“Todo tiempo pasado fue mejor”. Tal afirmación no convalida que el presente lo sea, y ni siquiera osaría arriesgar pronóstico sobre el futuro.
Hoy recibimos un permanente bombardeo de información y a gran velocidad, no estamos listos para incorporar y metabolizar el nuevo modelo post pandémico de coacción tecnológica. La tecnología nos está cooptando, poseyendo y estamos dejando que lo haga. Esto en ningún punto implica negar ni resistir la evolución o la innovación, sino que obliga e interpela respecto de cuán educados y formados estamos y qué necesidades de capacitar quedaron debajo de una alfombra.
Si leer un libro da fiaca, la inteligencia artificial (IA) lo hace por vos: resume textos, libros, documentos, etc. Crear resúmenes sumamente precisos de textos muy densos está a un click de distancia y es gratis, o no tanto. ¿Cuánto realmente estamos pagando?
Desde hace tiempo ya muchas empresas utilizan, y cada vez más, chatbots y herramientas con IA para entrevistar y seleccionar a sus candidatos. Esta es sospechada de ser parcial o sostener un sesgo, y la novedad es que los que descubrieron la utilización práctica en el proceso de entrevistas son ahora los postulantes, que usan en el proceso herramientas de IA que escuchan y asisten al evaluado con las respuestas indicadas…
La IA parece colaborar en la contratación de empleados, aplicando el aprendizaje automático para analizar una base de datos con 10 millones de currículums. Tiene sentido la posibilidad de incluir un sesgo en la conclusión y de caer en una elaboración no ética también.
La innovación y el desarrollo son un ecosistema en sí mismo que se nutre de la Tecnología de la Información, que no establece límites ni pone barreras a la libertad de expresión. Por ello, debemos obligarnos a comprender este nuevo escenario y su ADN, cuando, por ejemplo, se conocieron videos sexuales del rector de la Universidad de Wisconsin, junto con su esposa, en sitios web para adultos, incluido OnlyFans.
Debemos interpretar “libre albedrio” o que el “Rector” no pudo evitar sumarse a la tendencia, a la moda, que convoca a millones de personas en todo el mundo y en Argentina también, a vivir de su desnudez, erotismo y sexo explícito a cambio de dinero. Resulta sencillo, OnlyFans vendría a ser la figura 4.0 del proxenetismo online. No es tan fácil el entendimiento cuando en el terreno físico, real, está penado por ley.
Las infinitas soluciones tecnológicas que “mejoran” la vida de los humanos, no justifican los fenómenos con los que debemos lidiar, que nos están abrazando y no nos sueltan. Que Google nos escucha, también nuestro celular y la tecnología en general lo hacen, es claro a esta altura, pero estamos aprendiendo a convivir con ello, casi mirando para otro lado, que el modo de navegación “incognito” no lo es tanto.
Hace días, la organización de Roland Garros dio a conocer el poster de la edición 2024. El artista detrás de la obra es el fotógrafo Paul Rousteau, cuestionado y criticado por utilizar IA para su realización. La herramienta permite hacer realidad ideas locas sin demasiado presupuesto ni organización de sesiones de fotos. El amigo Rousteau sostuvo que consiguió crear un concepto nuevo muy rápidamente y que además habría tenido que madrugar…para hacerlo de forma tradicional.
No todo está perdido, el cambio climático es uno de los desafíos de la humanidad de cara al futuro, y en ese marco, la isla de Tuvalu, cercana a Australia en el Pacífico Sur, se hunde. El país modificó su constitución para establecer que mantendrá su condición de Estado y sus zonas marítimas. Significa que continuará afirmando su soberanía y ciudadanía, incluso si ya no tiene tierra.
Se convertiría en la primera nación digital del mundo, creando un clon de sí misma en el metaverso, preservando su historia y cultura online para visitar las islas mucho después de que estén bajo el agua. ¿Cómo hubieran procedido los Atlantis? La historia de este continente perdido sepultado bajo el mar podría haber sido algo más que una leyenda.
Vivimos en un mundo veloz y cambiante. Todo ocurre a la velocidad de la luz y, en ocasiones, solo tenemos un fósforo para alumbrar. Nuestro país es una caja de resonancia perfecta que pone en evidencia cómo el desfasaje entre la tecnología, la idiosincrasia y cultura chocan todos los días.
La brecha cada vez es mayor, vivir la vida a través de redes o autopercibirse influencer, es una realidad no registrada por nuestra sociedad, cuando existen necesidades básicas insatisfechas. La edad de inicio a la tecnología pasará rápidamente de los 9 años actuales a los 6 en poquísimo tiempo, solo para ver más zombis digitales, hiperconectados, manipulados y desenchufados de la realidad.