Según el diccionario de la Real Academia Española, genocidio significa: exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad. A su vez según el Estatuto de Roma de 1998, el genocidio consiste en destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Si se tiene en cuenta los casos más destacados a partir del siglo XX (Armenia, el Holocausto, Ruanda, etc.) se trató de la eliminación física, la muerte de los afectados.
El avance de la ciencia ha mostrado claramente la importancia de la alimentación en los primeros años de la vida de un ser humano así, si entre los seis meses y los dos años de edad los niños no reciben alimentos que potencien un crecimiento rápido de sus cuerpos y sus cerebros, se verá perjudicado su desarrollo intelectual, interferirá con su aprendizaje, se debilitará su sistema inmunológico y aumentará el riesgo de infección y, en muchos casos, de muerte.
En el mundo un número muy elevado de niños sufre las consecuencias de la mala alimentación y de un sistema alimentario que no tiene en cuenta sus necesidades.
A esto hay que sumarle otro tema: el niño aprende a hablar con su madre y con otros adultos, y éstos enseñan a hablar al niño, pero nadie sigue un método establecido y predeterminado, es resultado de un proceso natural, siendo los padres los mayores responsables de este proceso.
El lenguaje juega un rol esencial en la manera en que el niño va comprendiendo en forma creciente el mundo en que vive. Es el instrumento básico por medio del cual él intenta dar sentido, tanto dentro como fuera de la escuela, a los contextos sociales en que se encuentra inserto.
El populismo es un concepto político que proclama la supremacía de la voluntad popular sobre las instituciones y aboga por una relación directa entre el pueblo y sus líderes
A esta altura, el lector tiene derecho a preguntarse (o a preguntarme), ¿Por qué estoy mezclando genocidio, con mala alimentación de los niños de dos años o menos y con el aprendizaje del idioma? A ello hay que agregar otro elemento, el populismo.
En una definición sencilla, se puede decir que el populismo es un concepto político que proclama la supremacía de la voluntad popular sobre las instituciones y aboga por una relación directa entre el pueblo y sus líderes. Es un término controvertido pues ha sido concebido como ideología, estilo retórico o movimiento político. En cualquier caso, el discurso populista enfrenta a un pueblo homogéneo, encarnado en la figura de su líder, con los “otros”.
Constancia de las buenas políticas
La dificultad que agrega la visión populista es que por un lado privilegia el cortoplacismo, a la vez que reniega del mérito. Es una restricción muy severa para llevar adelante las denominadas políticas de Estado porque requieren una visión sistemática de largo plazo. Este aspecto tiene un fuerte impacto en la economía, porque la solución para la mayoría de los problemas argentinos requiere una constancia a los largo de los años, y en materia educacional es letal.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos informó que la pobreza en la Argentina fue del 40,1% en el primer semestre de 2023, y 56% de niños y niñas viven en situación de pobreza. ¿Qué está pasando?
En estos días circuló (o se viralizó, para ser más de época) un video con los hermanitos de Diego Maradona, es decir niños de poca edad. Lo interesante es ver lo bien que hablaban, tanto conceptual como gramaticalmente y con un vocabulario bastante amplio. No está fechado, pero claramente es de hace unos cuantos años. ¿Cuál es la sorpresa? Eso que se ve debería ser lo normal, dos chicos de hogar humilde, de cultura familiar baja, pero que del momento que asisten a clases en escuela pública, adquieren esos conocimientos elementales. Se sabe a qué me refiero.
Hoy en día, y desde hace ya varios años, cualquier diálogo con chicos de hogares pobres, con chicos villeros o no tanto (los chicos pobres en la Argentina son casi 60%) se reduciría a monosílabos apenas inteligibles, revelando además la posesión de un vocabulario muy restringido.
La Argentina está en un momento crucial: las recetas populistas han llevado a un atraso que no se condice con los recursos naturales que dispone el país, ni con la capacidad intelectual
Es una consecuencia inevitable de tres factores concurrentes: la mala alimentación disminuyó la capacidad cerebral, vivir con padres o adultos que tienen enormes restricciones idiomáticas, porque vienen arrastrando el mismo problema, y una escuela que no le puede enseñar nada, por la absoluta falta de nivel de la educación y de los educadores.
El origen de la decadencia de la educación
Hace poco, en un reportaje, Alejandro Horowicz, intelectual del llamado campo “progresista”, que incluso fue integrante de Carta Abierta, sintetizó de manera ajustada lo que estoy diciendo al señalar que la generación de los que ya pasamos largo los 60 años, cuando terminamos tercer grado de la primaria, fuera en escuela pública o privada, sabíamos leer, escribir y entender lo que leíamos, las cuatro operaciones aritméticas y hasta la regla de tres simple. Conocimientos que ahora no tiene la mayoría de los que finalizan la escuela secundaria.
Pienso que la decadencia de la educación en el país empezó con el golpe de Juan Carlos Onganía y el ataque a la universidad, pero desde ahí, primero suave pero constante y en los últimos veinte años, el populismo de una manera vertiginosa nos ha llevado a donde estamos ahora y de donde será muy difícil remontar la cuesta.
En resumen, el populismo por la vía de la mala alimentación por la pobreza, la falta de lenguaje de las familias y la deficiencia de la escuela ha generado una cantidad millonaria de compatriotas con una importante carencia cerebral, o sea con una parte sustancial de su cerebro muerta o inutilizada.
Esta ha sido una acción sistemática y deliberada del populismo: ¿se puede encuadrar en la figura de genocidio? ¿O hay que crear una categoría ad hoc? Corresponde hacerles un juicio, a los responsables, como el que se hiciera a las Juntas. ¿No creen?
El socialismo del siglo XX versus el del siglo XXI
El populismo en la Argentina, iniciado por el peronismo del 45 y concretado por el kirchnerismo de este siglo (remedando la vieja frase, ¿el kirchnerismo fase superior del justicialismo?) con su visión estatizante, “el Estado presente”, ha ido limitando las posibilidades de un crecimiento genuino, solo posible mediante actividades que puedan agregar valor, ya que las acciones se limitan a proveer de ingresos a aquellos sectores desempleados, a través de múltiples mecanismos: empleo en el sector público (nacional, provincial o municipal), planes de subsidios de diferente formato, empresas públicas ineficientes, etc.
El populismo en la Argentina, iniciado por el peronismo del 45 y concretado por el kirchnerismo de este siglo ha ido limitando las posibilidades de un crecimiento genuino
Si se exceptúan las actividades netamente a cargo del Estado: una reducida administración pública eficiente, la justicia, la seguridad, la defensa, la salud pública y la docencia, que debe ser sostenida con recursos públicos, obtenidos por la correspondiente recaudación impositiva, el resto (muy numeroso) es una rémora que no sólo conspira contra el equilibrio fiscal, sino que también se constituye en una pesada carga para los contribuyentes.
No niego que puedan existir empresas estatales capaces de generar valor agregado, pero no es el caso en el país. Ahora bien, admitido esto lo que habría que analizar es si las externalidades se corresponden con la magnitud del subsidio recibido, caso contrario habría que aplicar reglas de eficiencia.
El principal problema que genera la creación de empleo no productivo es que no solo no agrega valor, sino que requiere recursos de los sectores productivos, que ven así limitada su capacidad de expansión y de reinversión (para no cargar tintas con la tentación de evadir que genera una excesiva presión impositiva, porque muchas veces la actividad, si cumpliera rigurosamente con las obligaciones impositivas dejaría de ser rentable.
El socialismo del Siglo XX, vigente casi exclusivamente en la Unión Soviética, no ignoraba estas cuestiones, después de todo Karl Marx sabía mucho de capitalismo, y en consecuencia el enorme crecimiento económico de Rusia en buena parte del siglo XX, se debió al desarrollo de actividades productivas. La falta de eficiencia finalmente condujo al colapso de la economía.
En cambio, el llamado socialismo del siglo XXI, encabezado por Hugo Chávez y otros, creyó que con la creación de empleos no productivos y el uso indiscriminado de los recursos naturales, eran la panacea: los resultados están a la vista, pobreza e inflación crecientes, desabastecimiento, etc.
Las recetas populistas han llevado a un atraso que no se condice con los recursos naturales que dispone el país, ni con la capacidad intelectual (cada vez más menguante)
La Argentina está en un momento crucial: las recetas populistas han llevado a un atraso que no se condice con los recursos naturales que dispone el país, ni con la capacidad intelectual (cada vez más menguante). Si sigue este camino, no habrá retorno.
Parece hora de entender que se necesitan fuertes inversiones reproductivas, que generen empleo y que agregue valor, lograr el equilibrio fiscal que ayudará a eliminar la inflación y que es imprescindible diseñar una política en Educación, de largo plazo con la firme convicción de mantenerla en el tiempo, hasta que se recupere el alto nivel del que alguna vez gozaron los habitantes de la Argentina.
Hay que recordar que los que a fines del siglo XIX diseñaron el sendero de la educación, sabían que no iban a ver los resultados durante su vida, pero estaban convencidos que era lo que había que hacer.
El autor es Licenciado en Economía Política, ex Secretario de Energía y ex Vicepresidente del ENRE