Repensar la espiral de violencia

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En la reciente campaña electoral volvieron a emerger miradas encontradas sobre los turbulentos años 70. Lejos de ser un tema cerrado, la historia, la memoria y las interpretaciones de esos años se han convertido en habitual combustible para las pujas políticas del presente. Parecería existir en la actualidad un exceso de posicionamientos políticos sobre el pasado, sesgados y cerrados ideológicamente, mientras escasea un mayor conocimiento histórico, riguroso y trascendente a esa cerrazón ideológica, que ayude a comprender mejor las causas profundas de lo acontecido.

Si para comprender hay que conocer, La verdad los hará libres, la monumental obra en 3 tomos fruto de la investigación encomendada por la Conferencia Episcopal Argentina a la Facultad de Teología de la UCA, que indaga la actuación de la Iglesia Católica entre 1966 y 1983, puede iluminar el conocimiento de un pasado tan doloroso como inescapable. Esta obra constituye un punto de inflexión en el conocimiento histórico y en la comprensión de una etapa tan relevante de nuestra historia reciente. No es solo una historia de la Iglesia, sino un valioso e ineludible aporte a la historia argentina en general, útil para quienes quieran indagar con compromiso y rigurosidad sobre la violencia en nuestra historia, y el lugar de la fe en ella.

En toda investigación hay que hacerse las preguntas correctas, por más incómodas y angustiantes que sean. Quiero retomar una de esas preguntas que orientaron esta notable investigación: “¿pudo la Iglesia contener los extremismos ideológicos y las distintas violencias, o estuvo ella sumergida en esos fenómenos?” Resulta doloroso comprobar que muchos católicos (desde la jerarquía eclesiástica hasta los laicos) no pudieron, no supieron y en algunos casos no quisieron constituirse en un freno al desenfreno, que evitara la escalada de sangre y fuego; que pusiera en cuestión la naturalización de la violencia; que recordara la sacralidad de toda vida.

Una creciente espiral de violencia hizo improbable la supervivencia de la democracia y la vigencia del Estado de Derecho, por acciones y omisiones cuyas responsabilidades exceden los límites de un solo sector político, social o eclesiástico, y cuyo origen hay que buscarlo muchos años antes de 1976. A 40 años de la recuperación del orden constitucional, un homenaje que podemos regalarnos tanto creyente como no creyentes es intentar conocer mejor como surgió y se desarrolló esa espiral de la violencia.

Porque no esconde nada, sino que indaga y documenta rigurosamente lo acontecido, estoy convencido de que La verdad los hará libres logrará que muchos se acerquen a ese pasado con una mirada sin relatos sobrecargados de ideología, lejos de los supuestos consensos que pretenden cerrar antes que favorecer la reflexión sobre la violencia en nuestra historia reciente.

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