El megaproyecto que envió el Poder Ejecutivo al Congreso requiere de un profundo análisis y estudio. Sin embargo, quiero detenerme en los cambios que impulsa en materia electoral, que incluyen la eliminación de las PASO y el proyecto para cambiar el sistema plurinominal en el que cada provincia es un distrito por el sistema uninominal por circunscripciones.
Hay dos antecedentes de este sistema. La primera vez que se utilizó el uninominal por circunscripciones fue en 1904. Gobernaba entonces Julio Argentino Roca y la reforma la impulsó Joaquín V. González.
El diagnóstico de ese momento era que la sociedad había evolucionado mucho en ese tiempo, pero que la política no le había seguido el ritmo. Esto generaba una asimetría y una crisis de representación. Para eso se proponía seguir el modelo anglosajón, que pretendía que la política representara los intereses (económicos) realmente existentes en la sociedad.
Joaquín V. González imaginó dividir la Argentina en 120 circunscripciones. Su intención era que los candidatos fueran conocidos a nivel local y que eso llevara a que se eligiera al que mejor representaba los intereses del lugar.
Esta forma de elegir diputados era y es completamente ajena a la costumbre política argentina, en la que lo que se considera es que los diputados son representantes del pueblo y, en palabras de Roque Sáenz Peña, lo que deben ser representadas son las corrientes de opinión.
Cuando se aplicó la ley de 1902 se venía de un sistema de mayorías. La minoría no estaba representada, por lo que el uninominal significaba un avance. Pero cuidado con esto: el uninominal es también un sistema de mayorías (a diferencia del nuestro actual, que es proporcional)
El caso que explica muy bien el funcionamiento de la ley de 1902 es el triunfo de Alfredo Palacios en 1904: ganó en La Boca, en donde la mayoría eran trabajadores socialistas. Este ejemplo fue utilizado por Joaquin V Gonzalez para defender la ley. Pero la respuesta llegó rápidamente: ese fenómeno se produjo en 1 de las 120 circunscripciones.
Finalmente, la ley se derogó en 1904. Las conclusiones fueron que no cumplió con su objetivo de acercar a electores y elegidos, que las 120 circunscripciones, cada cual con su interés económico que representaba, sólo existían en la cabeza de Gonzalez, y que la elección había terminado siendo mucho más cara que las anteriores.
¿Por qué fue más cara? Porque la compra de votos estuvo más controlada gracias a la disminución de la escala. El voto en ese momento era cantado y el puntero que vendía libretas electorales iba siguiendo durante el día el resultado. Eso le permitía a todos saber exactamente cómo iba la elección en cada circunscripción a cada hora y conocer cuántos votos le faltaba a determinado candidato para imponerse lo que, por la lógica de la oferta y la demanda, subía el precio de cada libreta electoral a la venta.
El antecedente peronista
La siguiente vez que se sancionó una ley de circunscripciones uninominales fue en 1951, durante el Gobierno de Perón, y estuvo en vigencia hasta 1955.
Ahí el arquitecto de la reforma fue Román Subiza y los argumentos brindados en el Congreso fueron muy diferentes a los de 1902. También su implementación.
En todas las elecciones bajo sistema uninominal (1904, 1951 y 1954), el diagrama de las circunscripciones quedó en manos del Poder Ejecutivo. Pero en 1951, y aún peor en 1954, se hizo un gerrymandering (manipulación) especialmente diseñado para que un partido se imponga en todos lados sobre el resto. Acá se puede ver el mapa de lo que fue en 1951 y en 1954 la división de circunscripciones en Capital Federal (ingeniosas esas viboritas que unían el sur con el norte para sacarle votos a la oposición)”.
En cuanto a los argumentos en el debate de 1951, se repitieron cuestiones de cercanía entre electores y elegidos, pero de forma mucho menos vehementes, ya que esta no era realmente propiciada por la ley. Por ejemplo, alguien que vivía o había nacido en La Plata podía ser candidato por Necochea, sin necesidad de haber pisado Necochea en su vida. Ahí se perdía la idea de cercanía y también de que el representante llevara al congreso los intereses reales de la circunscripción.
Una gran diferencia entre la ley de circunscripciones de Roca y la de Perón es que cuando se hizo la primera, en ese momento existía el sistema de mayorías y no había representación de la minoría. En cambio, cuando Perón hizo la reforma, se venía del sistema de mayorías y minorías de Sáenz Peña.
El sistema uninominal es un sistema de mayorías, que si bien permite que en una provincia se representen diferentes expresiones políticas siempre y cuando cada una gane en una circunscripción, no la asegura por ley (como sí lo hacía la ley Sáenz Peña o lo hace nuestra actual ley de sistema proporcional plurinominal con D’Hont).
¿Por qué Perón optó por el sistema uninominal de circunscripciones? Porque quería crear un Congreso unánime, en el que la oposición tuviera mínima representación.
En el Senado ya tenía unanimidad, y este sistema le permitió en la Cámara de Diputados pasar, con un porcentaje de votos similar, de 47 diputados de la oposición a poco más de 10.
Ese fue el verdadero objetivo de la reforma de Perón con el sistema uninominal: que la unanimidad que construía en la plaza también se diera dentro del Congreso Nacional.
Ahora estamos ante la tercera propuesta en la historia argentina de un sistema electoral por circunscripciones uninominales que llega al Congreso enviada por el Ejecutivo Nacional. Queda estudiarla, entender qué propone y por qué se plantea la modificación.