La noticia nuestra de cada día es breve, escueta. Cuenta que un joven fue asesinado en la calle, en un barrio cualquiera del conurbano. Casi la pasamos por alto. Ocurren tantas, y son tan semejantes entre sí que ni alcanzamos a detenernos en los detalles. El móvil del crimen puede ser un celular, un par de vistosas zapatillas o, simplemente, la mochila donde seguramente esconde unos pesos. Esta vez, un joven fue asesinado en la puerta de la casa de su novia.
Pero si abandonamos la indolencia de lo rutinario, la noticia de pronto se transforma en una historia donde el protagonista es un ser de carne y hueso. Un joven de 20 años con nombre y apellido con una vida por delante que merecía ser vivida. Estaba enamorado, de hecho, iba a visitar iba a visitar a su novia ese fatídico día. Entonces, la nota impresa en blanco y negro va cambiando de color, hasta transformarse en un arco iris. Ese ser anónimo se transforma en Brian.
Brian Leandro Pérez fue asesinado brutalmente en una fría noche del 20 de julio del 2015. Tenía 20 años. Fue apuñalado. Sólo un fugaz taxista alcanzó a ver la escena, y pudo aportar muy poca información. Estaba oscuro y todo fue muy rápido. Creyó reconocer a los atacantes. Los datos aportados fueron muy inciertos. La cuestión es que no hubo imputados. El crimen de Brian quedó en el tenebroso túnel de la impunidad. Un caso más de los cientos que quedan suspendidos en la maraña de la inseguridad.
Es bien sabido, y está más que demostrado, que además del terrible impacto que provoca la muerte inesperada ocasionada por la inseguridad genera en las llamadas “co-víctimas” (sus allegados, deudos, amigos, vecinos) profundos estados de desestabilización emocional.
Así fue que la madre del joven asesinado, Patricia, no encontraba consuelo a una tristeza exacerbada por el desencanto ocasionado por la (In)Justicia de ver morir a un hijo, alterándose el orden ancestral de las generaciones.
Fue cuando alguien de su entorno le sugirió que escribiera a nuestra Asociación Civil, Usina de Justicia. Su llamado fue respondido.
La ex Juez Raquel Slotolow, junto a otros miembros del área de acompañamiento de la organización, se entrevistaron con ella.
Se iniciaron nuevas acciones legales, solicitando la reapertura de la causa sin éxito alguno. Pero sí sucedió algo en el torturado estado de ánimo de la mamá de Brian. De golpe, no se sintió más abandonada a su suerte. Se dio cuenta de que había un grupo de personas que se interesaba en ella y que, además, honraban la memoria de su hijo asesinado. Usina de Justicia la acompañó permanentemente en la búsqueda de Justicia, así como en sostenerla cuando que la causa se extinguió por falta de pruebas.
Poco a poco, volvió a sentir cierta paz interior y hasta a esbozar nuevas sonrisas al evocar a Brian. Reencontró cierto sentido para su vida. Aquella vida que le había sido arrebatada junto a la de su hijo.
A pocos días de celebrar la Navidad, la Dra. Raquel Slotolow recibió un llamado de Patricia. Le contó que hacía mucho que ya no se llevaba bien con el padre de su hijo y que se habían separado. Que había retomado sus estudios y ensayado iniciar una nueva vida. Y, sorprendentemente, se había vuelto a enamorar. El motivo de la llamada era para invitarla a presenciar la ceremonia civil de su casamiento con su nuevo amor.
En ese sencillo y conmovedor mensaje estaba todo dicho. La enorme capacidad de resiliencia de Patricia llenó de emoción al equipo de “Usineros de Acompañamiento”. Fue como ser testigos de un maravilloso regalo navideño. Las víctimas no están solas.
Usina de Justicia crece. No sólo en ese estar con las víctimas cuando parece que la vida perdió todo sentido. Durante este 2023, más de cincuenta familias fueron acompañadas por el equipo y algunas de ellas participaron de un taller de resiliencia y de la atención psicológica gratuitos.
Crece en la búsqueda de la modificación de las leyes que defienden los derechos de las víctimas del delito. Crece en la formación virtual de más de mil personas que asistieron al curso “La ley de víctimas en el marco de la Victimología” a lo largo y ancho del país. Crece en el número de postulantes que solicitan formar parte de la Asociación.
Crece en el ámbito internacional, en particular impulsando el logro de una Convención Interamericana de Derechos Humanos de las víctimas de delitos en el marco de la OEA, donde estuvimos dignamente representados por la talentosa abogada Mariana Romano.
Crece, lamentablemente, porque aún estamos muy lejos de mejorar los índices del delito común y de mejorar las acciones eficaces de una Justicia que nos es esquiva. Pero sabemos, afortunadamente, cómo hacer para estar más y mejor cerca de quienes nos necesita.
En este cierre de año, el balance de nuestro trabajo nos llena de satisfacción. Tenemos miles de seguidores que nos acompañan.
En colaboración con una prestigiosa editorial, se tradujo y publicó El circulo íntimo de las Víctimas, una obra de la jurista canadiense Catherine Rossi, presentada en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires con la presencia de su autora.
Publicamos un sinfín de notas y artículos en distintos medios periodísticos, así como entrevistas radiales y televisivas.
La presidenta de Usina de Justicia, Diana Cohen Agrest, fue distinguida por el Rotary Club de Buenos Aires con el premio Laurel de Plata a la Personalidad del año 2022 en Ética. Al recibir el premio, lo dedicó al trabajo mancomunado de todos los miembros de la Asociación.
Por todo lo dicho -y mucho más imposible de condensar en unas líneas-, Usina de Justicia crece y se fortalece procurando que las víctimas cada día tengan una mayor presencia y acompañamiento en aquel lugar donde nunca hubieran deseado estar.
Una vez más, saludamos y deseamos seguir trabajando vigorosamente para asistir y acompañar a quienes nos necesitan, con la esperanza de que cada día haya menos delitos y que la Justicia Justa florezca más allá del dolor.
¡Gracias a todos los que nos siguen, colaboran y acompañan. A todos ustedes, les deseamos unas muy Felices Fiestas!