La apurada construcción del mileirismo en diez días

El Presidente fue el protagonista del freno a la protesta piquetera y del anuncio con las medidas económicas ultraliberales. Es una estrategia que encontrará pronto obstáculos muy complicados

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El presidente Javier Milei (REUTERS/Agustin
El presidente Javier Milei (REUTERS/Agustin Marcarian)

El gobernador sale de la Casa Rosada y habla por teléfono con un amigo. Es uno de esos dirigentes recién asumidos en su provincia y no puede ocultar la fascinación por lo que acaba de escuchar.

- Este tipo es diferente a todos nosotros; habló como si diera una clase y la verdad es que no estuvo nada mal. Después nos escuchó a todos, uno por uno, para que le contáramos cómo veíamos la cosa desde nuestras provincias. Estaba muy tranquilo, muy calmo. Y siempre mantuvo el eje, diciendo que él solo venía a ordenar las finanzas de la Argentina. Como si no le importara la reelección…

Este tipo no es otro que Javier Milei, y es el presidente de la Argentina desde hace diez días. No más que eso. Ninguno de los 24 gobernadores que fueron a verlo el martes pertenece a su partido, La Libertad Avanza. Había peronistas, kirchneristas, radicales, del PRO y provinciales que siempre hacen su juego.

“Como si no le importara la reelección”, repetía el gobernador. Es que, para un dirigente político, la reelección es una obsesión que los atrapa y los condiciona desde el primer día de mandato. Pero Milei se desliza por esta primera etapa de gobierno como si no le importara demasiado su futuro político. ¿Una estrategia? Se verá.

La reunión de Javier Milei
La reunión de Javier Milei con los gobernadores

Si el martes fue un día importante por su encuentro con los gobernadores, el miércoles lo fue mucho más porque atravesó dos exámenes. La primera protesta piquetera, en la fecha icónica del 20 de diciembre, y el primer discurso por cadena nacional anunciando el plan de flexibilización, de derogación de leyes y de reformas económicas para lograr el fin último del equilibrio fiscal y bajar sin demora el costo laboral de las empresas argentinas.

“Hoy es un día histórico para nuestro país”, fue la frase inicial de Milei, rodeado por algunos ministros con protagonismo estelar para Federico Sturzenegger, aquel presidente del Banco Central que nombró y echó Mauricio Macri, y que se encargó en estas semanas de escribir (y promover en Twitter) el plan de supresión y modificación de las leyes para poner en marcha los cambios.

En dieciséis minutos de discurso, Milei despachó buena parte de su programa de campaña. Decreto de necesidad y urgencia para derogar leyes laborales, la ley de alquileres, la de precios congelados, la de abastecimiento, habilitación para privatizar empresas estatales, para que los clubes de fútbol puedan ser manejados por sociedades anónimas, desregulación de las obras sociales y la medicina prepaga, del tráfico aéreo y hasta de los registros automotores, una de las cajas más anheladas por cierta dirigencia política. Desde la gestión de Carlos Menem y Domingo Cavallo, no se veía un intento liberal de la economía tan contundente. Con una diferencia respecto de aquella experiencia de los ‘90. Ningún votante podrá decir que fue sorprendido.

Milei grabó su discurso al mediodía y se zambulló luego en una jornada intensísima que terminó con indudable saldo a favor. Cambiando el paradigma de la mayoría de la clase política, que desde los asesinatos de los activistas Kosteki y Santillán en 2002, teme un desborde policial o de las fuerzas de seguridad que termine en nuevas muertes y en una crisis política sin retorno.

En su décimo día de gobierno, Milei puso en la calle cerca de 7.000 efectivos de seguridad entre policías federales y porteños, gendarmes y prefectos. Todos contra poco más de 10.000 manifestantes que todo el tiempo se vieron presionados por los agentes para no cortar las calles ni adueñarse de la geografía de la Ciudad. A las cuatro de la tarde, invitado por la ministra Patricia Bullrich, llegó hasta el Departamento de Policía Federal junto a su hermana Karina para seguir cada uno de los detalles de la protesta piquetera a través de las cámaras de seguridad.

La marcha piquetera que impulsaron
La marcha piquetera que impulsaron los movimientos sociales (Foto: Patricio Montalbetti)

Una hora después, cuando creyó que la protesta estaba bajo control, sonaron algunos aplausos dentro de las oficinas policiales. Algunos se abrazaron, como cuando los cohetes despegan en el comando de Cabo Cañaveral. Más allá de algunos roces entre Bullrich y el secretario de Seguridad porteño, Diego Kravetz, la coordinación con el gobierno de Jorge Macri y el ministerio de Waldo Wolff había funcionado. Milei volvió para la Casa Rosada para chequear una vez más los detalles de su discurso. La 9 de Julio había mantenido su tránsito habitual con fluidez y se habían registrado apenas algunas peleas aisladas con dos piqueteros detenidos y con un agente policial herido.

El manejo de la protesta piquetera y la transmisión del discurso por cadena nacional registraron el mismo eje político de los diez días iniciáticos de Milei. Desde el comienzo, la tendencia de la gestión y el relato del Gobierno apuntar a fortalecer la figura presidencial. “Con 38 diputados y 7 senadores, no nos queda otra que consolidar el mileirismo”, lo explica uno de sus arquitectos.

El guion del mileirismo comenzó a escribirse el mismo 10 de diciembre, el día de la asunción y el salto desordenado al poder.

  • Esa fue la idea con la que Milei pronunció su discurso de presidente fuera del Congreso, y mirando a sus seguidores.
  • La designación de Martín Menem como presidente de la Cámara de Diputados, y del puntano Bartolomé Abdala como presidente provisional del Senado fueron decisiones de indudable sello mileirista para superar la debilidad de las minorías legislativas en ambas cámaras del Congreso.
  • Supo a mileirismo la decisión de no cederle el madrinazgo de los ministerios de Seguridad (Patricia Bullrich) y de Defensa (Luis Petri) a la vicepresidenta Victoria Villarruel.
  • La necesidad de afianzar el mileirismo es la explicación que sus exégetas le dan a la distancia que el Presidente marcó con Mauricio Macri, dejando en claro que las designaciones de Bullrich, Petri y la de Luis Caputo en el Ministerio de Economía no respondían a un pedido del ex presidente.
  • La presencia de Milei el domingo en Bahía Blanca, junto a sus ministros y vestido con una campera de camuflaje militar, para interiorizarse de los efectos del temporal que dejó pueblos destrozados y 13 muertos solo en esa ciudad del sur de la provincia de Buenos Aires. Mileirismo puro.
  • Y a eso hay que agregarle los tres hechos mencionados de las últimas 48 horas: la reunión del martes con todos los gobernadores, la presencia personal para acompañar la estrategia antipiquetera y el discurso con el paquete de medidas económicas liberales. La figura de Milei en el Departamento de Policía es una imagen sin improvisación.
  • Quizás, el único paso en falso de la avanzada mileirista haya sido la presencia del domingo temprano en La Bombonera para votar en las internas de Boca Juniors que perdieron Andrés Ibarra y Mauricio Macri. Un escenario de derrota que el Presidente podría haber evitado si le hubieran avisado que Macri no iba a ir a votar porque se encontraba de viaje hacia Arabia Saudita. Un detalle que el libertario anotó especialmente en su libreta negra de decepciones.
Javier Milei junto a su
Javier Milei junto a su Gabinete

Claro que después de estos diez días, el mileirismo ingresará en otros exámenes tal vez más exigentes y sensibles. Minutos después del discurso presidencial, la CGT avisó a través de sus voceros que su primera reacción será judicializar el decreto de necesidad y urgencia. “No pueden modificar y menos derogar leyes”, aseguran los sindicalistas que en cuatro años de inflación disparada y explosión de la pobreza jamás hicieron un solo reclamo al gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.

Que La Cámpora y los grupos piqueteros más cercanos al kirchnerismo (el Movimiento Evita y Barrios de Pie) no hayan asistido a la protesta del 20 de diciembre no significa que estén al margen de la resistencia contra el proyecto que encabeza Milei.

El kirchnerismo motorizó en la misma noche del miércoles algunos cacerolazos en los barrios porteños y del Conurbano bonaerense donde viven la mayoría de sus activistas. Son quienes apuestan a un rápido desgaste del mileirismo cuando la suba de precios y de las tarifas de los servicios públicos (por la quita de los subsidios) haga mella en el ánimo de los sectores medios y medio bajos que hoy respaldan al nuevo gobierno.

Se sabe que la Argentina es un país de emociones fuertes, pero también efímeras. Javier Milei, Victoria Villarruel y la canciller Diana Mondino son los dirigentes con mejor imagen del país.

“Javier conecta directo con la gente, por encima de los medios de comunicación y hasta de las redes sociales”, explica uno de sus estrategas, convencido de que el mileirismo ha llegado a la Argentina para quedarse largo tiempo en aguas turbulentas.

Se trata de la misma lectura que hacían hace exactamente veintidós años los asesores de imagen de Fernando De la Rúa. “Nada es igual, nada es mejor”, dice la canción de Diego Frenkel, pero siempre es conveniente echarle una mirada al río donde se hundieron los que pasaron antes por el cruel infierno argentino.

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