Milei comenzó a preparar el desembarco en Normandía

El 1 de marzo, en su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, el Presidente deberá iluminar con un discurso persuasivo la senda de esperanza que aleje por mucho tiempo la siempre presente tentación populista que tantos daños económicos, sociales y culturales le produjo a la Argentina

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El presidente de Argentina, Javier Milei. EFE/ Juan Ignacio Roncoroni
El presidente de Argentina, Javier Milei. EFE/ Juan Ignacio Roncoroni

El presidente Javier Milei ya ha comenzado a planificar el Día D de su gestión presidencial. Su desafío político más importante será el próximo 1° de marzo cuando pronuncie el discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional. Cumplidos entonces sus primeros ochenta días de gestión, el jefe de Estado deberá realizar un balance y una proyección de su agenda de gobierno ante la asamblea legislativa, en simultáneo al desarrollo de su ambicioso y revolucionario programa de reformas financieras y administrativas.

El líder de La Libertad Avanza llegó al poder con el apoyo de 14.554.560 votos (55,65% del electorado), solo tres años después de haberse lanzado a la arena política sin una estructura proselitista mínima en el territorio nacional. Podremos saber en poco tiempo si es un dogma inapelable lo afirmado por el politólogo estadounidense Murray Edelman cuando señala que “la historia y la teoría sugieren que los seguidores crean a los líderes, y no lo inverso”.

Con 53 años cumplidos el pasado mes de octubre, Milei ingresó al colegio secundario cuando Raúl Alfonsín comenzó su gestión presidencial. Seis años después iniciaba sus estudios de Economía en la Universidad de Belgrano. Eran días de hiperinflación en que su máximo referente político, Carlos Menem, asumía anticipadamente la primera magistratura. Durante el arranque del kirchnerismo en 2003 se dedicó a la enseñanza terciaria inspirado en la doctrina de la Escuela Austríaca liderada por Ludwig von Mises y su discípulo Friedrich Hayek.

El Premio Nobel de Física, Werner Heisenberg, sostuvo que cada experimento destruye parte del conocimiento del sistema obtenido en experimentos anteriores. Es muy probable que las primeras medidas económicas y financieras adoptadas por el ministro de Hacienda Luis Caputo acerquen al primer mandatario global anarcocapitalista a las posturas teóricas del gurú monetarista de la Escuela de Chicago, Milton Friedman, enemigo íntimo de Murray Rothbard, el máximo referente teórico de Milei.

Una de las prioridades políticas a tener en cuenta tanto por el jefe de Estado como por el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, es la necesidad de definir un compacto núcleo de legisladores afines que comuniquen las numerosas y profundas reformas estructurales que se irán implementado durante el primer semestre del año próximo. Algo así como el famoso “Grupo Rating”, un notable scrum mediático que funcionó durante gran parte de la década menemista, encabezado por el entonces diputado rionegrino Miguel Pichetto y su par porteño, Miguel Angel Toma.

No sería extraño que el nombre de Pichetto, hoy diputado por la provincia de Buenos Aires, figure en la lista de candidatos para convertirse en el próximo Procurador General de la Nación, nominación que necesita la aprobación de los dos tercios del Senado. El procurador es quien conduce el Ministerio Público Fiscal dirigiendo la tarea de los fiscales que actúan ante la Justicia Federal, además de desempeñarse como tal ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En este sentido, es pública la afinidad en materia de asuntos penales que acerca a Pichetto con las posturas de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y con su par de Justicia, Mariano Cúneo Libarona.

En el día de ayer el presidente Milei afirmó que el “esfuerzo enorme” que se está haciendo recae en un “60 por ciento sobre la política y el 40 por ciento en el sector privado”, aunque prometió que esto último “es transitorio”. El líder de la Libertad Avanza no lo mencionó, pero sabe que ese notable esfuerzo no puede recaer, con más inequidad y por mucho tiempo, en el 45 por ciento de los argentinos que padecen la pobreza derivada de dos décadas de un brutal populismo inflacionario.

En un famoso discurso pronunciado por el entonces presidente Juan Domingo Perón el 13 de diciembre de 1973 en la sede de la Confederación General del Trabajo, el líder del Justicialismo expresó que después de lograr un fuerte aumento de las ganancias producidas por las exportaciones, “el Gobierno se ocupará de que sea distribuida con justicia entre todos los que la producen, sin colateralismos y sin ninguna ficción: fifty-fifty, como dicen, mitad y mitad”. Pocos meses después, el 1° de julio de 1974 moría Perón, y a principios de junio de 1975 fue anunciado un profundo plan de ajuste conocido como el “Rodrigazo”. El 24 de marzo de 1976 los militares derrocaban a Isabel Perón.

Milei, refiriéndose a la caótica herencia socioeconómica que heredó del kirchnerismo, afirma que jamás la noche pudo vencer al día. Jorge Luis Borges, un ferviente seguidor del doctrinario liberal anarquista Herbert Spencer, siempre lo dice mejor: “Quizás no se pueda precisar cuándo acaba el día y empieza la noche; pero nadie confunde el día con la noche”.

El 1 de marzo ante la Asamblea Legislativa, Javier Milei, acompañado por todo su gabinete de ministros, deberá iluminar con un discurso persuasivo la senda de esperanza que aleje por mucho tiempo la siempre presente tentación populista que tantos daños económicos, sociales y culturales le produjo a la República Argentina. Cuando los legisladores enfrenten al periodismo para juzgar el discurso presidencial sabremos si la luna de miel podrá llegar a superar los paradigmáticos 100 días de gobierno o si, tal vez, en esa jornada cívica, la libertad deberá seguir avanzando con un nuevo equipo de gobierno.

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