Como dijo el gobernador Axel Kicillof, más que una Ley Ómnibus, el proyecto de modificación de cientos de leyes que intenta imponer La Libertad Avanza es una Ley Tanque. No solamente porque pretende llevarse puestos los mecanismos democráticos, institucionales y legislativos que tanto trabajo nos ha costado conseguir en las Cámaras y en la calle, sino porque además podemos advertir en esta trampa del “todo y nada” una jugada perversa de un Gobierno que se desestabiliza a sí mismo en sus propias internas.
En esta primera semana de debate en Diputados seguí de cerca las exposiciones de los voceros del Gobierno, así como los señalamientos de mis compañeros de Unión por la Patria y de los otros bloques opositores; queda claro que cualquiera que revise la Ley se dará cuenta que está plagada de inconsistencias y errores que develan un apuro injustificado en una supuesta emergencia social, que no corresponde con lo que necesita nuestro país en este momento, ni con lo que se hace en el mundo, incluso en los países que Javier Milei admira. Sin dudas, este paquete legislativo deja ver la necesidad y urgencia de los ricos de llenarse cada vez más los bolsillos a costa del hambre del pueblo. Ni uno de los puntos que se plasman en más de 300 páginas beneficia a las trabajadoras, trabajadores, jubiladas, jubilados, niñas ni niños.
Más allá de la suerte que corra la Ley en las comisiones, confío en que todos los bloques pondrán por encima a la Constitución y a las instituciones democráticas por sobre este presidente con aspiración a rey. Sin embargo, no puedo dejar de preguntarme: ¿Es el propio Milei el artífice de todo esto? ¿O son Caputo y Sturzenegger, los amigos de Macri? Ésta Ley Ómnibus, en conjunto con el DNU de desguace del Estado, ¿no tendrán que ver con la máxima de Macri de que si volviese a ser gobierno iría “en la misma dirección, lo más rápido posible”?
Frente a estas metáforas antipáticas sobre la velocidad, no puedo dejar de pensar que arriba del colectivo que va camino a estrellarse estamos todas y todos los que habitamos el suelo argentino. Y eso es precisamente lo que pretende llevarse puesto este Gobierno de coalición de ultraderecha: la vida misma de millones de personas que ya se encuentran en una situación delicada.
Tampoco puedo dejar de pensar que este modelo que ahora intentan imponer como algo una renovación se parece mucho, en forma y contenido, al plan económico de la dictadura que se llevó a 30 mil compañeros y compañeras. Como dijo Rodolfo Walsh en su Carta Abierta a la Junta Militar, el objetivo del terrorismo de Estado fue implantar un modelo económico entreguista que perdura al día de hoy.
En ese sentido, tampoco puedo dejar de ver algo que sobrevuela en el ambiente político: el rol no ya de Mauricio Macri en este Gobierno, sino de su ahora amiga Victoria Villarruel. Porque si Milei se estrella, ¿Villarruel agarrará el volante? No tengo dudas de que junto a Macri, la casta militar empuja este bondi, ya que sigue agazapado y reclamando que su representante en el poder cumpla con sus dichos de campaña.
En medio de estas especulaciones estamos todos y todas, nuestros derechos, bien sintetizados en el análisis del CELS respecto a políticas de género, ambiente, derechos provisionales, sociales, límites a la protesta, etc. Debemos empezar a construir ya los mecanismos institucionales y sociales no solo para ponerle freno a la Ley Ómnibus, al DNU y a que las instituciones y poderes ejerzan facultades que exceden sus capacidades constitucionales, sino para construir una Argentina donde la sociedad goce de todos los derechos que les han sido otorgados en las leyes vigentes, y podamos crecer, trabajar, educarnos y envejecer con un Estado presente y garante de todo ello.
Que no se nos pase este ¿último? ómnibus a la democracia que tanto nos costó construir.