“Sexo asignado al nacer”: el experimento fallido del investigador que acuñó la expresión “roles de género”

Es sorprendente la aceptación que ha tenido en los últimos años la idea de que se “asigna” lo que en realidad es de nacimiento. El sexólogo que afirmó que nacemos sexualmente neutros y es la sociedad la que nos formatea aplicó su teoría a un caso real (Joan/John) que divulgó como un éxito cuando en realidad había sido un rotundo fracaso

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Los mellizos Brian y Bruce Reimer. Por consejo de John Money, el segundo fue criado como una niña: Brenda
Los mellizos Brian y Bruce Reimer. Por consejo de John Money, el segundo fue criado como una niña: Brenda

El concepto de que “el sexo se asigna al nacer” tiene su origen en las investigaciones y el tratamiento de la intersexualidad (antes, hermafroditismo) y se relaciona también con la génesis de la ideología de género y su radicalización: la negación del binarismo biológico. Lo llamativo es que el éxito del concepto y su amplia difusión están en buena medida basados en un experimento totalmente fallido y aun así sus adeptos siguen repitiendo una premisa falsa, una teoría que la realidad desmiente.

“John Money introdujo la idea de la identidad de género y de que ésta es algo completamente separado de la biología”, decía la pediatra y psiquiatra infantil Miriam Grossman en una entrevista.

¿Quién era John Money? Un psicólogo neozelandés (nacido en 1921 y fallecido en 2006), radicado en los Estados Unidos, donde completó su formación en psiquiatría y se especializó en sexología. Fue pionero en el tratamiento hormonal y quirúrgico de la disforia de género y de la intersexualidad como se llama actualmente al hermafroditismo. Money abrió la primera clínica para hermafroditas, al amparo de la universidad Johns Hopkins, para la reasignación de sexo.

El hermafroditismo es la discrepancia entre los genitales internos y externos. Un bebé nace por ejemplo con útero y ovarios pero externamente sus genitales se asemejan más a los de un varón. O a la inversa. Ante estos casos, en los tiempos de John Money, años 50, 60, los médicos trataban de asignar a ese bebé un sexo lo antes posible, en general guiándose por el aspecto exterior de sus genitales, antes que por el sexo cromosómico. En muchos casos, se practicaba una cirujía para extirpar el tejido ovárico o testicular, según el sexo “asignado”. Se explicaba a los padres que debían considerar desde ese momento al niño como varón o mujer, de acuerdo a esa decisión. Según el paper Diferenciación Sexual y su Patología, “en general, se consideraba más fácil reconstruir los genitales femeninos que los genitales masculinos funcionales, de tal manera que si la elección ‘correcta’ no era clara, al niño a menudo se le asignaba el sexo femenino”.

John Money se dedicó al estudio de estos casos de interesexualidad, llegando a la conclusión de que aquellos niños que habían sido criados como miembros de un sexo opuesto al suyo no presentaban trastornos psicológicos. En más del 95% de los casos, de acuerdo a sus investigaciones. Esto lo llevó a concluir que el factor principal en la determinación de la identidad sexual de una persona intersexual no era tanto la biología, sino la educación.

El hermafroditismo (intersexualidad) es la discrepancia entre los genitales internos y externos. A esos bebés, se les asigna un sexo al nacer
El hermafroditismo (intersexualidad) es la discrepancia entre los genitales internos y externos. A esos bebés, se les asigna un sexo al nacer

En 2006, el sexólogo Juan Lejárraga resumió en su blog las conclusiones de Money y su equipo: “Los bebés intersexuales nacen psicosexualmente indiferenciados y son moldeables durante un período ventana que se cierra a los 18 ó 24 meses, cuando la identidad sexual o de género se fija”.

En consecuencia, John Money consideró “imperativa la cirugía genital temprana”, para aprovechar esa ventana de oportunidad. Se practicaba entonces a esos bebés una o varias cirugías para adecuar el aspecto externo de sus genitales al “sexo asignado”. Esta determinación temprana de un sexo también era importante para los padres, que debían reforzar esa asignación a través de la educación del niño o niña.

Las controversias -y algo más- se iniciaron cuando John Money pretendió extender a todos los bebés sus conclusiones sobre los intersexuales y así lo plasmó en un artículo en 1955. “Las pruebas sobre hermafroditismo prestan apoyo a la concepción de que psicológicamente la sexualidad está indiferenciada al nacer y se diferencia en masculina o femenina en el curso de diversas experiencias de crecimiento”, escribió John Money (citado por Lejárraga). La sociedad completa esa diferenciación a través de los “roles de género”. O estereotipos.

Money pretendió así universalizar la teoría, formulando lo que se llamó la neutralidad de género. Nacemos sin un género definido y las identidades mujer o varón nos son inculcadas por la sociedad. Es lo que actualmente sostiene el feminismo radicalizado, la teoría queer o el transgenerismo; más aun, es lo que muchos pretenden enseñar en la ESI (Educación Sexual Integral) y el sustento de la idea de la fluidez del género. También es la doctrina que está detrás de leyes como la de Identidad de Género y del decreto que estableció el DNI no binario.

Según Money, las únicas diferencias biológicas entre mujer y varón son la menstruación, la gestación y el amamantamiento, reservados al sexo femenino. Todo lo demás, personalidad, preferencias, habilidades, emociones, percepciones son un constructo social, un artificio, son inculcados al niño en la más tierna infancia, a través de estereotipos, tales como colores, juguetes, conductas esperadas de cada sexo, vestimenta, etcétera.

Al nacer, el niño es una página en blanco. “Aprende” no sólo a actuar como varón o mujer, sino a sentirse tal. Esta teoría fue música para los oídos feministas en los 60 y 70. Recordemos a Simone de Beauvoir y su célebre: “No se nace mujer, se llega a serlo”. En términos de John Money, nacemos neutros y es la sociedad, la educación, la que nos convierte en varones o mujeres.

Sus investigaciones y la teoría que formuló le valieron un gran prestigio y lo convirtieron en una autoridad en materia de sexología.

El sexólogo John Money
El sexólogo John Money

Pero no se crea que no tuvo contradictores. Casi desde el primer momento, un joven endocrinólogo, Milton Diamond, criticó públicamente las teorías de Money, cuestionando el postulado de que la educación era más influyente que la biología en la determinación de la identidad sexual. Además, afirmó que no se conocía ningún caso de un niño no intersexual que hubiese sido educado como niña de modo exitoso.

Casi un desafío, que el destino le permitiría a John Money recoger. Con tristes consecuencias.

Tan sólo un año después, al ya célebre sexólogo se le presentó la ocasión de hacer un experimento con humanos. Resultó un total fracaso. Y demostró la falsedad del planteo, pero con un altísimo costo humano. Sin embargo, durante demasiado tiempo Money difundió el caso como un éxito y nunca se retractó de las conclusiones que extrajo de él.

No sería el primero ni el último fraude científico; lo insólito es que la teoría de John Money prosperó de todos modos y hoy se la pretende imponer como una verdad revelada.

El fallido experimento del Dr. Money

A mediados de la década del 60, John Money fue contactado por una familia que acudió a él luego de verlo exponer su teoría en una entrevista televisiva. Janet y Ron Reimer, un matrimonio de clase trabajadora que vivía en Winnipeg, Canadá, habían sido padres de dos niños gemelos idénticos en agosto de 1965.

Cuando tenían siete meses, ambos bebés, Brian y Bruce, fueron llevados a un hospital para una circuncisión, porque se les había diagnosticado fimosis. Por desgracia, el bisturí eléctrico utilizado funcionó mal y el pene de Bruce resultó completamente quemado.

La devastación de esos padres fue total. En aquellos años, no estaba todavía tan desarrollada la cirugía reconstructiva como para ofrecerles una solución. Por eso, cuando, unos meses más tarde, los Reimer vieron al doctor Money en televisión exponiendo su teoría, de inmediato se pusieron en contacto con él. Eran dos padres angustiadísimos que veían a un profesional de renombre asegurar en televisión que un niño podía ser criado como niña y viceversa si se lo hacía desde la más tierna infancia.

John Money, cuando expuso su teoría en la televisión
John Money, cuando expuso su teoría en la televisión

Money ya era toda una autoridad, con el respaldo además de la universidad y clínica Johns Hopkins. Ser hombre o mujer no tiene nada que ver con los cromosomas ni las hormonas, decía. No es innato. Por lo tanto se puede “construir” una persona de sexo opuesto al biológico, siempre y cuando se lo haga desde pequeño.

Como vimos, a partir de los casos de hermafroditas que había tratado, Money consideraba que existía, hasta los dos años de edad, una ventana de oportunidad para la cirugía de transición. Durante ese período, los padres, asesorados por los médicos, podían elegir el sexo del niño, asignarle un género, opción que luego confirmarían a través de la educación.

Para John Money, Bruce Reimer representó la oportunidad ideal para confirmar su teoría de la neutralidad de género. Recibió a la desdichada familia en su consultorio de Baltimore, Maryland, y les propuso criar a Bruce como una niña. Convertirlo en una niña. Para estos padres desesperados, Money era la salvación: un profesional ya consagrado, muy respetado en su ambiente y que transmitía mucha autoridad.

Bruce fue castrado y se le construyó una vulva rudimentaria. Sería criado como una niña. Money les dijo a los padres que jamás, jamás, había que decirle la verdad. Fue rebautizado como Brenda y vestido de niña, le dieron muñecas para jugar y le dejaron crecer el cabello. Pero, sobre todo, le dijeron que era una niña. Una vez al año, la familia iba al consultorio de Money que así seguía la evolución de su experimento.

En 1970, cuando el niño/niña tenía 5 años, John Money empezó a publicar papers sobre el caso —que llamó Joan/John— y causó sensación. “Era la prueba que buscaban, sobre todo las feministas, [de que] no había ninguna razón biológica para que los chicos fueran mejores en matemáticas y para que los hombres ganaran más que las mujeres”, decía un artículo de la BBC en 2004.

Lejárraga lo describe así: “El caso John/Joan tuvo una importancia decisiva. A juicio de William Reiner, urólogo, psiquiatra, y actual director del consultorio Hopkins de trastornos psicosexuales y de identidad sexual, ese artículo fue seminal: ulteriores afirmaciones de Money de que se puede reasignar el sexo de un bebé porque la influencia social es más determinante que la biológica, y de hecho, cualquier afirmación en este sentido de libros de texto de pediatría sobre endocrinología, urología, cirugía y psicología, se remiten al artículo de Money, cuya teoría se convirtió en el estándar de actuación en pediatría (Kessler, 2002; Fausto-Sterling, 2000; Colapinto, 1997; Diamond y Sigmundson, 1997).”

Brenda (Bruce) Reimer, izq, y a la derecha con sus padres y su hermano Brian
Brenda (Bruce) Reimer, izq, y a la derecha con sus padres y su hermano Brian

Money tuvo el experimento soñado, el que le permitiría demostrar que ser varón o mujer es algo totalmente separado de la biología, la confirmación de que no es la naturaleza la que determina femineidad o masculinidad; es la cultura, la crianza, la sociedad.

Esta teoría, como se dijo más arriba, fue cuestionada por contemporáneos de Money. De hecho, surgía precisamente en momentos en que había cada vez más pruebas de que las hormonas —desde la gestación— son las que influyen fuertemente en la personalidad masculina o femenina de cada individuo.

El citado Milton Diamond, especialista en anatomía y biología reproductiva, calificó de tesis “simplista” la de Money. Para él, los seres humanos nacen con el mismo instinto que los animales. “Los humanos somos mucho más complejos que un simple producto de la educación —dice en un documental sobre el caso Reimer—. Somos influidos por nuestra sociedad, la educación influye mucho en nuestro comportamiento. Pero nuestras inclinaciones básicas, las predisposiciones que tenemos nos vienen dadas por la biología”.

Pero la gran atención y reconocimiento que obtuvo Money con el caso del niño/niña ahogó las críticas.

Ahora bien, y acá viene el fraude, mientras Money se hacía famoso gracias a Joan/John, Brenda/Bruce era una criatura por completo infeliz, perturbada, solitaria. La familia Reimer vivía un calvario. A Brenda le gustaban los juegos de varón —perdón por el “estereotipo”—: correr, trepar a los árboles, saltar y hasta pelear. Odiaba las muñecas. Hasta se negaba a orinar sentado. No tenía amigos ni amigas. Los otros niños le hacían bullying, la llamaban “mujer cavernícola”, y hasta Brian la evitaba porque se sentía avergonzado por esa gemela tan rara que era su hermana.

El psicólogo que trataba a Brenda le escribió a Money para ponerlo al tanto de todo pero éste no le respondió.

Cuando Brenda cumplió 13 años, Money quiso practicarle una segunda cirugía vaginal y entonces la rebelión del adolescente se agudizó. Se negó totalmente y desde ese momento dejó de ir al consultorio del sexólogo.

Fue entonces cuando sus padres, viendo lo traumatizada que estaba su “hija”, le revelaron la verdad.

La teoría de John Money, pese al fracaso de su experimento, se ha convertido en referencia indiscutida para muchos
La teoría de John Money, pese al fracaso de su experimento, se ha convertido en referencia indiscutida para muchos

Para el niño/niña fue un alivio. No estaba loca. Lo que interiormente sentía era la verdad, la realidad. De inmediato volvió a lucir y a actuar como un varón, se puso otro nombre, David, y se sometió a una reconstrucción peneana que solventó con la indemnización del hospital donde había sido mutilado.

Durante los siguientes 15 años, nadie supo nada de Brenda/David Reimer. Mientras tanto, Money seguía disfrutando de los laureles ganados y hablando del caso a pesar de que había perdido todo contacto con la familia.

Pero el drama no había concluido. Toda la familia había resultado afectada por la situación de Bruce, ahora David. Su madre sufrió depresión e intentos de suicidio. El padre ahogó las penas y la culpa en el alcohol, y el hermano gemelo, en las drogas.

Durante todos esos años, Milton Diamond publicaba un aviso en el diario de la American Psychiatric Society dirigido a Keith Sigmundson, el psiquiatra que supervisaba el tratamiento de Joan/John, porque sospechaba que las cosas no eran como Money las seguía contando. Pero pasó mucho tiempo hasta que ese profesional tomó la decisión de responder al llamado de Diamond y decir la verdad.

“No se supo lo que pasaba con los gemelos hasta años después —contó Miriam Grossman en la entrevista citada—, y entretanto la teoría de John Money se convirtió en doctrina. Se hizo costumbre que cualquier chico con ambigüedad genital [intersexual] fuera inmediatamente criado como niña o niño y debía ser castrado, hormonado, lo que fuere, todo por el éxito de Money y lo que su experimento demostró”.

El caso y la teoría en cuestión entraron en los libros de endocrinología y genética. Grossman dice que Money aprovechaba su fama para imponer censura a todo artículo que lo cuestionara. “Algo similar pasa hoy”, acota ella. Y bien sabemos que es así, cualquiera que cuestione la ideología de género, el concepto de una identidad de género totalmente separada de la biología, es tratado de machista, homófobo, transfóbico, etcétera. La “ofensa” es la excusa para eludir el debate. Para cancelar toda discrepancia. De hecho, cuando se reveló el fracaso de su experimento, Money atribuyó las críticas a una conspiración de la derecha conservadora que buscaba volver a los “roles tradicionales de género”.

David (Bruce) Reimer, cuando decidió contar su verdad
David (Bruce) Reimer, cuando decidió contar su verdad

La verdad estalló en 1998: Brenda vivía como David, se había casado con una mujer cuyos tres niños había adoptado. Contactado por Milton Diamond y por el psiquiatra Keith Sigmundson el gemelo del experimento habló públicamente por primera vez. Al saber que su caso era difundido como un éxito, decidió dar su versión. Contó que nunca fue feliz como Brenda y dijo que antes de volver a eso prefería cortarse el cuello. De “niña” había sido profundamente desdichado con sus vestidos y muñecas.

En el año 2000 salió el libro Como la naturaleza lo creó: el niño que fue criado como niña, del periodista y novelista canadiense John Colapinto, miembro del staff de The New Yorker, con todo el detalle de la historia.

Pero el daño estaba hecho. Y no solo para Bruce y toda la familia Reimer. Ese largo período de silencio, durante el cual Money no tuvo la honestidad de decir la verdad sobre su experimento, permitió la infiltración de esta teoría en muchos campos, la psicología, la sociología, e incluso la educación sexual de los niños, y si lo dudan revisen los contenidos de la ESI que se dictan actualmente en muchas instituciones. O los de los cursos de la Ley Micaela.

Según Lejárraga, “en la bibliografía médica, el caso John/Joan se cita con profusión y el doctor Money es reverenciado como la máxima autoridad en cuestiones sexuales”. “Su teoría sobre la diferenciación sexual se considera la más progresista y moderna” y “todavía hoy, la mayoría de los textos médicos recomiendan la cirugía y la reasignación de sexo al nacer en casos de ambigüedad genital”. “¿Cómo es posible? -se pregunta y responde: “Supongo que por una mezcla de intereses ideológicos e inercia”.

Más aún, la teoría de género se radicalizó. La premisa actual es que el binarismo sexual es falso, es un artificio. Los humanos no podemos ser encasillados en esas arbitrarias categorías de macho y hembra. Ya no se trata de hermafroditas o interesexuales: se trata de todos. Nadie encaja en el binarismo, que es opresivo y contra el cual debemos rebelarnos.

Aunque se conoce hace tiempo el fracaso del experimento de Money, se mantiene en muchos ámbitos profesionales -especialmente en psicología- la teoría de que el género es sólo producto de la socialización. Y Miriam Grossman sostiene que los cultores de esa idea “se han vuelto más radicales (porque) cuando John Money escribió no estaba en crisis el binarismo; al menos él decía que se es hombre o mujer, y que era necesario fijar eso antes de los 3 años”.

La pediatra y psiquiatra infantil Miriam Grossman
La pediatra y psiquiatra infantil Miriam Grossman

Ahora en cambio “se les dice a los niños que el binarismo es falso y opresivo, que el sexo es fluido durante toda la vida y que hay todo un espectro y es maravilloso explorar y cuestionar y nadie te puede decir quién eres…”.

Hoy la ideología de género en su versión radicalizada, dice que imponer “que tienes que ser un varón o una mujer es algo parecido al racismo, es sexismo, es horrible, patriarcal”, decía Grossman. “Esto es muy seductor para adolescentes que quieren creer en algo y hacer del mundo ‘un lugar mejor’, luchar contra el mal. El binarismo es presentado como un nuevo demonio”, advierte.

El desenlace trágico de la historia

El caso Brenda/Bruce afectó a toda la familia. Brian, el otro gemelo, se sintió siempre desplazado por “Brenda” quien, debido a sus problemas de conducta, recibía toda la atención de sus padres. Luego, a los 13 años, descubrió que no era el único varón de la familia. Empezaron sus problemas de conducta que derivaron en trastorno mental. Llegó a ser diagnosticado con esquizofrenia. Murió en 2002, de una sobredosis de drogas; no se sabe si accidental o deliberada.

En mayo de 2004, fue el turno del propio David: Brenda/Bruce se mató de un disparo en la cabeza. Tenía 38 años. Estaba desocupado y había vuelto a la casa de sus padres, luego de separarse de su esposa.

Cuando se reveló el fracaso de su experimento, lejos de disculparse, Money escribió (en 1998) un paper con 10 posibles motivos para ese resultado: castración tardía (22 meses); crianza junto con un gemelo que pudo hacerla sentir “anormal”, el trauma de los padres que pudo influir en ella, etc. Echó culpas afuera y no asumió su responsabilidad.

Al mismo tiempo, a Diamond y a Sigmundson les costaba muchísimo publicar su crítica a la teoría y a los experimentos de Money. Varios periódicos especializados rechazaban sus artículos que contradecían una doctrina que había estado en boga por varias décadas.

El periodista canadiense John Colapinto escribió la historia del niño que fue criado como niña
El periodista canadiense John Colapinto escribió la historia del niño que fue criado como niña

Recién en 1997 se publicó los que Lejárraga llama la “requisitoria de Diamond y Sigmundson” en la que acusan a Money de haber agregado a la “penectomía accidental” las “ofensas de infertilidad, trauma emocional y pérdida de ego” además de “un régimen continuo de hormona masculina sustitutoria”, a causa de la castración a la que Bruce fue sometido para convertirlo en Brenda.

Diamond y Sigmundson recomendaban por otra parte suspender las cirugías de asignación de género e intensificar los estudios sobre el tema antes de retomarlas.

De hecho, en el paper antes citado (Diferenciación sexual y su patología), se lee que “en cuanto al tratamiento (de la intersexualidad), las opciones han cambiado de un tiempo a esta parte. (...) Actualmente hay un mayor respeto por el sexo cromosómico”. En función de esto, se recomienda demorar la cirugía e involucrar a la propia persona en la decisión, para lo cual cierta madurez es necesaria. Y agregan: “Por último, el apoyo psicológico al paciente y la familia es fundamental. Existen grupos de apoyo que facilitan la vivencia diaria de las familias con la intersexualidad”..

La reacción de John Money ante la evidencia de su error fue, como mínimo, deshonesta. Se refugió en el argumento de la confidencialidad, atribuyó las críticas a un movimiento conservador y antifeminista, y hasta culpó a los padres, como vimos. Ni el suicidio de Bruce lo hizo reaccionar.

Cuando fue encarado por John Colapinto, que le sugirió corregir sus conclusiones de cara a una eventual reedición del libro “Desarrollo de la sexualidad humana” en el que se refería al caso John/Joan como un éxito, Money se negó, diciendo: “Para entonces estaré muerto”.

La explicación del fracaso es sin embargo evidente: la reasignación de sexo en una persona no intersexual —o sea, la inmensa mayoría— había fracasado porque la identidad de género no es “una construcción”. Porque las diferencias entre varones y mujeres no se limitan a la genitalidad.

Brian Reimer y su "hermana" melliza Brenda (Bruce)
Brian Reimer y su "hermana" melliza Brenda (Bruce)

“Me veía como un payaso —dijo David Reimer cuando dio su testimonio para un documental—. Ser un chico está en tus genes, en tu cerebro. Nadie tiene que decirte lo que eres. Somos humanos, no somos tontos. Sabemos quiénes somos. Como no sabían nada de mí, la comunidad científica creía que mi caso estaba resuelto y me sorprendí mucho cuando escuché que la gente pensaba que lo mío había sido un éxito”, decía con más sentido común que el de tantos supuestos especialistas.

Además de la deshonestidad intelectual de no admitir su fracaso y dejar que se propagase la mentira, el de Money es el clásico caso del investigador enamorado de su teoría que niega todos los hechos de la realidad que la desmienten.

Queda pendiente una pregunta que el psicólogo Jordan Peterson le hizo a Miriam Grossman: “¿Cómo explica la captación y la cobardía de los profesionales del sector? Saben que estas teorías de identificación de género son falsas y sin embargo…”

[Este artículo reproduce parte del contenido de mi newsletter “Contracorriente”. Para recibirlo por mail suscribirse aquí]

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