacciones que ponen en la vidriera este valor a cambio de intereses personales y espurios

Guardar
Jesús dijo en uno de
Jesús dijo en uno de sus evangelios: “Conocerán la verdad y los hará libres” (San Juan 8:32) (Imagen ilustrativa Infobae)

Los proverbios bíblicos son un compendio de sabiduría atemporal, que ponen sobre la mesa blanco sobre negro, y este precisamente no es la excepción sino la regla que este género literario guarda de su colección milenaria: “Adquiere la verdad y nunca la vendas” (Proverbios 23:23).

Definitivamente este bien preciado por muchos y desechado por otros no debería estar en venta, pero en la conducta humana se distinguen transacciones que ponen en la vidriera este valor a cambio de intereses personales y espurios. Veamos algunas situaciones en las que cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia.

Comercializamos la verdad cuando construimos una falsa confianza: algunos lectores seguramente se identifiquen con el testimonio personal del autor de esta nota. En mi primer empleo como profesional de la prevención, el jefe del departamento antes de incorporarme a su staff me dijo que esperaba de mí que fuera una persona de su confianza, en lo que la jerga se conoce como de una sola madera. Lo cierto es que un buen día recibí una llamada importante para él, pero me respondió “decile que no estoy”. ¿Le suena conocida esta frase? Obviamente, le transferí la llamada. Su enojo fue grande, pero tiempo después fue despedido. Aprendí que mentir para permanecer atornillado a un puesto o ascender al siguiente escalón te convierte en un esclavo y tarde o temprano seremos descalificados si no corremos en la vida honradamente. Esto fue mejor dicho por el grupo Divididos: “Qué ves, ¿qué ves cuando me ves? Cuando la mentira es la verdad”. La mentira nos esclaviza.

Cuando invisibilizamos la verdad con el relato: un conocido periodista dijo alguna vez “que dato mata relato” y cuánta razón tenía. Un relato consiste en rearmar las piezas de un rompecabezas para contar la historia de un modo hábil, para justificar decisiones que llevan a un país a la decadencia.

Por eso es sabia la expresión de Jesús en uno de sus evangelios: “Conocerán la verdad y los hará libres” (San Juan 8:32). Conocer la verdad desarma el relato, pero también nos brinda un punto de partida, de un compromiso genuino para salir de la crisis y comenzar a crecer.

Conocer que 2250 niños se encuentran en Argentina en condición de adoptabilidad, debe desafiarnos a darles una familia a cada uno.

Conocer que el 60% de los niños se encuentran en situación de pobreza, debe enfocarnos en trabajar juntos como sociedad en el fortalecimiento de las familias, para que estas sean instruidas integralmente en alcanzar una mesa digna con el pan nuestro de cada día.

Cuando hay desidia en encontrar la verdad y ser consecuente con ella: dijo Aristóteles que la verdad es el camino más corto para llegar a la sabiduría. Definitivamente, anhelamos que la justicia encuentre los canales pertinentes para que se esclarezcan cientos de casos que claman por verdad y justicia, siendo sostenidos a través del tiempo por medio de una memoria activa. Atentados como el de AMIA y la Embajada de Israel, y padres que han perdido a sus hijos por la inseguridad, merecen que la luz de la verdad los alumbre.

El gobernador Pilato le preguntó a Jesús antes de ser crucificado qué es la verdad y luego se lavó las manos, y eso lo inmortalizó. La mejor versión de quienes habitamos el suelo argentino radica en que nos conozcan como hombres y mujeres de bien, que no se lavan las manos y que no pasan por alto la verdad. La verdad sí debe importarnos si queremos ser verdaderamente libres.

Guardar