En términos generales la Argentina está atrapada hace 12 años en un cuadro de “Estanflación” (estancamiento más inflación elevada) que deterioró significativamente el cuadro socioeconómico. La pobreza pasó de promediar 26,6% de la población en 2011 a ubicarse entre 40% y 45% en 2023, casi duplicando la cantidad de personas que viven por debajo del umbral del valor de la canasta básica de alimentos y servicios que estima el Indec.
En particular, la inflación se está consolidando en dos dígitos mensuales ya que todo indica que la desaceleración de octubre (8,3%) fue excepcional. De hecho, según el anticipo de la estimación de Equilibra, el IPC Nacional habría trepado más de 11% en noviembre y se avecina un diciembre récord -superaría el 12,7% de septiembre-, incluso si las flamantes autoridades no ajustan el tipo de cambio oficial al inicio de su gestión.
Además, las últimas paritarias ya incorporan -lo que le da una elevada inercia al proceso inflacionario -subas mensuales de dos dígitos porcentuales. Los últimos datos disponibles de la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (Ripte) confirman el mayor ritmo de suba de los salarios: trepó al 10,6% promedio mensual en el bimestre septiembre-octubre últimos.
El IPC Nacional habría trepado más de 11% en noviembre y se avecina un diciembre récord -superaría el 12,7% de septiembre-
El balance del BCRA está muy deteriorado. Las reservas internacionales están en valores mínimos: las brutas apenas superan USD 21.000 millones; las líquidas perforaron los USD 6.000 millones; y, las netas son negativas por más de USD 11.000 millones. Los pasivos remunerados en pesos (Pases más Leliq) están en niveles récord de 2017 (rondando 10% del PBI); y, cada vez hay más restricciones cambiarias con una brecha que supera el 150 por ciento.
En particular, preocupa el fuerte crecimiento de la deuda comercial con importadores observado desde 2022 y, el ritmo al que viene trepando -más de USD 2.000 millones por mes- desde mediados de este año por falta de autorizaciones de pago del BCRA. Muchas empresas están al borde del default comercial lo cual implica el posible freno de venta de insumos por parte de los proveedores internacionales y crecientes riesgos de faltantes para la producción local, impactando negativamente en el nivel de actividad y la tasa de inflación.
El déficit primario del sector público Nacional rozará 3% del PBI en 2023. Este es inferior al 4,5% del PBI que dejó la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner en 2015, pero superior al rojo de 0,5% que dejó Mauricio Macri en 2019. Un punto importante a destacar es que el gasto primario cerrará el año sólo un punto porcentual del PBI por encima del mínimo de la administración Camnbiemos (casi 19% del PBI en 2019), por lo que lograr una poda del gasto público de 5 p.p. del PBI será muy complejo (dichas erogaciones tendrían que volver a niveles de 2007).
Gracias a la reestructuración de la deuda de 2020, la carga de intereses es un poco más benigna, ya que bajó a un promedio anual de 1,7% del PBI durante la administración de Alberto Fernández, tras promediar 2,4% del PBI durante la presidencia de Macri. Sin embargo, el déficit financiero -que incluye el pago de intereses- alcanzaría 4,5% del PBI este año, casi 1 p.p. por encima del último año del gobierno anterior.
Lo que viene
Pese a que la reestructuración de la deuda pública redujo la carga de intereses y alivió el perfil de vencimientos en moneda dura, no despejó la incertidumbre sobre su repago. De hecho, la prima de Riesgo País superaba cómodamente los 2.000 puntos básicos antes del balotaje (perforó dicho guarismo tras el triunfo de Javier Milei) y según el análisis del FMI la deuda pública Nacional es “sostenible”, pero no con alta probabilidad.
A diferencia del gobierno de Mauricio Macri que tras acordar con los holdouts consiguió un abultado financiamiento externo sin hacer un ajuste fiscal brusco, la administración de Milei tendrá primerio que revertir el déficit fiscal primario existente, para luego poder conseguir financiamiento a tasas razonables.
Pese a que la reestructuración de la deuda pública redujo la carga de intereses y alivió el perfil de vencimientos en moneda dura, no despejó la incertidumbre sobre su repago
De todas formas, el mayor desafío en el corto plazo es conseguir el rollover de los vencimientos de deuda en pesos en el mercado local sin asistencia del Banco Central. Sin posibilidad de subir fuerte la tasa de referencia por el elevado stock de pasivos remunerados, el ente monetario daría una señal contundente de cortar todo financiamiento al Tesoro.
El equipo económico designado por Milei para arrancar a enfrentar la herencia descrita arrojó varias sorpresas:
1 )la única autoridad económica confirmada durante la campaña para presidir al BCRA (Emilio Ocampo) y “dolarizar” la economía no asumirá;
2) la elección como ministro de Economía de Luis Caputo, especialista en finanzas; y
3) la designación a ocupar la presidencia del BCRA a Santiago Bausili, alineado con Caputo. Que exista coordinación entre ambas autoridades es clave en épocas de crisis -pues facilita la instrumentación de las decisiones de política económica- pero choca contra la idea de “independencia” de la entidad, lo cual es un giro discursivo significativo para Milei (de la dolarización a la alineación del Central).
A priori, el sesgo financiero de las principales autoridades económicas podría adelantar que, al menos de entrada, el manejo de pasivos y/o endeudamiento serán las herramientas relevantes para lidiar con la pesada herencia económica recibida.
Una incógnita importante para develar será cómo se implementará el fuerte recorte del gasto público anunciado (5 p.p. del PBI) en un contexto en que al oficialismo se le complicará aprobar leyes por las escasas bancas propias en el Congreso.
Asimismo, ¿hay en el equipo económico un especialista en las múltiples distorsiones del mercado cambiario en un contexto de mínimas reservas y excesiva deuda comercial de importaciones?
El saltito del tipo de cambio oficial a casi $390 por dólar en la última jornada hábil del gobierno saliente, muestra que llegó el tiempo de ver al nuevo gobierno en acción
Y por último, cuando los principales desequilibrios macroeconómicos hayan sido encauzados, ¿se incorporarán expertos en planes de estabilización o se volverá a la idea de la dolarización o bimonetarismo (posible neoconvertibilidad)?
El saltito del tipo de cambio oficial a casi $390 por dólar en la última jornada hábil del gobierno saliente, muestra que llegó el tiempo de ver al nuevo gobierno en acción. En la cancha se ven lo pingos, es de esperar que el debut del equipo económico sea auspicioso, porque a diferencia del mundial de Qatar, no habría margen para arrancar con una derrota por la endiablada herencia económica recibida.
El autor es director de Análisis Macroeconómico de Equilibra