Más allá de las claras diferencias que hay entre los gobernadores de la UCR y el Comité Nacional del partido, el presidente de la Nación, Javier Milei, tendrá gobernabilidad y, sin dudas, logrará la votación favorable de la denominada Ley Ómnibus, que es la base del plan de gobierno por él planteado.
No hay que asustarse ni desconocer que en toda democracia civilizada suceden negociaciones, marchas y contramarchas para poner en práctica políticas que afectan a la vida cotidiana de la gente.
De eso se trata lo que está ocurriendo ahora, en estas horas, en el Congreso. Es normal, es natural, es parte del juego democrático. Recordemos: es ensayo y error. Grandes líderes y estadistas que han hecho historia, como Winston Churchill, han debido enfrentar elecciones, y no siempre con resultados favorables. Eso no solo es democracia, sino también es la esencia de la política misma. Si esto que hoy está planteando el Gobierno no funciona, en 4 años los argentinos tenemos la oportunidad de cambiar al presidente en forma soberana, directa y única, y sin fórmulas mágicas, simplemente con nuestro voto.
Pero vamos a analizar un poco la situación de las provincias, que en esta negociación juegan un rol fundamental, porque muchos nos preguntamos: ¿cómo va a hacer Axel Kicilloff para que la provincia este año funcione? Porque el año pasado tenía la canilla abierta del financiamiento y los adelantos del tesoro que le daba nación. ¿De dónde va a sacar los recursos? Porque haber triplicado los impuestos no alcanza para cubrir ese bache fiscal. ¿Qué va a pasar con los servicios básicos que requieren los bonaerenses, como los de educación, el pago de los salarios de la policía y de los funcionarios judiciales?
Todos sabemos que las provincias y los gobernadores, frente a negociaciones políticas y votaciones en el Congreso, hacen pesar sus votos poniendo la prioridad en la responsabilidad que tienen de llegar a fin de mes, pagar sueldos y de llevar gestiones gubernamentales, medianamente razonables.
También conocemos que hay muchísimas provincias que, más allá de que son soberanas y deciden sobre todo sus recursos, como por ejemplo, los recursos naturales y minerales, no son capaces de generar actividades productivas que les permitan crecer. De hecho, el mayor crecimiento que muchas provincias han tenido es del empleo público.
Indudablemente, Argentina comienza una nueva etapa. Y si hay algo que caracteriza a esta nueva etapa es que debemos cada uno aprender a vivir con lo nuestro. Se acabó la maquinita de fabricar dinero sin respaldo, ya no hay financiamiento del exterior y posibilidad de seguir endeudando a los argentinos, y la deuda interna y externa son prácticamente inmanejables.
Lamentablemente, y por una cuestión básica de supervivencia, debemos enfrentar un ajuste. Llegó la hora de dejar de vivir de ilusiones, de poner los pies en la tierra y asumir las cosas tal cual como son: la Argentina está muy mal, los argentinos estamos muy mal, y de esto son responsables quienes gobernaron los últimos 30 años, que fueron básicamente los peronistas.
Aunque sea por delicadeza, por vergüenza y por un mínimo gesto de decencia, deberían cerrar la boca, pedir disculpas y permitir que otros argentinos arreglen el lío en el que nos metieron. Los argentinos debemos conservar la calma, ser fuertes para soportar los tiempos difíciles que se avecinan y, como dicen los sectores pseudo progres, “tener memoria todos los días, tener memoria y mirar para adelante. Pero sabiendo y recordando al mirar atrás por qué estamos en la condición en que estamos”.